Al doctor Mariano Amaya Serrano le repugna, más allá de las preferencias sexuales, llamar matrimonio a las uniones del mismo sexo, lo mismo que lamenta el desapego de muchos jóvenes de hoy hacia el estudio, tanto como su adicción al celular, que “es un desastre”. Ex capellán del templo de La Merced y parte del nutrido grupo que dejo de serlo en tiempos del obispo Alfonso Toriz Cobián, el maestro emérito de la UAQ se enorgullece de haber sido bachiller en la última generación del Colegio Civil y en la primera de la Universidad, cuando el gobernador Octavio S. Mondragón tuvo la brillantísima idea de crearla, a partir del colegio estatal.
“Todavía vive, uno que es mayor, Jorge Hernández Palma, dos años mayor que yo” comenta en entrevista con PLAZA DE ARMAS, el blog Diálogo Queretano, transmitida por Radio Once.
De hecho, Amaya también fue parte de sus profesores porque no había suficientes y él se apuntaba en las materias vacantes, atreviéndose a incursionar en distintas asignaturas sobre la base de que enseñando se aprende, aunque oficialmente lo hizo hasta en los años 60, porque “al principio tuve problemas porque mis papeles eran europeos y de origen eclesiástico, no reconocidos por el texto entonces vigente del artículo 130.
Con medio siglo de dar clases, compara a los alumnos de entonces con los de ahora: Mis primeros años de docencia, en los años 60, los estudiantes todavía estudiaban, medio leían, asistían a clases, tomaban apuntes y ya no era el magister dixit, pero sí te respetaban, te preguntaban, eras parte de su formación, no solamente académica, sino conductual. Había disciplina.
Los jóvenes de hoy, sentencia Amaya, son flojos, no estudian, tienen una enfermedad de adicción, el celular. Lo vemos en los restaurantes y no sé si en los templos. Es un desastre. No sé a dónde van nuestras generaciones con esta falta de cultura y de información, no solo académica, sino de vida.
Respecto de la discusión sobre los llamados matrimonios igualitarios, comenta: Ahora hay libertinaje. Ese absurdo –y me refiero sólo al nombre, no a las preferencias sexuales- de llamar matrimonio a parejas del mismo sexo. La palabra matrimonio viene de matrix munus. Oficio de mamá. Que le cambien el nombre. Sociedad de convivencia se llamaba en un tiempo, ¿no?
Me repugna lo del nombre, aclara, no lo otro, cada quien con su cosa. Siempre ha sido así; ahora ya está más reconocido y exhibido. Ya hasta el Papa Francisco dice que en eso no se mete. Siempre que no sea peredastia, eh. Objetar las uniones socialmente atentaría contra la libertad inalienable del ser humano. Aunque, señala, hoy hay muchas damas que no quieren compromiso de casamiento. Unas porque dicen que ya no hay machos o porque es mejor navegar solas.
LAS MISAS A GO GO
A pregunta de Ana Maria Arias, del Blog Diálogo Queretano, sobre las misas a-go-go, respondió: en primer lugar es muy frecuente se me considere como separado de la profesión o mejor de la realidad de ser o seguir siendo sacerdote. Yo me separé de algunos aspectos de la práctica de los ritos , así como del sometimiento ciego hasta cierto punto juramentado, porque hubo una promesa de obediencia, no voto de obediencia, a seguir sometido a una jerarquía cambiante en el momento en que tomé esa determinación porque estaba aplicándose o se pretendía aplicar las reformas del Concilio Vaticano Segundo, que en algunos aspectos fueron notablemente diferentes a las prácticas a las que estábamos sometidos quienes habíamos sido consagrados antes.
