GOTA A GOTA
El fetiche
Conforme transcurren estas horas mexicanas, la contienda por la presidencia de la República se encarniza más y más.
Los tres principales aspirantes, como aurigas en el circo romano, acicatean a sus caballos para alcanzar el gran fetiche.
Quien será el Judá Ben-Hur que abrace primero ese objeto al que se le atribuye alguna facultad de orden superior que una vez que la persona – en este caso el combatiente se apropia de él le proporcionará toda clase de venturas: poder, riqueza, dicha colectiva. Eso es un fetiche-
La pista es estrecha. Es normal que las cuadrigas se golpeen, como en “Ben-Hur”, la novela cristiana más influyente del siglo IXI, escrita por Lewis Wallace (1880) y filmada en su mejor versión por William Wyler (1959). Y por la estrechez misma solo habrá un vencedor. Yo me divertiría mucho de no ser porque está en juego el presente y el futuro de mi país
Mi escepticismo me exige cautela. Dos de esos guerreros mueren por alcanzar el fetiche, pues que eso es la presidencia en el imaginario social. Esos dos – Anaya y López Obrador- pugnan sin escrúpulos. El uno enzarzado en sus recovecos patrimoniales; el otro, concediendo todo, prostituyéndose. Ambos culpando a otros de sus inconsistencias; proyectándolas fuera de sí, en el entorno: el PRI implacable, la desalmada “mafía del poder”. Ambos charlatanes: Anaya con su visión futurista, más cercana a “Blade Runner” que a una idea de justicia social; López Obrador con su delirante república amorosa.
Y un tercero, José Antonio Meade, que participa en la carrera por encomienda, sin demasiada convicción. Aquellos arremeten con furia; éste responde con moderación, sereno, sin vender ilusiones, anclado en la realidad.
Pero admitamos, de llegar al poder cualquiera de los tres tendrán poco margen de maniobra. Anaya y López Obrador, prometen lo que no podrán cumplir. El fetiche no da para eso. Son grandes los conflictos a resolver. Meade sujeta sus palabras y, por ello, puede resultar menos atractivo para una masa que en las urnas depositará su indignación, su enojo, su sed de justicia.