El libro primero, capítulo xxi, de sus famosos “Ensayos”, Montaigne lo dedica a ‘los caníbales’. Extraigo un fragmento: ‘estimo que hay mayor barbarie en el hecho de comer un hombre vivo que comerlo muerto (…) “Crisipo y Zenón, jefes de la secta estoica, pensaron justamente que no había mal alguno en servirse de nuestra carroña siempre que lo necesitáramos, obteniendo así alimento”, Valía pues saciar el hambre con los cuerpos de los ancianos, de las mujeres y de otras personas inútiles para el combate, pues de tiempos de guerras hablamos. De hecho, la antropofagia es un fenómeno que acompaña a las civilizaciones primitivas, más como ritual que como fenómeno gastronómico.
Pero vayamos al presente, un video macabro circula en las redes sociales. Un sicario le extrae el corazón a un policía y se lo come. Los compañeros festejan el hecho, mientras la víctima aún viva se estremece. Ese canibalismo ocurre también entre los criminales. Eh aquí a un ser humano de esos para quienes el macuspano, en pleno delirio, pide respeto.
El macuspano tal vez no coma carne humana, pero sí devora con su parloteo ofensivo a sus adversarios. ¿Tendrá contubernio con el crimen organizado? La violencia tiene mucho que decir: en su periodo de gobierno, se han producido ya 121 mil asesinatos impunes.
La cuatroté es un antropófago que está devorando a la nación. La devora al compartir el poder con los criminales. La devora al intentar destruir las instituciones como el INE. Como bien ha dicho Beatriz Pages en su editorial de la revista “Siempre”: ‘López Obrador es un antropófago. Todos los días se come el corazón de la democracia, de la paz y de la moral pública’.
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Su renuencia a asistir a la Cumbre de las Américas no es porque Cuba le importe. Es su ego perverso que no va a destino alguno. Él es la Ley. De ser un don nadie se encaramó como la encarnación de la patria. Inverosimil enunciado, amargo fruto de una lisonja podrida que ningún ciudadano serio se la cree, después de verlo desayunando con la madre de Joaquín Guzmán “El Chapo”.