El poeta chileno Nicanor Parra, creador de la antipoesía y ganador de numerosos galardones literarios, entre ellos el Premio Cervantes, murió este martes en Santiago, a los 103 años.
El deceso del autor de “Hojas de Parra”, “Poesía y Antipoesía”, y “Versos de Salón”, entre otras obras, ocurrió en la madrugada de este martes, según confirmó el ministro chileno de Cultura, Ernesto Ottone.
En tanto, el Ministerio de Educación difundió en su cuenta de Twitter “29 citas, frases y artefactos del gran antipoeta, Nicanor Parra. Hoy y siempre”.
Nacido en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914 y mayor de nueve hermanos, entre ellos la folclorista Violeta Parra, Nicanor Parra fue además profesor de Física, pero revolucionó a la poesía de Chile y el Mundo cuando proclamó, en 1954, que la poesía había sido “el paraíso del tonto solemne” en los últimos 50 años (“Poemas y Antipoemas”.
Entre los reconocimientos y premios que se adjudicó destacan el Premio Nacional de Literatura (1969), el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1997) y el Premio Miguel de Cervantes (2011).
Los últimos veinte años de su vida, al menos, los pasó en su casa ubicada en el balneario Las Cruces, donde además celebró su centenario en el año 2014.
Físico, matemático y creador de la ‘antipoesía’, Nicanor Parra falleció este martes a los 103 años. En más de un siglo de vida, revolucionó la poesía hispanoamericana con un estilo extravagante y transgresor que conquistó especialmente a las nuevas generaciones.
Parra publicó en 1937 su primer libro, “Cancionero sin nombre”, pero tuvieron que pasar 17 años para que publicara su segunda y más importante obra: “Poemas y antipoemas” (1954), el detonante de la ‘antipoesía’, la escritura irreverente, mundana y a la vez sencilla que caracterizó su obra.
Con este libro, Parra se revela contra la poesía tradicional chilena, rígida y seria a su juicio, e introduce la ironía y el léxico simple para hablar de temas cotidianos.
“Se trata de ‘desbarrotizar’ la poesía chilena”, dijo el poeta en una entrevista. “Yo trataría de permitir que se abrieran puertas y ventanas, de manera que la realidad entera se incorpore a la academia”, insistió.
Nacido en una modesta familia de San Fabián de Alico (Chillán, sur de Chile), hermano entre otros ocho de la popular cantautora Violeta Parra, Nicanor destacó en ciencias, aunque su vocación fue siempre la literatura.
Licenciado en Matemáticas y física de la Universidad de Chile, estudió en Estados Unidos e Inglaterra, y se especializó en mecánica y cosmología.
Neruda, una amistad con altibajos
Parra ganó el premio Cervantes en 2011, mantuvo una ambigua relación con el poder y huyó de la poesía ideologizada.
Durante la Guerra Fría, pese a ser considerado de izquierda, sorprendió a la intelectualidad de la época cuando aceptó una invitación a tomar el té de la esposa del ex mandatario estadounidense Richard Nixon.
Su osadía le valió ser vetado en la Feria del libro de La Habana y repudiado por los comunistas, alejándolo del poeta y Nobel chileno Pablo Neruda, quien tuvo un papel activo en el gobierno de la Unidad Popular del socialista Salvador Allende.
Con los años las diferencias se profundizaron con Neruda, quien vivió y fue sepultado a pocos kilómetros de la residencia en la que Parra pasó sus últimos días, en el balneario de Las Cruces, en la costa central chilena, donde el antipoeta vivió casi en el ostracismo y esquivando a la prensa.
En círculos intelectuales se comenta que incluso cuando el ganador del Nobel falleció, en 1973, a los pocos días del golpe de Estado que instaló la dictadura de Augusto Pinochet, la tercera esposa del vate Matilde Urrutia, impidió que Parra entrara al velorio.
“A contraposición de Neruda, que hablaba del pueblo, Nicanor habla como el pueblo”, graficó el escritor y crítico literario chileno Camilo Marks, sobre la diferencias que marcaron la poesía de Parra y Neruda.
También como rasgo diferenciador, Nicanor Parra mezcló la literatura y obras visuales, con montajes de gran impacto, como “El pago de Chile” (2006), una representación en la que aparecían ahorcados todos los presidentes del país.
Parra fue involuntario protagonista también de uno de los principales bochornos del presidente Sebastián Piñera, quien lo dio por muerto al inaugurar la feria del Libro de Santiago del año 2010.
Hasta antes de fallecer, el poeta seguía activo, escribiendo a diario en su residencia en Las Cruces, en un escritorio que miraba al Océano Pacífico, y paseando invierno y verano sobre las tranquilas calles de este pequeño balneario.
“Invierno y verano camina; maneja su auto Volkswagen, escribe mucho, y siempre es muy visitado. La vida del tío Nicanor esta abonada por la sencillez y la falta absoluta de farándula”, aseguraba su sobrina Isabel, sobre la rutina del escritor.
El Cervantes, un premio a la vejez
El Premio Cervantes llegó para Nicanor Parra luego de recibir el Premio Nacional de Literatura (1969), el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1991), y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2001).
Pero una vez más, el galardón le valió para exhibir su faceta más contestataria. Se negó a viajar a recirbilo y en su lugar envió a su nieto Cristóbal, apodado “El Tololo”.
“No me explico, rector, las razones que pudo tener el jurado para premiarme a mí, que soy el último de la lista de este premio tan contundente como merecido. Hay por lo menos una docena de candidatos, que con razón se sienten postergados”, expresó muy en su estilo Parra, en una carta leída por su nieto.
“Hay una sola explicación posible, el estado precario de salud de este anciano decrépito. Este es un premio a la longevidad”, agregó.
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