SERENDIPIA
Detrás de un beso
Los medios y las sociedades viven inmersos en las tormentas mediáticas que todos los días son provocadas por noticias falsas o medias verdades. Uno de los ejemplos más recientes zarandeó ante los ojos de los ciudadanos un hecho incontrovertible: en uno de esos impulsos emocionales que le son difíciles de evitar, el Presidente electo besó en la mejilla a una periodista.
Uno de los gestos más comunes sirvió a Andrés López Obrador como ruta de escape ante las preguntas que le hacía la periodista en Tijuana.
El hecho desató una avalancha de comentarios en las redes sociales y la comentocracia. La mayoría de las críticas se centró en el sexismo de AMLO y en las triquiñuelas que suele emplear –un beso, un apapacho, un chiste o una frase chabacana– para fugarse sin responder preguntas sobre temas que en medio del cambio político que vive el país son importantes para la sociedad. La reacción de López Obrador es desafortunada.
Los ciudadanos están hartos de presidentes que aparecen inalcanzables, como una montaña mágica, lejos de los ciudadanos, en una isla de ensoñación y frivolidad.
La gente común quiere un presidente sencillo y cercano y en esas virtudes puede explicarse la avalancha de votos del 1 de julio a favor de López Obrador. El candidato de la Coalición Juntos Haremos Historia logró conectar y ganarse la confianza de los ciudadanos porque era el único que auténticamente recorría ciudades, pueblos y rancherías para hacer política a ras del suelo en el intento por entender las circunstancias y necesidades de la gente.
Con ese tipo de actitudes, AMLO replica la evasión y las conductas demagógicas que a los anteriores presidentes les sirvió casi siempre como una puerta de escape a la realidad.
Un presidente debería responder de manera natural, sin rodeos ni trampas retóricas, a los reclamos y las dudas legítimas de los ciudadanos, cuyo puente con el poder son los medios
¿Pero en verdad esta idea se agota un debate que involucra al periodismo y a los medios de comunicación?
El borrascoso periodo de transición no está permitiendo ver el bosque y en distintas planicies estamos pasmándonos ante fotografías de la inmediatez: Los corazoncitos, el beso en la mejilla, el houdinismo como en la política nacional.
Junto a todas estas expresiones y episodios deberíamos estar discutiendo el fondo:
¿Qué tipo de medios se necesitan en esta etapa de cambio político? ¿La forma en la que los periodistas y los medios reportan y dan cuenta de las actividades del presidente electo es el periodismo que mejor sirve al país?
¿La anécdota, el chiste o el escándalo son la mejor manera de explicar el agotamiento del sistema político mexicano y el reto que tiene la sociedad para darse uno nuevo?
¿Hasta dónde el juego perverso y lucrativo de los clics ha intensificado la niebla espesa que impide apreciar la verdadera dimensión de los problemas y los desafíos?