Nacho Padilla habría cumplido 49 años esta semana de no haber muerto trágicamente en accidente automovilístico en la tierra que adoptó como suya, Querétaro.
El autor de La gruta del toscano, Si volviesen sus majestades y Amphitryon estaba en plenitud profesional la noche lluviosa que falleció en el Paseo de la República
Dotado de una impresionante capacidad para crear, el destacado integrante de la llamada generación del Crack, miembro de número de la Academia de la Lengua y Premio Juan Rulfo, entre otros muchos, escogió Querétaro para vivir.
Aquí, durante años, fomentó amistades como las de Raúl Iturralde y Santiago Carbonell, además de haber sido admirador de nuestro poeta Francisco Cervantes.
Amó a Querétaro. Y Querétaro lo recibió con los brazos abiertos.
De eso platicamos en una entrevista en su su estudio en la “Plaza Roja de Juriquilla”.
Ahí se sinceró en un extenso diálogo.
Fue el 1 de octubre de 2006, hace 11 años.
Este es apenas un fragmento de la charla para recordarlo en su natalicio 49 del pasado 7 de noviembre.
¿Cómo fue que escogiste Querétaro, Ignacio Padilla, para sentar tus reales?
“No lo tengo muy claro, en primer lugar decidí después de recorrer una buena parte del mundo, que era México el país donde quería, quiero, vivir; era México, la cultura mexicana, la idea mexicana a pesar de todos sus inconvenientes, donde quería que crecieran y se educaran mis hijos, eso para mí ha sido importante también tenía muy claro que no quería, ni pienso, ni quiero ni debo –y nadie debería- vivir en la Ciudad de México. Escogí el país, descartaba la Ciudad de México y todas las ciudades que pensé Querétaro resultó sin duda la mejor opción.
En esta ciudad barroca, “roca barroca” le llamaba Cervantes y hay quienes ven el barroco en tus textos…
Mis textos son excesivamente barrocos, no lo puedo negar, en ocasiones llegan a ser churriguerescos; mi pensamiento es barroco, mi imaginación es barroca, mis ideas surgen a borbotones por ese horror vacui que tiene todo autor hasta que produce. Quizás ésa sea una de las razones por las cuales Querétaro me interesa tanto, me entusiasma tanto lo barroco queretano tiene todavía esa limpieza que lo inclina más hacia lo clásico, quizá refleja o me siento reflejado en esas características de la ciudad.
¿Qué no te gusta de Querétaro?
¿Qué no me gusta de Querétaro? Es que me gusta muchísimo esta ciudad. No me gustan sus resabios provincianos en algunos aspectos, no me gusta que en ocasiones tenga cierta cerrazón hacia el mundo, su polarización, su extremada modernidad en ciertos artistas, en ciertos consumidores de cultura jóvenes y, por otro lado, su extremado conservadurismo en la parte de la comunidad que todavía no se abre, que todavía no entiende que Querétaro puede ser y debe ser una capital mundial y que debemos dejar a toda costa de pensar que hay que pasar por la ciudad de México para hacer algo que internacionalmente valga la pena, creo que nos falta ambición.
Ignacio ¿ves un movimiento cultural en Querétaro en los últimos años?
Sí, creo que hay un movimiento cultural importante en Querétaro, después de conocer la ciudad de México, la cuidad de Puebla y Querétaro, creo que hay una oferta cultural inmensa y hay un exceso de oferta cultural. Se quejan mucho los queretanos de una falta de oferta cultural, cuando no se dan cuenta que tenemos muchísima, lo que falta son consumidores de cultura. Abunda. Hay un exceso de oferta cultural, la que es consumida por las mismas 200, 300 personas; me parece que tiene todo lo que necesita, tiene más librerías que la ciudad de Puebla, tiene una muestra internacional de cine, tiene festivales importantes y hay que seguir preguntándonos, no quiénes consumen la cultura , quiénes consumen la cultura.
Eso sostiene Ignacio Padilla, un escritor, le digo, del cual Querétaro debe sentirse muy orgulloso, y responde “yo no me siento orgulloso de Querétaro”. Aquí escribió a borbotones y hasta se daba sus ratos para ver amigos como Santiago Carbonell, Raúl Iturralde, Roberto González, Enrique Vallejo y Luis Alberto Arellano, con quienes compartía afanes y gustos.
Uno de ellos, el pintor Carbonell, cierta tarde en Rafaelo’s se propuso de enlace para esta entrevista con el queretano y barroco, casi churrigueresco, que invitó café del Oxxo en elque fue su refugio de la Plaza Roja de Juriquilla.
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN