Por más de 65 años ha tenido una presencia inquebrantable junto a la reina más longeva de Gran Bretaña, como un consorte consumado y representante real.
El miércoles el príncipe Felipe, de 96 años, cumplió su compromiso público número 22 mil 219, el último que realiza en solitario, enfrentándose a una fuerte lluvia para reunirse con miembros de la Marina Real en el Palacio de Buckingham.
El príncipe lució de buen ánimo al saludar a un público entusiasta y hacer chistes con los soldados, que completaron una travesía de 2 mil 678 kilómetros para recaudar dinero para beneficencia.
“Deberían encerrarlos a todos”, dijo en broma, haciendo reír a los soldados.
Felipe anunció en mayo que estaba por retirarse de sus tareas públicas. Conocido por su buen sentido del humor y sus metidas de pata, recientemente bromeó sobre el gran día de su jubilación diciéndole a la famosa chef Prue Leith: “Estoy descubriendo lo que es estar en las últimas”.
También conocido como el duque de Edimburgo, seguirá acompañando en eventos públicos a la reina Isabel II, de vez en cuando, mientras que la monarca de 91 años no abdique.
Felipe es patrocinador, presidente o miembro de más de 780 organizaciones con las que seguirá estando asociado, pero no jugará un papel activo asistiendo a sus eventos. La reina apoyó la decisión.
El evento del miércoles marcó un gran hito para el hombre nacido como el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca en Corfú el 10 de junio de 1921, hijo de la princesa Alicia de Battenberg y el príncipe Andrés de Grecia. En medio de la agitación por el golpe militar que derrocó a su tío, el rey Constantino, en 1922, la familia huyó.
El rey Jorge V, abuelo de la reina, envió un bote de la Marina Real para evacuar a la familia de Felipe y éste fue llevado a un lugar seguro en una cuna hecha de una caja de naranjas. Luego vio rara vez a sus padres y fue a la escuela en Alemania y Gran Bretaña.
Felipe, quien ha estado asociado por años con el ejército, tuvo una vez una prometedora carrera militar. Se unió a la Marina Real como un cadete en 1939 y sirvió durante la Segunda Guerra Mundial, ganando menciones por su servicio a bordo del barco de guerra HMS Valiant en Cabo de Matapán, en la península peloponense griega. Ascendió al grado de comandante.
Dos años después de terminada la guerra se casó con la futura reina en Westminster Abbey, cuando ella tenía 21 años y él 26. Renunció a su título griego y el rey Jorge VI lo hizo duque de Edimburgo. Su carrera llegó abruptamente a su fin con la muerte de Jorge en 1952. En la coronación de la reina en 1953, Felipe le juró apoyo incondicional a su esposa, con quien tuvo cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo.
Felipe ha pronunciado 5.496 discursos, ha escrito 14 libros y hecho 637 visitas en solitario en ultramar.
Ha defendido asuntos del medio ambiente y la conservación, y se ha interesado en la ciencia, la ingeniería y la industria. Como un deportista consumado, jugó al polo con regularidad hasta 1971. Obtuvo el emblema de la Real Fuerza Aérea en 1953, el de helicópteros en 1956 y su licencia de piloto en 1959.
Toda esa actividad ha llevado a un estado de salud bueno en general. Pero en los últimos años Felipe ha ingresado al hospital en numerosas ocasiones, para una cirugía abdominal, por infecciones renales y una arteria coronaria bloqueada.
Muchos de sus problemas de salud están relacionados con los deportes. Tuvo artritis en la muñeca derecha y se fracturó un tobillo jugando polo. Este deporte también le dejó una condición reumática del tendón en la mano tras sufrir una caída.
Pero Felipe prefiere las escaleras a los elevadores y todavía le queda el uniforme que lució en su boda. Apenas fue visto usando aparatos auditivos por primera vez en un evento en el palacio en el 2014, a los 93 años.
El palacio dice que su salud no estuvo detrás de la decisión de su retiro.
Felipe se ha reído de sí mismo y de su edad avanzada. En una carta a la revista The Oldie en el 2011, dijo que apreciaba ser nombrado “Consorte del año”.
“No hay nada mejor para la moral como que a uno le recuerden que los años se están pasando, aún más rápido, y que pedazos de la estructura antigua se están cayendo”, escribió. “Pero es lindo ser cuando menos recordado”.
POR: LÓPEZ-DÓRIGA.COM