EL CRISTALAZO
La cultura contra el periodismo
No pertenezco a ese horrible grupo de quienes ponen la mano en el revólver cuando escuchan la palabra cultura, pero ganas dan de hacerlo cuando se habla de la burocracia cultural.
Hay dos cosas siempre correctas en el mundo para gastar dinero a mano llenas y de manera ociosa: la cultura y el medio ambiente. Obviamente, también la seguridad.
Si al menos esas inversiones tuvieran tino, las cosas mejoraría, pero en México todo se hace a medias para ser capaz de decir, lo estoy haciendo.
El gobierno de Enrique Peña, en una más de sus concesiones inútiles, creó la Secretaría de Cultura en sustitución del Conaculta. Hoy esa secretaría está en manos de Alejandra Frausto, quien según sus conocidos y amigos (también de su ilustrado jefe), es capaz, inteligente, culta y todos los calificativos de lustre como podamos imaginar. Yo ni la conozco.
Pero me ha llamado la atención su reciente viaje a Europa: la miro sonriente en las páginas del diario, con un “ex voto” recuperado (entre otros muchos), por los Carabineros italianos en la ciudad de Monza.
No se dice en manos de quien estaban las pinturas de arte religioso popular. La información, como suele suceder, es incompleta y mal trabajada.
Pero ahí está Doña Alejandra quien viajó a Monza para recibir los cuadritos ingenuos, rústicos y mal hechos como suelen ser las espontáneas pinturas de la gratitud, en las cuales los fieles agradecen la sobrenatural intervención de vírgenes o santos, para favorecer un milagro divino y lograr un fin cualquiera, desde recuperar la salud hasta conseguir trabajo o la salvación en un accidente. Si quiere saber más, pregúntele a Francisco de la Maza.
Como nota al margen, recuerdo uno de estos “milagros”, en la Colegiata de Guadalupe, hace muchos años.
Una pareja yacente en la cama, junto a una ventana. Junto al lecho un hombre dispara un revólver. En una esquina, la imagen guadalupana con todos sus resplandores, flotando en el aire. Decía más o menos: Gracias a la santísima Virgen de Guadalupe porque estando yo con mi compadre, nos sorprendió mi marido y nos disparó su pistola y a mí no me tocó ningún balazo. Solo mató al compadre.
Así la señora Frausto viaja a Roma y otras ciudades de Italia, acompañada (no se vaya a perder si va sola), por el Director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Diego Prieto Hernández, quien mientras atestigua la devolución de los “ex votos”, se olvida un rato del desastre del sendero procesional de la Calzada de Los Misterios, en esta ciudad, arrasado por los constructores de la inconstitucional Línea 7 del Metrobús, frente a lo cual sólo ha embadurnado el queso.
Y en México, mientras los responsables de la “Kultur” comen tallarines y beben Chianti, la burocracia la emprende con un manual tan estorboso como mal hecho, para frenar el trabajo de los periodistas.
Esta joya de memez se debe a la inteligencia del señor Antonio Martínez Velásquez, quien funge (o finge) experiencia y sabiduría en Comunicación Social, cuando no sabe ni siquiera elaborar un “media training” con decoro y conocimientos.
La incultura de los cultos.
Dice la información sobre esos afanes de controlar la información:
“Esos lineamientos (La jornada), en la práctica, vienen a entorpecer el trabajo de la prensa y a poner un velo de opacidad en la manera en que se manejará la información en esta administración (…) se sugiere que cuando se pida una opinión personal al entrevistado, éste debe ser institucional y evitar dar opiniones personales (sic).
“Ante el ‘‘silencio incómodo” –una ‘‘trampa” más del periodista–, la respuesta debe ser: ‘‘no apresurarse a completar la información” y ‘‘regresar a sus mensajes”. Cuando el periodista ‘‘actúe como juez”, dice el Manual de comunicación, el entrevistado ‘‘no debe olvidar el objetivo de su entrevista” y tiene que ‘‘apelar a la audiencia” (doble sic).
“La lista de ‘‘trampas” reporteriles que describe el documento incluye las ‘‘ironías”, cuyo antídoto es ‘‘no engancharse, no pelear y mantener la calma” (y nos amanecemos).
“Además, de hoy en adelante, cualquier entrevista a algún servidor público de la SC debe solicitarse con tres días de anticipación al encargado de área de cada oficina, por escrito, llenando un formato, para que se turne la petición a Comunicación Social y sea ahí donde den luz verde (requetesic, como decían “Monsi” y sus amanuenses).
Son de vergüenza. Nada más los supera el senador Jara. Otro jumento.