A las 11:00 de la mañana, llegaron al Hotel Gobernador, decenas de hombres a caballo para escoltarlo, con todo y tambora, hasta la Catedral.
SERGIO A. VENEGAS RAMÍREZ / Enviado
Durango, Dgo.- Fue una recepción cien por ciento duranguense la que le prepararon a su nuevo arzobispo, don Faustino Armendáriz.
A las 11:00 de la mañana, llegaron al Hotel Gobernador, decenas de hombres a caballo para escoltarlo, con todo y tambora, hasta la Catedral, donde realizó el acto de profesión de fe, con el que inició su trabajo pastoral.
Antes de partir, monseñor Armendáriz saludó cariñosamente a su madre, doña Francisca Jiménez Durón, quien junto con su esposo, Valentín Armendáriz Villalobos y varios familiares cercanos, acudieron a una de las celebraciones religiosas más importante de su hijo.
-Mira mamá, le dijo mientras acercaba al nuncio Franco Coppola para que a saludara, él es el representante del Papa Francisco en México.
Conmovida, doña Francisca abrazó al italiano varios segundos, mientras éste le susurraba algo al oído.
Y comenzó la procesión rumbo a Catedral.
A lo largo de 10 cuadras que separaban al hotel de la iglesia, don Faustino puso a prueba la condición física de los reporteros y cientos de fieles que le seguían. Acompañado por el nuncio Franco Coppola y a bordo de una carreta, el ex obispo queretano sonreía cuando veía a uno que otro sudando la gota gorda.
Desde su salida y hasta la Catedral, cientos de jovencitos formaron una valla desde donde la gritaban emotivas porras: ¡Se ve, se siente, Faustino está presente!
Otros que pasaban en sus vehículos le daban la bienvenida.
–La gente es muy cálida, comentaba don Faustino a este reportero, cuando de un brinco bajó de la carreta a mitad del camino y se fue saludando uno por uno a los integrantes de la valla.
Así comenzó a ganarse a la gente. Con la sencillez que lo llevó a ser uno de los obispos más queridos de Querétaro.
Pero la gente acá es más efusiva. Norteña al fin, no se guardan un grito, un abrazo o un saludo. Son muy católicos, que ya es decir para alguien que viene de la tierra donde San Junípero sembró las raíces de su fe.
Y vaya que sí. Durango, es uno de los estados con el catolicismo más arraigado de México. Por eso, el 9 de mayo de 1990, el entonces papa Juan Pablo II visitó la catedral donde hoy jueves inició don Faustino su camino pastoral por estas tierras.
Una vez concluido el acto de profesión de fe, se trasladó a La Velaria. Ahí le aguardaban más de 10 mil personas, entre las que estaban el ex gobernador de Querétaro, Enrique Burgos; el mandatario de Durango, José Rosas Aispuro; el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Esteban Calderón; el presidente de la cámara de diputados, Esteban Villegas y el alcalde capitalino, Jorge Salum.
En el graderío, decenas de queretanos venidos del centro del estado, pero también de Cadereyta. Sacerdotes que hicieron el viaje en camión para acompañar al nuevo arzobispo. Para todos tenía un saludo.
Mención especial merecieron los “amigos del Seminario Conciliar de Querétaro”, gritaba orgulloso don Faustino.
También el agradecimiento a los cardenales Francisco Robles y Norberto Rivera, que llegaron para acompañarlo en su toma de posesión.
Antes de concluir la misa, Armendáriz Jiménez saludó a su familia, padres, hermanos y primos: “A mí me criaron en un hogar católico. Ahí sentaron las bases de mi fe”, decía orgulloso.
Esa fe que hoy lo convirtió en el arzobispo más joven de país y de los más influyentes en el grupo cercano a El Vaticano.
Por eso los duranguenses no deben acostumbrarse demasiado a don Faustino, porque seguramente en pocos años será llamado a responsabilidades mayores.