ENCUENTRO CIUDADANO
Elecciones de Estado
El presidencialismo así como el centralismo fueron perdiendo fuerza a medida que se desgastaba el otrora llamado sistema político mexicano, que fincó su conducción en un partido hegemónico y en un esquema de acción autoritario, que impedía al ciudadano ajeno a su interés, o contrario a su visión de país, participar en la toma de decisiones. Después de 18 años de alternancia y de una serie de reformas políticas que han pretendido fortalecer a la democracia mexicana, los resultados, o dicho de otra manera, los avances y cambios apenas comienzan a darse.
Los mexicanos observamos que los gobiernos en turno, indistintamente de quien encabece el gobierno federal o estatal, sigue actuando con la misma mentalidad caciquil y, sobre todo, utilizando a las instituciones y a los poderes, en su favor o como instrumento de presión para sus contrarios.
En la actual coyuntura la coexistencia de un proceso democrático a nivel nacional, se empaño con el actuar de regímenes poco democráticos en el plano estatal, quedando demostrado en ésta última elección. A nivel nacional se pudieron garantizar las libertades civiles y competencia partidaria, pero la capacidad de la oposición en los estados para vencer electoralmente al partido en el gobierno encontró obstáculos.
Los estados de Guerrero, Chihuahua, Michoacán, Tamaulipas y Veracruz presentaron zonas de alerta y riesgo debido a la alta inseguridad en esas entidades, por lo que algunos resultados fueron debido a la presión de grupos criminales y del narco (Proceso 7 de julio 2018). La inseguridad pública repuntó en seis de las nueve entidades donde se elegieron gobernador: Guanajuato, Jalisco, Ciudad de México, Morelos, Puebla y Veracruz.
Pero el caso emblemático es Puebla, donde se registraron hechos de violencia durante los comicios, lo que derivó en la muerte de cinco personas y ataques armados a los ciudadanos en 70 casillas. La ausencia, omisión y abulia de las autoridades estatales ese día, especialmente del gobernador José Antonio Gali Fayad, derivaron en nuevos actos violentos posteriores y protestas airadas de militantes de partidos políticos que han devenido en un ambiente tenso, de encono, temor y malestar social generalizado, señala un grupo de actores políticos y sociales. Afirmando que hay evidencias de que se cometieron delitos electorales como la compra de votos, pérdida de miles de sufragios ante la inacción y la omisión complaciente de las autoridades electorales del estado. La ventaja oficialista es obtenida por el despliegue de diversas tácticas informales e ilegales, como maniobras fraudulentas en el recuento de votos, medios de comunicación vinculados al partido de gobierno, alteración periódica de las reglas electorales y cooptación e intimidación de dirigentes opositores, entre otras. Como se observa, en los estados poco democráticos las elecciones no son del todo libres, competitivas o limpias. Lo que habla del poder de los gobiernos locales sobre sus elecciones, que son organizadas y defendidas como elecciones de Estado. Elección de Estado se refieren al uso faccioso de las instituciones para lastimar, buscar, intimidar, amenazar y dañar en imagen al candidato opositor y a sus correligionarios. Una elección de Estado también es donde se ha buscado condicionar y orientar los resultados por parte del grupo en el poder. Ello nos remite a las elecciones en la capital queretana, donde se encuentra concentrado no sólo el padrón electoral (el municipio de Querétaro es el que tiene mayor listado nominal con 725 mil 783 electores, es decir, 46 % del total), sino el poder económico y político de la entidad. De acuerdo con la información del PREP de Querétaro, el panista Luis Nava se coloca como el virtual ganador al obtener el 35.3% de los votos (140 mil 983), mientras que Adolfo Ríos está apenas un punto porcentual abajo, con 34.3% de los sufragios (137 mil 34), lo que representa tres mil 949 votos de diferencia. La impugnación que promueve Morena y sus aliados, es porque señalan existe evidencia de irregularidades, así como el despliegue de fuerza electoral a favor de Nava, quién abrió la chequera y compró voluntades a “billetazos”. Ante las reglas formales, la campaña se convirtió en un caldo de cultivo para la informalidad que aprovechó el PAN. La capital supone la antesala a la gubernatura, por eso su “cuidado” electoral.
La estructura estatal ha centralizado el poder en la figura del gobernador; con lazos de lealtad y dependencia entre sus seguidores; existiendo una apropiación de los recursos del Estado para beneficio económico y político del grupo en el poder. Así las cosas en Querétaro, por dónde no pasó el cambio.
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