¿Y dónde mero ahorcaron a Maximiliano? le preguntó un turista a la empleada del Museo del Cerro de las Campanas. La mujer, armada de paciencia, le respondió al ignaro; siéntese por favor y analice: Póngase en 1867 y piense en dónde iba a haber árboles, si apenas pusieron unos palos para señalar en dónde fueron fu-si-la-dos Maximiliano, Miramón y Mejía.
Lugar imperdible para los miles de turistas nacionales e internacionales que visitan Querétaro durante todo el año, pero especialmente en esta Semana Santa, el parque –rescatado a fines de los años 80 por el alcalde y ex rector de la UAQ Braulio Guerra Malo- es un verdadero atractivo histórico, en torno al cual se ha instalado un tianguis de curiosidades.
En esa colina, al poniente de la ciudad, fue capturado y más tarde ejecutado el efímero emperador austriaco. Entre los atractivos del sitio se encuentra el monumento de la gigantesca estatua de Benito Juárez, inaugurado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz el 15 de mayo de 1967, al cumplirse 100 años del triunfo de la República, recientemente restaurado. Además la capilla que el gobierno de Austria construyó previamente para señalar y proteger el lugar del fusilamiento.
Igualmente es interesante conocer las cinco salas del museo interactivo “Cerro de las Campanas, La magia del pasado”, en las que se cuenta la fundación de Querétaro., el auge económico del siglo XVI y XVII, la conspiración de 1810, el efímero imperio y sitio de Querétaro, y la Constitución de 1917. Fue acondicionado hace 15 años por el presidente municipal Rolando García Ortiz, al mudarse el Museo de la Restauración a la calle de Guerrero, en el Centro Histórico y es dirigido actualmente por Gustavo Guerrero Renaud.
Para acceder al parque se cobra una cuota individual de cinco pesos y de 18 para el museo.
Inmediatamente después de la taquilla, a todo lo largo de la escalinata que lleva a la capilla de Maximiliano, se encuentra el tianguis artesanal, en donde lo mismo se pueden adquirir fotografías del Querétaro histórico, ropa, bisutería, billetes antiguos, juguetes, monedas, medallas y hasta tazas con coloridas imágenes de las muñecas otomíes. El parque en donde fusilaron, que no ahorcaron, es sin duda, un lugar imperdible de Querétaro..
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN