SERENDIPIA
Noticias de Washington
Existen mitos y verdades sobre el trabajo de los servicios diplomáticos y de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos en México. Una verdad documentada es que los presidentes mexicanos y un círculo amplio de sus colaboradores se reúnen de manera habitual con los enviados de Washington, tanto con el embajador asignado, como con los representantes de la DEA o los directores de Inteligencia del gobierno norteamericano.
Los enviados de Washington recorren las secretarías de Estado, platican con diputados y senadores, se entrevistan con los secretarios de la Defensa y de la Marina, y conversan con políticos opositores, empresarios e intelectuales para tener información confiable para mantener informado a Washington del estado que guarda del país.
Los archivos de los servicios diplomáticos norteamericanos se leen como la galería de una relación íntima, en ocasiones fluida, con frecuencia tensa y a veces renegadamente obsequiosa o vulgarmente invasiva.
Un mes después de la elección de José López Portillo, los diplomáticos americanos reportaban que en círculos influyentes corría la versión de que un grupo de militares pretendía asesinar al presidente electo; en otra ocasión, López Portillo es retratado en los reportes con la docilidad de un cordero al solicitar autorización de la Casa Blanca para extender un acuerdo de estabilidad económica; tiempo después, el presidente Echeverría es descrito como un hombre obsesionado con la injerencia de Estados Unidos. Cita uno de los informes:
“Usted dice que el Departamento de Estado no se encuentra detrás de esto”, dijo Echeverría y con el puño asestó un golpe en la rodilla del embajador Java, “pero yo le digo que sí y probablemente también la CIA. Estas agencias son criaturas del gobierno americano en esta conspiración para poner a México de rodillas”.
En febrero de 2006, en otro de esos encuentros privados, Andrés Manuel López Obrador le dijo al embajador Tony Garza que los programas antinarcóticos y antiterrorismo deberían ocupar la agenda entre ambos países. Dijo que planeaba dar mayor libertad y autoridad al Ejército, la menos corrupta de las instituciones.
Esas conversaciones privadas se hicieron públicas en Wikileaks. ¿Qué dicen los informes enviados en estos días a Washington? Son una incógnita. Pero una audiencia en el Senado norteamericano describe la sensación que tiene la Casa Blanca sobre las elecciones de julio.
Daniel Coats, director de Inteligencia del gobierno de Trump, dijo que debido a la corrupción en el gobierno de Peña, el PRI se encuentra en la antesala de una derrota. Citó a la corrupción, los altos niveles de violencia y el declive económico como elementos centrales de ese escenario.
Si su posición respecto de Estados Unidos no se radicalizó en años recientes, seguramente López Obrador ya se habrá reunido con la embajadora Jacobson para discutir los intereses de los Estados Unidos en conexión con México, marcadamente: seguridad, narcotráfico, derechos humanos, plan económico y –de interés subrayado para los norteamericanos– el futuro de las reformas estructurales aprobadas en el gobierno de Peña.