GOTA A GOTA
La Confusión
Los partidos políticos surgieron como plataforma ideológica, enlazados con la lucha de clases. Unos para defender la causa de la burguesía; otros, la obrera, otros más la aristocracia. En el México del siglo XIX aún era sencillo deslindar liberales y conservadores; perdonando el esquematismo; aquellos eran republicanos; éstos, monarquisas. Hoy en día, es casi imposible: las coaliciones han revuelto las aguas.
Seguí el discurso de la toma de protesta de Ricardo Anaya: la obertura melodramática, señalando lo que había aprendido de su abuela y su madre, ambas arquitectas. A renglón seguido, el diagnóstico de un cuerpo social enfermo de corrupción, violencia y desigualdad social, esta última profijada por él mismo, merced a los lujos de una vida sazonada de viajes, estancias familiares costosas en los Estados Unidos, como la de una clase media acomodada que asocio con los personajes de las películas de Douglas Sirk de los años cincuenta del siglo XX, adheridos al confortable ‘sueño americano’, ajeno a la condición de 53 millones de pobres, a quienes según él salvará el aprovechamiento de la tecnología. Pues de súbito su discurso político se mudó en el de un vendedor de banalidades como la robotización, los drones, los autos eléctricos, las cámaras digitales, las ventajas de Netflix, los vehículos autónomos, las compras por celular en los centros comerciales que él mismo probó haciéndose de un sanguach (sic). ¡Bla, bla, bla! Chachara de la que una gente como yo, está enterado, pero no le importa, porque no creo en ese concepto de calidad de vida. Para él, ahí, en tal chatarra está su visión de futuro. ¿Para quienes hablaba este hombrecillo con aires de genio? que terminó diciendo que él quería, el México de los Empeños de Sor Juana, el México de ‘Piedra de Sol’ de Paz… ¿Los habrá leído o se trataba de citas huecas de un orador de concurso estudiantil? ¡Ni una línea sobre el bien común! ¡Pobre hombre! En esa retórica no convence a nadie. Es tan eficaz su mercadotecnia como las tonadillas del niño ‘naranja’. Con esa retórica de engaña bobos ¿México cambiará profundamente y hará salir el sol después de una larga noche oscura? Retórica para una ‘elite’ que lo ligará a una educación soñada por Marcial Maciel, el tristemente célebre pederasta michoacano. Como lo ha afirmado Javier Pascual Casado: “la concepción tecnocrática será la última versión y manifestación de la ideología conservadora”.
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Al escuchar a Anaya me viene a la mente al vendedor de aspiradoras que simboliza la modernidad en la narrativa un tanto irónica de Alejandro Galindo en “Una familia de tantas”. El discurso de Anaya: una invitación a consumir cosas prescindibles.
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La coalición entre liberales y conservadores, entre el PAN y el PRD , no es más que el contubernio político para detener a AMLO, que tampoco es nada. Ni socialista, ni oligarca. Solo un farsante que recoge donde se encuentra todos los desechos putrefactos como Ricardo Monreal, Napoleón Gómez Urratia… Una coalición de perdedores. Amén.