GOTA A GOTA
El desafío
Hace unos días, a los 91 años, falleció Hugh Hefner, fundador y redactor de la famosa revista “Playboy”. ¿Una revista de sexo? No, más que eso. Como él lo declaró: “una publicación sobre estilo de vida que dedica una especial atención al sexo porque el sexo es una parte importante de la vida”. Un espacio de libertad, una plataforma de combate a la mojigatería, a costa de cierta cosificación de la mujer, porque negarlo. Las páginas de “Playboy” no solo se engalanaron con los cuerpos desnudos de mujeres hermosas, las llamadas playmate o conejitas, sino también con plumas brillantes: Norman Mailer, Gore Vidal, Doris Lessing, Gabriel García Márquez, ambos premios Nobel de literatura, e incluyeron reportajes, entrevistas a celebridades como Martín Luther King, Bertrand Russell, Fidel Castro, entre otros.
Lejos de la frivolidad, Hefner defendió los derechos humanos, se opuso a la guerra de Vietnam, a las fronteras bajo la consideración de que nuestro planeta es demasiado pequeño para semejantes extravagancias.
Desde su primer número apuntó a un éxito rotundo cuando apareció en él la imagen de Marilyn Monroy, desnuda. La revista enfrentó la censura, pero se sobrepuso a ella. Su popularidad fue arrolladora: En su primer año (1954) vendió 170,000 ejemplares, al año siguiente 600,000; en 1972 alcanzó los 1.2 millones de lectores. Ni qué decir Hefner amasó una gran fortuna.
Vivió como un sultán en su mansión californiana. Se dice que ese hombre que vestía en bata, con gorra de marinero, ejerció el poder de la fiesta, más grande que la misma prensa.
Sus restos descansan en una tumba, al lado de Marilyn Monroy, icono sexual de su juventud, de su tiempo y de todos los tiempos.