Yo fui consagrado, señaló, en Roma en el año de 1957, en el mes de octubre, reinando aún Su Santidad Pío XII. Eugenio Paccelli, persona tradicional, además de romano pontífice, príncipe de sangre, como le llamaban allá “romano di roma” por tener más de cinco generaciones ininterrumpidas de ascendencia en su prosapia como nacidos en Roma. Y hubo diferentes formas de interpretación de algunas leyes y normas del Concilio Vaticano II. Aquí costó trabajo que se entendieran muchas de ellas.
Tuve yo la fortuna de practicar como sacerdote católico en varias diócesis de la germania antigua o Alemania del Oeste, que fue repartida entre las naciones no soviéticas, donde su población era predominantemente luterana o calvinista y en menor cuantía, católica. Entonces allá, desde hacía tiempo que el rito de la misa católica, sobre todo de los sacramentos mas repetidos, bautizo, confirmación, etc. tenían bastante influencia de los ritos luteranos, por un lado. Por otro, había habido una reforma en la liturgia, que en cierta manera empecé yo a vivir allá antes de que se estableciera en todo el mundo, antes del reinado de Su Santidad Benedicto XVI, que logró un retroceso bastante notable en aquello considerado como un avance del Concilio Vaticano II.
En ese contexto, explicó que el de las misas estudiantiles, la única diferencia inicial fue que, en la práctica, con permiso del Vicario General de Querétaro, Monseñor Salvador Septién Uribe, comenzamos a introducir instrumentos que eran novedad, como el conjunto musical que usaba el teclado. Pero ya aquí había habido un antecedente: en el Seminario se tocaba un órgano Hamond electrónico desde los años 40 en lugar del tubular o del tololoche aquél que le decíamos o el armonio que tenía fuelles y flautas que se activaban bajo presión. Ahora, pues se dice que el Rey David al llevar el Arca a Jerusalén, al Monte Sión, abrió la procesión o el desfile, como queramos llamarle, pulsando o la lira o el farfa, instrumento de cuerda al que pertenece el violín, que sí se usaba en algunas solemnidades religiosas de la música tradicional canónica. Acá la diferencia era la guitarra eléctrica.
Ahora, compartió Mariano Amaya, por ahí un sacerdote muy rígido de Querétaro, don Florencio Rosas, al que siempre se le consideró un representante digno de ser llevado a los altares, canonizado, en una carta a uno de sus hijos espirituales dice que la vihuela es la representación de una mujer y que al pulsarla es como si se estuviera acariciando a una dama. Eso nosotros no lo consideramos en cuenta, pero él prohibía que se usara la guitarra. Nosotros la utilizábamos como un instrumento de cuerda moderno. La batería, en varios salmos en la Sagrada Escritura, en la Biblia, dice te cantamos con címbalos y tubas, que aquí les llaman cueros en las bandas de guerra o bongós en el mambo y en la música moderna. Pero la gente sintió una diferencia bastante notable, pero eso fue en los primeros ensayos, porque no teníamos música religiosa. Ya después de dos o tres meses comenzaron los chicos, sobre todo el que era el director, José Antonio Septién González de Cosío, músico virtuoso, comenzamos a traducir de la música gregoriana las melodías que eran vestidas, orquestadas y era lo que se tocaba.
No estábamos fuera, porque el señor obispo Alfonso Toriz Cobián, en una de nuestras misas bautizó como adultos a dos médicos y a un abogado. Dio la confirmación a otros y asistió dirigiendo las celebraciones eucarísticas. Vinieron de revistas y periodistas nacionales e internacionales a ver cómo celebrábamos nosotros. Era un adelanto.
EL SUPAUAQ
Entre sus más de 50 libros, Mariano Amaya Serrano –fundador y ex líder del SUPAUAQ- tiene uno sobre sindicalismo y recuerda que siendo gobernador Antonio Calzada Urquiza lo amenazó con todo y familia si no regresaba “su sindicatito” a asociación civil, cosa que no aceptó. Hoy se enorgullece de ello, niega ser el hombre más culto de Querétaro porque sólo es alguien que tuvo la oportunidad de estudiar.
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN