EL CRISTALAZO
Andrés Copperfield y su magno acto
Hace muchos años, en una revista “New Yorker” vi un cartón muy simpático: en una oficina de contratación de actores, el reclutador miraba a dos magos aspirantes un puesto. Socarrón les decía:
–Quien desaparezca al otro se queda con el puesto.
Y era obvio, la desaparición de cosas es parte fundamental del ilusionismo.
Los méritos del truco se dan cuando alguien cree ver lo inexistente, lo aparente.
Ahora lo ves, ahora no lo ves. Trampantojo, birlibirloque, como decía José Bergamín (sin albur).
Y en ese sentido los prestidigitadores (dedos veloces), los magos, los grandes hombres del espectáculo de las bocas abiertas y el eterno, ¿cómo lo hizo?, son amos de la desaparición. Lo mismo llega como se va la paloma del pañuelo y el pañuelo de la mano y el tigre dentro de la caja y la cabeza de la muchacha linda cuyos dedos se mueven por un agujero cerca de la barriga. Todo es falso, todo es una ilusión, un espejismo.
En ese sentido el candidato Andrés Manuel López, es un ilusionista de primer orden. Algunos lo han comparado (por su habilidad para fascinar auditorios juveniles y cautivos), hasta con el flautista de Hamelín, quien no era un hombre de trucos de feria, sino un encantador. Es otra historia.
Pero si David Copperfield esfumó la muralla china, un avión de pasajeros, un elefante gris, un canario en la jaula, una jaula sin pájaro; el edificio del Empire State o la Estatua de la Libertad, entre otras cosas, Andrés Manuel López ha hecho de su campaña un catálogo de desapariciones con cuyo listado ni este mago, ni Mandrake, podrían competir.
Por ejemplo, Andrés Manuel ofrece desaparecer las pensiones para los ex presidentes, con lol cual se extinguirán también los servicios de apoyo para ex Ejecutivos y sus familias; escoltas, ayudantes, secretarias, vigilantes, soldados comisionados, oficiales del Estadio Mayor Presidencial de distinto rango y mérito, y ya de paso hasta el mismo Estado Mayor Presidencial con todo y su añejo tufo de guardia pretoriana.
Ya sabemos, el mago de Las Vegas un día desapareció un avión, pero era un aparato cualquiera. Un “Jumbo”, me parece.
El mérito ahora es ver quién supera la hazaña: sacar del paisaje un gigantesco Boeing, cuyas características de lujo, dimensiones y equipamiento, no conoció ni Obama. Y no sólo eso, junto con el enorme aeroplano o desaparecerá y un aeropuerto militar enterito, en Santa Lucía y otro en construcción en Texcoco. Esfumar un aeropuerto antes de hacerlo, eso si es una hazaña del ilusionismo.
Pero además desparecerán las cuentas miles de teléfonos celulares, los salarios de guardaespaldas y las pólizas de seguros de gastos médicos.
Se desvanecerán en el aire los contratos de las empresas petroleras y toda la reforma Educativa se irá al éter en un solo abracadabra. Ahora la ves, ahora no la ves. Sa van a extinguir también los gastos de propaganda del gobierno y la publicidad oficial. Austeridad. Y tras el paño blanco sólo queda el vacío.
También el gran mago de Macuspana va a extinguir los exámenes de admisión en las universidades y les entregará a los estudiantes la libertad de decidirlo todo en un nuevo modelo educativo de libertad absoluta.
Junto con otras muchas cosas en el vacío, se van a quedar miles de expedientes, pues si se decreta una amnistía para ciertos delincuentes de algunas características no determinadas todavía con exactitud, no tiene caso guardar archivos con antecedentes ni historias personales, pues los únicos archivos útiles serán el olvido, la amnesia, la desmemoria.
Y también se va a desaparecer el Cisen, esa institución de acopio informativo, la cual –dice AML—sólo ha servido, para espiar a los opositores políticos.
Al menos para espiar a su familia, ha dicho Dion Andrés, lo cual (oiga usted, diría Cantinflas), ya es para tomarse en serio, pues una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
Este ha sido el anuncio del futuro acto de magia:
“(Crónica).- Andrés Manuel López Obrador dijo que después del triunfo de Morena en 2018 desaparecerá el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), que es la oficina de espionaje de la Secretaría de Gobernación, que consume cuatro mil millones de pesos al año.
“Lo considero un gasto innecesario. Nosotros no vamos a vigilar a nadie, ni hacer espionaje, no vamos a escuchar llamadas telefónicas, ni hackearlos para obtener archivos y fotografías”.
“El tabasqueño comentó que ayer –al salir del hotel donde se hospedó– estaban los del CISEN tomando fotografías “y eso lo hacen desde hace mucho tiempo” y lamentó que el CISEN no se use para inteligencia, no espían a delincuentes, lo hacen con opositores. “No sólo me espían a mí, sino a todos los dirigentes políticos y sociales, todo eso va a desaparecer”.
Nada por aquí, nada por allá. Como decía Beto “El boticario”. ¡Magazo!