COLUMNA TABLERO
Claudia y su diario en la celda del olvido
- El 24 de abril cumplirá 30 años de internamiento
- Ha sido víctima de libros y programas de la tele
- Destino incierto de sus propiedades en Querétaro
- Existe una página de face a nombre de Mijangos
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN
La interna.
A casi 30 años del triple filicidio que conmovió a Querétaro, Claudia Mijangos Arzac –recluida en el área siquiátrica de Tepepan- podría ser liberada o, eventualmente, transferida a una institución especializada si su estado de salud lo requiriera. Con poco más de seis décadas de edad y media vida de internamiento, la ex maestra de catecismo del Colegio Fray Luis de León y antigua comerciante del Pasaje de la Llata, ha sido víctima de leyendas y programas de televisión nacionales e internacionales y hasta hay una página de face a su nombre con más de ocho mil seguidores.
Se han escrito libros e historias sobre su supuesta liberación, nuevos matrimonios y muertes. Todo falso.
Claudia ha permanecido y permanece recluida. Al prinicipio en el Centro de Readaptación de San José El Alto y desde 1991 en uno de la Ciudad de México, siempre a disposición del Ejecutivo del Estado.
En el penal de Querétaro la también ex reina de belleza de Mazatlán, escribió sus ideas, sentimientos, reclamos necesidades, deseos, poemas y hasta recetas de cocina en tres cuadernillos Scribe, otro más rústico, marca Estrella y hojas sueltas, a los que este columnista tuvo acceso y que hoy comparto nuevamente.
Sensible, vulnerable, víctima de abusos y aún así enamorada y esperanzada se revela en su “Diario de la Celda del Olvido”, la mujer que conmocionó a Querétaro el 24 de abril de 1989, hace casi 30 años, al matar a sus tres hijos de 11, 9 y 6.
Los documentos de Claudia, fechados entre 1989 y 1991.
Dos años después de la peor tragedia familiar registrada en nuestra ciudad, la mujer, declarada inimputable por el juez, soñaba con ser libre “para poder escribir mi vida dentro y fuera de mi historia, llegando accidentalmente a una cárcel de la ciudad de Querétaro”.
Se llamaría 1er. Libro Claudia Mijangos Arzac, ediciones enamoradas. “Pintaría mi propia historia dentro de la celda del olvido”, pero el personaje tendría otro nombre: Alicia del Siglo, Alicia Martínez.
Ahí en su “penthouse”, como ella lo llamaba con ironía, escribió de puño y letra, con fina caligrafía, sus penas y fantasías: “Dame un muelle para desembarcar o un aeropuerto para no anclar en la misma cárcel, viviendo puros ilusionados engaños y violaciones a mi estado frustrante y visible de todas y todos”.
No tengo privacidad en nada, se dolía.
Exijo mis derechos de mujer mexicana, demandaba.
Claudia Mijangos se quejaba de abusos: “hay tantos que necesitan y necesitaron de mi estado. Muchos quizá no sean existentes. Se han pasado de más abusando de mi enfermedad, me han estado traficando con artificios sobrenaturales un bastante incómodos para una mujer sola… he tenido que gritarles con ciertas majaderías el abuso y el mal gusto indecente de lo que se imponen en mí”.
Se detenía en “Los recuerdos de mi familia que poca en realidad tengo me vienen a mi mente, al no tener ninguna noticia de mis presentimientos, vividos en esta celda al oírlos tan claros y vívidos ayer por la mañana”.
Hablaba de visitas inesperadas, lo mismo de la señora Conchita Pozo y la señora Pilar (), del grupo de Damas Vicentinas, que le llevan de regalo unas peladillas que son de su agrado, pero “por la noche pasó una persona de físico sexo masculino de apariencia conocida, pero no pude alcanzar a verle del todo. De costumbre ya no normal mis noches han sido muy largas y algo cortantes”.
En esas condiciones, Claudia aspiraba “a una nacionalidad diferente (Como un pájaro que emigra) a otro país”.
