EL JICOTE
El Presidente ha hecho remembranzas positivas cuando fue mi alumno en la UNAM; también se ha referido en forma elogiosa a un libro que escribí sobre el tema de la corrupción, en este punto vale reconocer que también se ha deslindado de algunos juicios que ahí aparecen, pero siempre coincidiendo en la exigencia de acabar con la corrupción y la impunidad. Al final de este texto explicaré el motivo de esta introducción. En la revista Nexos en el análisis del primer año de López Obrador, aparece el artículo: “Anuario de la corrupción 2019”, firmado por Sofía Ramírez Aguilar, Leonor Ortiz Monasterio, Leonardo Núñez González, Gerardo Carrasco, Cecilia Castro y Ricardo Alvarado Andalón. Los autores sostienen que la lucha contra la corrupción es un machete “que no deshierba con el mismo rigor”. No se persigue de la misma forma a Rosario Robles que a la esposa de Javier Duarte o a la madre de Emilio Lozoya. Se preguntan los redactores: “¿Por qué hay quienes enfrentan su proceso en libertad y quiénes no?”. Hasta aquí los autores, paso a dar mi opinión que responde a su pregunta. El Presidente ha reiterado que el combate a la corrupción debe hacerse como se barren las escaleras, de arriba para abajo, cuando se le cuestiona que bajo su perspectiva de barrendero debería de iniciar por fincar responsabilidades a quien considera, uno de los grandes corruptos del país, Carlos Salinas de Gortari, pero que tampoco deberían de escaparse del brazo de la ley otros ex presidentes. ¿Cómo justifica López Obrador esta omisión? Con aire de nobleza y entereza de ánimo afirma que lo suyo no es la venganza, que él, como José José, el pasado, no le interesa. No obstante, aclara, la sociedad tiene la última palabra sobre si se les lleva a los tribunales o no, porque además las autoridades, por supuesto la Fiscalía General de la República, son -a diferencia que con el neoliberalismo- absolutamente independientes. Pues resulta que el Fiscal General, acusó a Santiago Nieto de violar “el debido proceso”. López Obrador salió en su defensa, en una declaración que lleva el mensaje implícito de lo que quieras con Nieto, lo quieres conmigo, el Presidente declaró: “Santiago no hace nada sin consultar con el Presidente”. Auto gol a su compromiso. ¡Qué re te chula autonomía!. Falso que las autoridades puedan juzgar a los ex presidentes o a quien consideren que falta a la ley, es una persecución de la corrupción selectiva y es el Presidente el dueño de la balanza de la ley. López Obrador ha dicho que la mejor arma contra la corrupción es el ejemplo, algo que por cierto sostengo en mi libro, bueno, pues él es un pésimo ejemplo, por su doblez, hipocresía y simulación. La sombra de la impunidad cubre su mandato. Y aquí regreso a la introducción, siempre que hago una crítica al gobierno me acusan de acomplejado, envidioso, despechado. No tengo nada personal contra López Obrador, al contrario, mi reconocimiento y celebración por sus elogiosas menciones. Aunque creo que miento, sí tengo algo personal, me provoca una gran tristeza, que un universitario, un Presidente, un líder a quien se le ha depositado tanta esperanza en la lucha contra la corrupción, el gran tema de la política pública, actúe con semejante falsedad y socarronería.