EL JICOTE
“Érase que se era”: “Había una vez”, así deberían de empezar los cuentos, perdón, los informes de los representantes populares en todos los niveles de gobierno. Los informes, idealmente, deberían contener diagnósticos, objetivos, procedimientos, metas, indicadores de gestión, resultados, autocrítica, pronósticos y previsiones. Esto exigiría una información que fuera clara, accesible, completa, oportuna, veraz. La información pública debería servir para invitar a los ciudadanos a participar, a cumplir con su responsabilidad que le exige cada proyecto; a dialogar con las autoridades, y a coadyuvar con su esfuerzo y propias propuestas, pues son los que saben dónde les aprieta el zapato. Los informes son fundamentales para poder exigir cuentas y demandar responsabilidades a los servidores públicos; condición para acabar con la corrupción y la impunidad que nos agobia. Nada de eso, los informes son obscuros, opacos, enredados, plenos de simulaciones y medias verdades. Todo para desalentar la participación ciudadana, la crítica y la búsqueda real del estado de la administración. Los informes de nuestros gobernantes son pretexto para la propaganda más burda y poco creíble. La clase política, como madrastra de cuento, se ve en el espejo de sus correligionarios que, al escucharlo, por supuesto que le dicen: “Eres el gobernante más trabajador, sensible y exitoso de la comarca y zonas anexas”. Vayamos al informe del Señor Gobernador Francisco Domínguez. Una de sus propuestas de campaña que más le redituó votos, fue su compromiso de resolver el problema de transporte colectivo. Para avalar la seriedad de la obligación prometió la presentación al Congreso de la iniciativa de una Nueva Ley de Movilidad y Planeación Urbana, lo que no ha cumplido, existe la Ley de Movilidad del Transporte del Estado de Querétaro, publicada en marzo del 2012 y actualizada apenas el pasado mes de septiembre. Prometió gratuidad a los adultos mayores y también ha mentido. Ha habido reembolsos, pero se condiciona al cumplimiento de una solicitud y a la aceptación de llenado de documentos donde se les piden datos personales a los posibles beneficiarios. Luego viene la humillación, se somete a las personas mayores a larguísimas colas para que les den su dinero. Es una especie de sistema clientelar panista. Durante su campaña Francisco Domínguez regañó a los concesionarios del transporte, los convocó a una estrategia vandálica, que cerraran la circulación de la ciudad para mostrar músculo y así les hicieran caso. Y éste es el lenguaje político que parece entender el Señor Gobernador. En agosto pasado los estudiantes, encabezados por la rectora, Teresa García Gasca, protestaron por la simulación de los descuentos, como consecuencia de esta manifestación en septiembre se llevó a cabo una sesión extraordinaria del Consejo Universitario de la UAQ para dialogar sobre el transporte público y a la que fue invitado el Gobernador. Éste, para dar testimonio de su interés y la importancia que tiene el tema, (jua jua) simplemente no fue y envió representantes que ni siquiera eran de las dependencias responsables. Mi sugerencia es que cuando Francisco Domínguez aborde el tema del transporte público, inicie: “Érase que se era”; “Había una vez”