Santiago de Querétaro, Qro. Grave deterioro sufre el templo y ex convento de San Antonio en el Centro Histórico de Querétaro, a más de 400 años de iniciada su construcción. Ya hay desprendimientos en las pinturas y decorados de las antiguas bóvedas y muros a causa de la humedad, como pudo constatar PLAZA DE ARMAS, El Periódico de Querétaro en un recorrido por el histórico recinto.
De acuerdo con fuentes cercanas a esta Iglesia, en la que nació el Seminario de Querétaro en 1864, el año pasado se les comunicó la aprobación de una partida de más de cuatro millones de pesos para su restauración, promovida por el diputado federal Hugo Cabrera Ruiz.Esto fue ratificado por la secretaria de Desarrollo Urbano y Obras Publicas del Estado, Romy Rojas, con quien se reunieron para acordar la aplicación de tales recursos… que nunca llegaron.
Así lo confirmó el padre José Luis Arellano, guardián del templo, quien apenas este martes encabezó los oficios en honor de San Antonio de Padua, acondicionando todo para el mejor lucimiento de la fiesta. Por eso los centenares de fieles participantes no advirtieron los daños en los frescos ni la corrosión en paredes y columnas que amenaza la integridad de este relicario del Centro Histórico en el que fueron depositados los restos de algunos eminentes queretanos, como los del notable poeta Francisco Cervantes Vidal.
Más aún, dos de sus frailes, Felipe Luna y Cristóbal Suárez, conspiraron a favor de la Independencia de México en 1810.
En el libro Visión de mi ciudad, escrito por el cronista José Guadalupe Ramírez Álvarez, fallecido en 1986, se alaba la humildad y sencillez este rincón queretano, que por ello tiene un encanto raramente sugestivo. Es ésta una de las más viejas construcciones con que cuenta Querétaro, tan histórica y tradicional como la que más.
Allí nació, recuerda, el Seminario de Querétaro, honra de mi ciudad, y desde allí se rigen los destinos de nuestra seráfica provincia.
En su texto advierte que lo habitaron religiosos de la orden franciscanos descalzos de la Provincia de México. Comenzó su fábrica, en 1613, el r.p. fray Pedro de San Antonio y la continuó don Antón Martín, que al morir dejó para su conclusión todos sus bienes.
En 1700, el benefactor don Juan Caballero y Ocio amplió la iglesia y convento, decoró a la primera espléndidamente y la dotó de todo lo necesario al culto divino.
Construyó la capilla de La Santa Escala en uno de los ángulos del cementerio que posteriormente, en 1809, cambiaron al lado derecho de la iglesia, “dejando dentro de ella la puerta del costado”.
También advierte Ramírez Álvarez que el presbítero don Manuel Velázquez la reformó por el año 1880 y cerca de nuestros días el presbítero don Manuel Gómez Meza efectuó la última de sus reconstrucciones. En 1864, el 2 de marzo, se efectuó aquí la fundación del Seminario Conciliar de Santa María de Guadalupe.
Lo fundó el primer obispo de Querétaro Excmo. Sr. don Bernardo Gárate. Su primer rector fue el señor presbítero don Manuel Castro y Castro, el “P. Castrito” cariñosamente así llamado.
Advierte que bello es el interior del templo, aunque ya no tiene sus ricos y dorados retablos que un día brillaron en sus muros; su amplitud, su proporción y limpieza, hacen de éste uno de los templos más atractivos.
Algunas esculturas y pinturas lo adornan, entre las primeras menciono aunque quizá no sea de gran mérito, la de San Felipe de Jesús, por ser la de “nuestro santo”, la del santo mexicano.El patio es pequeño, fresco, gracioso; lo componen dos plantas, alta y baja, rodeadas de pilares de mampostería, que sostienen sencillos arcos de medio punto; una fuente de cantera, con una columnilla que presenta una estatua del Sagrado Corazón de Jesús con los brazos abiertos, para significar la entrega total que deben hacer de sí los que a sus pies se preparan para los más grandes combates.
Todos estos elementos lo adornan y le dan vida. El exterior es realmente sencillo: el frontis, apenas con unas cuantas piedras de cantera labrada, está rematado por sencilla hornacina con la estatua del titular; en el lado derecho de ésta, la torrecilla de dos bajos cuerpos con gracioso remate; en un rincón, guarnecido por una reja, está la entrada a la capilla de La Santa Escala, agregada a la de Roma y rica en indulgencias.
Las cúpulas y recios muros que de la construcción total del edificio aún quedan, completan el fondo de un jardincito plantado en 1877 por don Trinidad Cabrera, en el lugar donde estuvo el cementerio; todo esto da tono maravilloso a un rincón sencillo y ensoñador de mi ciudad, escribió el también abogado y ex rector de la UAQ.
Es tal la importancia del lugar que recuperada iglesia y convento por la Provincia Franciscana de San Pedro y San Pablo de Michoacán, se estableció allí la sede del provincial, cuya jurisdicción se extiende más allá de las fronteras nacionales.
Lejos de aquellas glorias de San Antonio, hoy tabto el templo como su anexo presentan graves daños por las humedades, sin que autoridad alguna se interese en su rescate.Lo último fueron esos cuatro millones de pesos autorizados por el gobierno federal, reconocidos por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, pero que no han llegado, tal vez por trámites burocráticos. Así lo supone el padre José Luis Arellano, con apenas poco más de dos años como guardián de San Antonio, ante el grave reto de rescatar el tempo y el convento, por mucho tiempo abandonado y en donde están en riesgo de perderse valiosas pinturas, con daños a la bóveda y a sus vetustos muros.
-Ojalá y podamos contar el apoyo de las autoridades, remató el sacerdote.
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN