ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
De 20 al 22 de febrero de este año, se realizará en Querétaro el 1er Congreso Internacional de “Educación Ambiental para la Sustentabilidad”, con un programa muy nutrido no sólo de participantes, sino también de temas, que se antoja oírlas cada una de las conferencias.
En los dos primeros días, será toda una lluvia de conferencias, alrededor de 76 y en el último día, sólo habrá 2 talleres. No obstante lo anterior, del programa oficial se infiere que tan sólo aproximadamente serán 10 las conferencias sobre el tema de educación, cuando el Congreso reza como tema toral, sobre la educación ambiental, ¿quizá no hay hoy en día muchos educadores ambientales, o en las escuelas no existe un programa o asignatura y en los gobiernos ya se olvidaron de esta actividad por demás prometedora, sobre todo, porque la última frontera que tenemos son las generaciones futuras para revertir la actual crisis ambiental?
Pero aún me llama más la atención que sólo una de todas las conferencias hablará sobre la ética, bajo el título de Internalización de Principios y Valores para la Sustentabilidad a cargo del Dr. Mateo Alfredo Castillo, y señalo lo anterior, ya que el mundo en el que vivimos está cambiando de forma acelerada, por impulso del avance tecnológico, la globalización, la desigualdad y el calentamiento del planeta. La velocidad, la compresión, la profundidad y la escala de los cambios a los que se ven sujetos los ciudadanos de hoy ponen en cuestión continuamente muchas cosas que creíamos o sabíamos hasta ahora.
Este proceso genera incertidumbres, desajustes y conflictos tanto a nivel social, enfrentando a sectores que toman actitudes y visiones diferentes respecto a los cambios, como a nivel personal. Y esta inquietud se ha visto exacerbada por la crisis económica-financiera y ambiental que, entre otros problemas del sistema global, ha puesto de manifiesto las carencias éticas en la actuación de muchas entidades y ha situado de nuevo a los valores en el primer plano de las demandas de los ciudadanos, como brújula para sortear las incertidumbres y como factor de estabilidad para afrontar la crisis civilizatoria y los conflictos que de ello se derivan.
Por ello, hoy es una condición para el desafío actual, la ética y en particular, de una ética ambiental acorde con el devenir histórico.
Pues como lo dejaría sentado Enrique Leff, “La modernidad ha forjado una racionalidad científica, tecnológica y económica que ha desencadenado una capacidad transformadora de la naturaleza sin precedentes. El poder de la ciencia y la tecnología ha ejercido un dominio de la naturaleza fundada en el conocimiento objetivo e instrumental, pero que ha desconocido la organización ecosistémica del planeta –su condición de sustentabilidad– y la organización de las culturas que habitan sus territorios de vida. La racionalidad económica ha generado un proceso progresivo y acumulativo de producción a través de una racionalidad económica que se ha globalizado imponiendo su valorización de corto plazo a las dinámicas y temporalidades ecológicas y culturales de largo plazo. La racionalidad instrumental y la idea del progreso han generado un crecimiento económico sin límites, fundado en el consumo de una naturaleza limitada, un proceso incapaz de estabilizarse en la vía de una co-evolución de los procesos naturales y sociales y de un equilibrio de los procesos entrópicos y neguentrópicos del planeta, que sea sustentable a largo plazo” (Leff, 2002).
De forma tajante, se puede afirmar que sin una ética ambiental que nos implique a todos, empezando por difundirla, enseñarla y observarla en los distintos centros y formas de educación, no hay instituciones, leyes y mercados que se sostengan, en tanto que la ética es la base fundamental en que nos relacionamos los humanos y éstos con la naturaleza.
Por ello, la trascendencia de abordar en estos foros multiculturales, las estrategias que se pueden delinear para establecer un marco teórico de la ética ambiental que hoy necesitamos frente a una crisis global civilizatoria, que ya anuncia tiempos, fechas y responsabilidades para revertirla.
Hacemos votos porque el Congreso, más que ser un escaparate de exposición de ecotecnias, casos de éxito, programas de manejo o institucionales, se oriente a reflexionar sobre cómo enfrentaremos el futuro que estamos borrando.