Originaria de Mazatlán, en cuyo carnaval fue reina, Claudia Mijangos hablaba de “El silencio del mar es obscuridad y la obscuridad del mar es exigente incluso a la luz del día” y mezcla esos recuerdos con “cosas tan similares a las que me ocurrieron hace algunos años, por pura coincidencia por el año 78 por el mes de julio, en unas de las clínicas anexas al Hospital General de México Capital”.
Por eso, remataba, “quiero irme a un poblado más pequeño y más porteño. Y estable con una vida…”
MIS HIJOS
En los textos de Claudia Mijangos hay escasas referencias a sus hijos:
Escribe:
Primer punto-Cómo se regalarán las pertenencias de mis hijos. Se regalarán para niños que necesitaran sin saber ellos que la Sra. Claudia Mijangos Arzac se los regalaba. Dije se las puedes dar a una tía que tienes que regala ropa a los que necesitan.
En otra carta:
“¿Averiguaste lo del entierro de los niños?”
Y contaba: “En estos días que estuve mal, bastante mal, me robaron varias cosas, desgraciadamente varias de las que más quería. El cuadrito de la espiga que te mandé pedir, pues veía reflejados a mis hijos que eran tres y en un cuadro que sólo 2 espiguitas había. Los aretes que me regalaste. El llavero con tu nombre. El fistol de la rosa. La foto de mis hijos con la tuya atrás”.
Esta comunicación y otras más se las dirigía Claudia a un interno con el que se relacionó y con el que pensaba casarse cuando saliera. A él le pregunta si le devolvieron la tele “pues sin más ni más Burguette (un empleado del penal) vino a recogerla cuando empezaba a sentirme mal. Héctor (Pacheco, jurídico) actúa muy raro como si se hubiese puesto de acuerdo con alguien para actuar así. Incluso se llevaron la grabadora y según Burguette dice que le dijo Héctor que era de él, cosa que no es verdad. Le di 80 mil pesos por ella”.
Los antecedentes.
El 25 de marzo de 1990, le escribió desesperada Claudia Mijangos a un funcionario, pidiéndole:
1. Labor manual, la cual ya se encuentra en las oficinas de laboral desde noviembre pasado.
2. Tener uso de una grabadora pequeña, la cual compré en este mismo lugar.
3. Poder tener una televisión blanco y negro de 14 pulgadas…
4. Y por último que se me pasen las llamadas telefónicas que me han sido negadas de un tiempo a la fecha
ATTE.
Yo, Interna de separos.
Ignoradas sus peticiones, un mes después, el 25 de abril de 1990 se dirigió al director Rafael García solicitándole:
1. La luz del cuarto (celda)
2. Televisión
3. Grabadora
4. Trabajos manuales
5. Tomar clases de macramé
Atentamente
Sra. Claudia Mijangos A.
Separos.
CASA DE VEGIL
A Mijangos le preocupaba mucho el destino de sus cosas.
Señalaba cuatro prioridades:
1) No quiero que se desocupe la casa. Solo en caso de venta necesaria (avisándome antes)
2) La caja de seguridad no abrirla.
3) Las cosas que tiene Luis dejarlas en su poder, si es que a él no le afecta.
4) Que las cuentas de aquí las lleve Miguel para que me traiga lo que necesite cuando lo requiera yo.
En otro texto, con tinta roja, remarcaba: “Prediales (Casa-terreno) ¿Cómo está la casa?
“Cajón tiempo compartido (Ver fechas semana 32-33 agosto. Decirle a Adriana 1 semana y otra Uds.)
“Que Alfredo (su esposo) te mande papel escrito que sea mío, a cambio de la camioneta pues ya va un año y todo sigue igual. Aunque él sabe que yo lo pagué.
“Sacamos cuentas sobre las ventas y gastos míos, pues no quiero que te confundas con los tuyos”.
“Qué hay de la mía anterior. No supe qué pasó con ella”.
“La caja de seguridad no la han abierto? Está pagada? Ahora que venga Irene voy a necesitar que la abra, quiero unos papeles de ahí”.
“Sobre mi casa, ¿qué tanto por ciento de probabilidades hay de que me vaya al hospital. ¿Con tiempo que haya puesto el juez o el que mi estado requiera?
