SERENDIPIA
La ciencia y el fémur de una tortuga con cáncer
Todos hemos tenido un familiar o un amigo que ha padecido cáncer, y sin embargo aún parece lejano el día en el que la ciencia parezca estar lista para someter a una de las enfermedades que más gente ha matado en el curso de la historia.
No podemos saber qué tan lejano está ese día, pero recientemente un grupo de paleontólogos dio con un descubrimiento que hace posible situar la enfermedad mucho tiempo atrás, en los huesos de un reptil de 240 millones de años, en el primer periodo de la Era Mesozoica.
Hasta la época en la que vivimos la investigación sobre el cáncer se ha concentrado principalmente en su prevalencia en distintos órganos y se ha encontrado que a pesar de que algunos animales tienen una alta propensión a la enfermedad, otros parecen ser muy resistentes a desarrollarla.
“Los cocodrilos y otros cuantos reptiles –escribe Asher Elbein para The New York Times–, junto con los tiburones y las ratas difícilmente contraen cáncer”. Por eso cobra relevancia un estudio difundido por científicos alemanes, canadienses y norteamericanos que documentaron el hallazgo de huesos con cáncer en un amniote perteneciente al grupo que incluye pájaros, reptiles y mamíferos.
El cáncer encontrado en una especie denominada pappochelys rosinae, un antepasado de las tortugas, sin caparazón, que habitó la Tierra hace 240 millones de años, es un osteosarcoma, un tumor maligno hallado en un fémur del animal.
Yara Haridy, Florian Witzmann y Patrich Asbach son algunos de los científicos que han explorado los huesos de esta antigua especie. Trasladaron el fémur para que fuera revisado por el doctor Patrick Asbach, en un hospital de Berlín.
Distintos exámenes mostraron que, apreciado desde la parte exterior, explicó Haridy, es posible considerar que se trata de un hueso con una lesión de la cabeza.
Es factible que un gen haya mutado y causado un mal funcionamiento, uno de los que en los seres humanos se denominan genes supresores de tumores. No se ha podido precisar si se trata de los mismos que causan el cáncer en los humanos.
Según Haridy, el hallazgo del fémur del pappochelys rosinae aporta evidencia de que el cáncer no está restringido a la fisiología humana moderna, y que, por el contrario, esta enfermedad tiene raíces en la historia evolutiva de los vertebrados, cientos de millones de años antes del origen de los humanos.
Sobre la misteriosa especie cuyo fémur ha significado un paso importante para la ciencia, se sabe que fue un ancestro de las tortugas que vivió en los océanos hace 240 millones de años.
La especie es parecida a una tortuga sin caparazón, con el cuerpo delgado y más larguirucho de una iguana dotada de garras con cinco dedos y una larga cola.