EL CRISTALAZO
Pocas declaraciones o juicios del Señor Presidente han sido tan criticadas como aquella en la cual decretó la “derrota moral” de sus opositores; de los conservadores, de los herederos del neoliberalismo y todo aquello con lo cual se barniza en estos tiempos a quien no comulgue con la palabra “morena”.
Pero más allá de la justicia o justeza de esa expresión, los panistas (por hablar sólo de ellos en esta ocasión), sufren hoy —especialmente sus altos cuadros—, de una “derrota verbal”.
Y en dos casos sumamente significativos, en universidades; una pública, lo cual sería hasta cierto punto lógico y comprensible, y otro en una universidad privada, la más significativa en la educación “neoliberal” del país, junto con el ITAM.
Los casos a los cuales me refiero son dos, uno en agravio de Ricardo Anaya, excandidato presidencial de Partido Acción Nacional, repudiado en la Universidad Nacional Autónoma de México y el otro, de Felipe Calderón, rechazado en el Tecnológico de Monterrey.
Como se recordará, la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, ofrecía para este septiembre, un diplomado sobre política contemporánea con la participación de Ricardo Anaya quien reaparecería así en un escenario público después de la derrota electoral. Los estudiantes se manifestaron contra Ricky Riquín Canallín y el proyecto abortó.
“Los estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS) de la UNAM que este viernes (7 de septiembre) tomaron las instalaciones del plantel como protesta por la presencia del excandidato presidencial, Ricardo Anaya, en un seminario, difundieron un pliego petitorio en el que exigen que toda actividad de “figuras políticas o polémicas” en ese plantel debe de ser consultada antes con la comunidad estudiantil.
En un mensaje a medios de comunicación realizado la tarde de ayer, los estudiantes —algunos de ellos encapuchados— presentaron un pliego petitorio a Angélica Cuéllar Vázquez, directora de la FCPYS, en el que también solicitan que aclare la prestación de espacios de la facultad con fines políticos. “Como resultado de una asamblea estudiantil se le exige a la Dirección de la FCPYS: aclaración por parte de la doctora Cuéllar por la ocupación de los espacios de la facultad para beneficios o fines políticos o individualistas; el establecimiento de un diálogo y consulta al estudiantado para cualquier medida o actividad relevante al uso de espacios estudiantiles, ponencias, diplomados, conferencias, por parte de figuras políticas, públicas o polémicas…”
Tal cantidad de exigencias por parte de los estudiantes fue, como suele suceder, aceptada y las aguas se tranquilizaron de inmediato.
Pero un caso similar se dio a muchos kilómetros de distancia. Para pena de Felipe Calderón —cuya escasa sensibilidad (y enorme vanidad) no le permitieron recordar los hechos de su guerra contra el narco—, los estudiantes y los padres de quienes fueron asesinados por soldados en una incursión armada al campo del Tec, en marzo del 2010, le cerraron las puertas.
“A un día de estar programado para participar en un evento del Tec de Monterrey en la Ciudad de Nuevo León, el expresidente Felipe Calderón canceló su conferencia. La ola de críticas que le antecedió y una petición en la plataforma Change.org obligaron al exmandatario a tomar esa decisión.
“En días previos, la plataforma Change.org reunió más de 15 mil firmas de estudiantes y cibernautas para persuadir al Tec de Monterrey que cancelara la conferencia de Calderón, por considerarla “una grave ofensa” a la memoria de los estudiantes Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, asesinados por militares dentro de la escuela y a quienes el Gobierno de Calderón describió como sicarios.
“Al principio, la institución educativa se negó a suspender la participación del expanista, con el argumento de que es una universidad que fomenta la pluralidad de ideas. Sin embargo, ante la avalancha de cuestionamientos, fue el propio Calderón quien decidió cancelar su participación… destacó que la postura de la señora Rosa Elvia Mercado, madre de Jorge Antonio, fue determinante para que él decidiera no asistir.
“Su parecer, en mi opinión, es razón más que suficiente para que suspenda mi visita al Tec…”
Además del mal recuerdo por aquella incursión en la cual los militares les sembraron armas a los estudiantes, calificados oficialmente como sicarios, la conferencia de Calderón no era sino uno más de los peldaños de su trabajo político electoral en el empeño de crear un partido en compañía de su esposa.
Pura politiquería. Y los estudiantes no se la tragaron, como tampoco tragan su legado.