¿Qué hay de todo lo que se me perdió? Nada verdad?
¿Qué hay de la foto del libro?”
DÍAS INFAMES
“¿Por qué aún no hay permiso de que tenga una grabadora y luz en el cuarto?
¿Hasta cuándo voy a estar así? Tan incomunicada y presionada sicológicamente?
¿Quién quiere que esté así y qué pretenden aparte de todo lo que viví estos infames días?
¿Hasta cuándo me tendrán así?”
“Sobre mi otra hermana. Feo decirlo pero que no le tenga mucha confianza pues ella era la que quería según esto el Don del Águila que reflejaba la gargantilla con los aretes que tiene Luis. Incluso me dijeron que había sido broma de ella y me robó mi ajuar y muchas cosas materiales cuando vivía en Mazatlán, por eso te dije que varias cosas que dijo Alfredo (Castaños Gutiérrez, su esposo) eran verdad. Te las cuento pues confío en ti. Me apena decirlo pero prefiero que lo sepas y veas qué terrenos estás pisando. Aún después de todo esto, cuento contigo? En verdad mil gracias, pues no tiene precio, en serio. Te voy a deber toda la vida”.
Estaba sintiéndose “grave con las enfermedades que me han ocasionado desde que llegué a la zona de mujeres, aparte de las que tenía en el área de separos con la cual a la verdad y con trabajo se ganó la defensa, solicito la atención adecuada y área del hospital correspondiente a mi recuperación. Sept-91”.
El 10 de septiembre de 1991 fue puesta a disposición del Ejecutivo, asignándosele como nuevo lugar de internamiento el Centro de Readaptación Social de Tepepan, del Distrito Federal, en donde permanece a casi 30 años de los hechos.
SI SALGO LIBRE
Escrito con lápiz, Claudia reflexiona:
“Si sale todo bien, bendito sea Dios, los médicos decidirán más adelante. Pero si no saliera favorable, me ayudarás para que me orientes para que los años me sean menos y si Felipe desea casarse conmigo, después de lo que he vivido, que siento que enterado está, nos podrías ayudar? Si te llegara a pedir ayuda, claro.
Sobre las cuentas, sacamos cuentas. ¿Podrías mandarme dinero o decirle a Irene cómo hacerlo? Porque el mandado como hasta ahora, yo siento que se enfadarían, ¿no?”
Sus dos escenarios.
“Si salgo libre, buscar casa o apartamento. Cambiar tapices muebles. Algunos venderlos”.
“Si me quedo. Quedarme con unos muebles recién comprados y vender el resto”.
Para ello contaba con joyas y 55 mil 400 dólares.
Ventas mensuales en su tienda por 18 mil pesos.
La casa de Jardines de la Hacienda.
Terreno en Amazcala.
Condominio con tres años pagados de cinco.
YO CLAUDIA
Desperdigados, entre las notas personales y apuntes bíblico-teológicos, iba dejando la ex maestra de moral y catecismo sus pensamientos:
“Dios ¿dónde estás?”
“Si tu quieres que salga de aquí, saldré”.
“No escondo nada”.
“Mi primera oración, un Padre Nuestro y un Ave María”.
Y todos los días, Claudia Mijangos Arzac, “Yo, interna de separos”, la “Alicia del Siglo” en su libro, la Otra Mijangos, pedía al Señor por su familia “y especialmente por mí”, por sus licenciados: Miguel, Julio, Luis, Gerardo, Sergio, por Verónica (a la que llamó la madrugada del 24 de abril de 1989) y hasta “por jueces, directores y custodios, para que mi caso se arregle lo más pronto y lo mejor posible, esperando mi libertad absoluta con papeles en blanco”.
También oraba “Por los padres del Fray Luis”.
“Y sin olvidar a quien me hizo sentirme mujer nuevamente”.
Hoy, a 30 años de los hechos, Claudia Mijangos podría recuperar la libertad, el 24 de abril próximo, si los médicos no disponen lo contrario.
Ante esta circunstancia y por la importancia del tema el Tablero ha modificado su formato original, rogando la comprensión del lector. Muchas gracias.
Correo electrónico:
venegasalarcon@hotmail.com