SERENDIPIA
Voto del cinismo
El viernes pasado, el presidente Enrique Peña y su primer círculo despidieron la semana con una evaluación positiva de la estrategia de ataque al candidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya, y una primera revisión de las acciones para frenar el crecimiento de Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con Peña y su equipo más próximo de colaboradores, se logró sólidamente un propósito: colgarle a Anaya, su némesis, la etiqueta de corrupto. Los números que descansan en los despachos de Los Pinos y el PRI indican que el incendio mediático que vinculó a Anaya con una operación de lavado de dinero en la venta de una nave industrial logró disminuir entre tres y cinco puntos sus porcentajes de preferencia electoral.
La ofensiva del PRI y el gobierno en realidad no comenzó con las revelaciones de la Procuraduría General y del Sistema de Administración Tributaria, sino antes, al día siguiente del día del amor y la amistad, en el Estado de México, donde el gobernador Alfredo Del Mazo entregó 3 mil tarjetas del programa Salario Rosa a amas de casa de 12 municipios mexiquenses.
Las tarjetas con dinero benefician a las amas de casa que no tienen ingresos, una de las principales promesas de campaña de Del Mazo antes de ganar la elección en junio de 2017.
Las tarjetas de Del Mazo, sin embargo, representan mucho más que una promesa cumplida de campaña. Las estadísticas y los sondeos revisados en Los Pinos advierten, como la mayoría de las encuestas, que dos de los más sólidos reductos electorales de López Obrador son los potenciales votos de las amas de casa y de los jóvenes. En ambos casos, El Peje merodea en los 40 puntos.
La entrega de las tarjetas con dinero tiene el propósito de restar puntos a López Obrador entre el segmento primordial de las amas de casa, una acción que se conecta con un spot difundido por la casa de campaña del PRI a principios de febrero, que llama a los ciudadanos a imaginar un día sin servicios médicos para las familias, sin desayunos escolares, sin créditos y sin maestros, sin escuelas y educación gratuita. “A veces no valoramos lo que tenemos, sin pensar que podemos perderlo o nos lo pueden desaparecer”, dice el spot, que de acuerdo con los estrategas priístas causó el efecto esperado en la audiencia.
La ofensiva continuará las semanas siguientes desde distintos flancos, pero el más robusto será el que implica las acusaciones contra Anaya y cercanos colaboradores de López Obrador, incluidos sus hijos.
Del mismo modo en el que parecen obsesionados con destruir al candidato del PAN, el presidente Peña y el PRI se muestran decididos a sembrar la idea de que Anaya y AMLO son corruptos.
La apuesta del presidente y su partido es que en el río sucio y revuelto de la elección, ganen el voto del miedo y el voto del cinismo (todos somos corruptos).