WASHINGTON, DC. En la retórica populista, la palabra neoliberalismo es a menudo sinónimo de capitalismo contemporáneo, causante de la desigualdad y prácticamente de todo lo que es malo en el mundo. Se dice que gracias al neoliberalismo se abandonan las políticas que promueven el estado de bienestar y se prioriza la competitividad.
El neoliberalismo se caracteriza por una serie de principios que incluyen, pero no se limitan a: (a) los mercados como el medio más eficiente para asignar recursos escasos; (b) el libre comercio internacional es deseable; (c) la intervención estatal no es deseable; y (d) la flexibilidad del mercado laboral es necesaria. Tradicionalmente el neoliberalismo se ha asociado también con políticas de austeridad y de reducción de los déficits presupuestarios.
La aplicación de estas políticas depende del contexto y la cultura específica de cada país. No todos los países considerados neoliberales lo adaptan igual. Por ejemplo, en Inglaterra el sector salud está socializado y en los Estados Unidos está privatizado. Ambos países son considerados como la cuna del neoliberalismo y están en la vanguardia de la aplicación de las políticas de esta ideología. Quiere decir, que el neoliberalismo no es un sistema hegemónico, sino que es mejor pensarlo en términos de variaciones. Esto es similar a lo que sucede con las religiones. Por ejemplo, no es lo mismo ser católico que ser evangélico o protestante, aún cuando todos son cristianos.
Pues bien, por más criticas que hay sobre el neoliberalismo, hay una realidad que no se podrá negar y es que salvará a millones de personas de la muerte gracias a la vacuna contra el Covid-19. Nunca en la historia se ha logrado desarrollar, producir y distribuir una vacuna con la rapidez con la que se logró ésta en países de corte neoliberal. Esto es un hecho indiscutible. Veamos las farmacéuticas más avanzadas con la vacuna: (a) Oxford-AstraZeneca, inglesa en colaboración con la Universidad de Oxford; (b) Pfizer, norteamericana en colaboración con BioNtech, una farmacéutica alemana; (c) Moderna, norteamericana; y (d) Novavax, norteamericana (en fase 3).
Por otro lado, considerando las vacunas de Rusia y China, ambos países han abrazado los principales preceptos del neoliberalismo. David Harvey sostiene que “el neoliberalismo con características chinas” describe mejor el “tipo particular de economía de mercado de China que incorpora cada vez más elementos neoliberales interdigitados con un control centralizado autoritario”.
En todos estos países se ha avanzado principalmente gracias al liderazgo del sector privado en investigación y desarrollo, creando lo que hoy se denomina como “economía del conocimiento”. El vínculo entre la economía del conocimiento y el neoliberalismo se ha vuelto cada vez más evidente, la primera se ve como una fuerza impulsora detrás de la competitividad global lo que a su vez retroalimenta las reformas que hacen más eficiente la economía.
La globalización y el neoliberalismo tienen puntos negativos, han generado, por ejemplo, mayor desigualdad. Sin embargo, debemos matizar esta idea como si fuera blanco y negro, pues también ha disminuido la pobreza en el mundo y este año salvará a millones de personas.
El reto ahora es que sin lugar a duda la pandemia hará que en los países “neoliberales” donde se desarrollaron las vacunas se acelere la economía del conocimiento y esto generará mayor desigualdad al interior de los países y a su vez en relación con otros países. Como consecuencia se incrementarán las tensiones sobre migración y seguridad. ¿México, dónde queda? Vienen tiempos complejos.