QUERETANIDAD
ATACAN A LA UAQ VIA PRESUPUESTO
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN
A casi 60 años de haberse logrado la autonomía universitaria, el gobierno estatal mantiene su intervención en la UAQ a través del presupuesto, sentencia el líder histórico del movimiento de 1958, Álvaro Arreola Valdés.
Ajonjolí de todos los moles, el cuatro veces director de la Escuela de Bachilleres estuvo a tres votos de ser rector en 1976 y hasta rindió protesta ante el oficial mayor Braulio Guerra Malo. Aunque en realidad le faltó un solo voto, el del gobernador.
-Antonio Calzada no quiso, no me permitió llegar. Así me lo reveló el licenciado Guadalupe Ramírez. Temía le cerrara la Universidad en caso de desacuerdos presupuestales. Y sí.
Como cuando Juan C. Gorráez quitó a Fernando Díaz Ramírez de la rectoría y Álvaro encabezó la decena mágica –los 10 días que conmocionaron a Querétaro- obligando al mandatario estatal no solamente a restituirlo, sino a otorgar la autonomía de la Universidad, esa que seis décadas después es vulnerada por la insuficiencia económica.
PLAZA DE ARMAS, El Periódico de Querétaro, le pide al maestro Arreola su versión –habiendo tantas- sobre el movimiento de 1958.
-No es mi versión. Es como fue, respinga el protagonista.
Y lo cuenta, en el comedor de su casa de Pino Suárez, en cuya mesa despliega cantidad de carpetas y papeles, incluidas varias portadas de la Extra Universitaria, con la historia de la huelga estallada por los estudiantes tras el cese del rector fundador, Fernando Díaz Ramírez.
Eugenio Chelet les dio la noticia en el Jardín Zenea a él, Jorge Hernández Palma y Jaime Murúa: ¿Qué creen?, Juan Gorráez acaba de quitar a Fernando Díaz y nombró a Pepe Alcocer.
De inmediato se trasladaron al edificio universitario, en 16 de septiembre, y citaron a todos los alumnos. “Éramos como 120”.
Ahí, recuerda, informamos de lo acontecido y uno de las primeras decisiones fue solicitar una entrevista con el mandatario estatal para decirle que no estabamos de acuerdo en el cambio.
En el encuentro participaron solamente los estudiantes. “No invitamos a los profesores porque eran burócratas o tenían despachos con intereses” explica.
-Era un movimiento completamente estudiantil. El único maestro que nos dio su apoyo fue el doctor Calzada.
GORRÁEZ, IGUALITO QUE HOY
Aquí hace un paréntesis Álvaro Arreola para aclarar que José Alcocer Pozo era aceptado, respetado y querido, pero no estaban conformes por la forma adoptada por el gobernador para designarlo, sin tomar en cuenta a la base de la institución, el alumnado.
Y en efecto, al titular del Poder Ejecutivo del Estado no le importaba la opinión de los universitarios, igualito que hoy.
Lo primero que les dijo al recibirlos fue: Necesitan leer su Ley Orgánica. Ahí dice que es facultad del gobernador nombrar y remover al rector. Lo segundo que les soltó fue: Vengo de ser presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal y ahí enfrenté a los tranviarios, dirigentes cetemistas y de todos los sindicatos, ¿creen que ustedes van a espantarme?
Inconformes con la negativa de Juan C. Gorráez a reinstalar al rector Fernando Díaz, Álvaro y sus compañeros decidieron hablar con el doctor José Alcocer Pozo, por cierto padre de Manuel Alcocer Gamba, secretario de Finanzas del actual gobierno.
También el rector sustituto los remitió a la Ley Orgánica y las facultades del gobernante y que él no le podía decir a Gorráez que siempre no aceptaba el cargo. “Le dijimos que íbamos a cerrar la Universidad y nos advirtió que nos íbamos a meter en un lío”.
No les importó a los muchachos y se pusieron en huelga. Del 17 al 27 de enero de 1958, los diez días que conmovieron a Querétaro y lo pusieron en la vitrina nacional porque pidieron ayuda a todas las universidades para que enviaran telegramas -medio de comunicación privilegiado en ese tiempo- al Presidente de la República, a los secretarios y a la sociedad en general.
Pronto recibieron apoyos, especialmente del dirigente estudiantil Héctor Pastrana, de la UNAM (que les aconsejó el tema de la autonomía universitaria) y Jesús Guízar, coordinador nacional de estudiantes universitarios, con sede en Morelia, Michoacán.
Era tanto el interés oficial de aplacar el movimiento que a Pastrana lo interceptaron en la Central de Autobuses para llevarlo a platicar con el gobernador, quien le argumentó que se trataba de un movimiento de comunistas.
-Nosotros no sabíamos lo que era eso, confiesa Arreola, porque nuestros maestros no nos lo habían enseñado, ni en las materias económicas ni en las de ideas políticas. Nada. Ignorábamos de qué estaba hablando Gorráez. Era un asunto sin intereses partidistas ni nada. Puramente estudiantil.
Así lo entendió la sociedad queretana, porque hasta los empresarios los apoyaron, aunque cerraran no solamente la Universidad sino algunas calles del Centro Histórico.
-¿Cómo le hicimos para no ser rechazados? Hablamos con los posibles afectados, los taxistas y los comerciantes. Sólo nos exigieron que fuera todo pacífico y no se rompiera ni un vidrio, porque entonces sí se opondrían.
Fueron los choferes los que cerraron las calles con sus vehículos. “Nosotros no teníamos ni bicicletas”.
Fueron días intensos. De comunicaciones telegráficas y telefónicas.
TELEGRAMAS, HOY TUITS
Los telegramas eran todo, como hoy los tuits, pero el teléfono era más seguro, bueno en ese tiempo, y los dueños de la panadería de El Sol Divino, en 16 de septiembre y Altamirano, les prestaban su línea.
Hasta que, gracias al apoyo local y de otras universidades, intervino el gobierno del presidente Adolfo López Mateos para recomendar la reinstalación de Fernando Díaz y el reconocimiento de la autonomía, porque ahí empieza todo, en la elección del rector. Y bueno. Ya vemos que la autonomía depende del presupuesto, “el pleito eterno, porque es el único medio de control del estado”.
Ocurrió el triunfo del movimiento estudiantil encabezado por Arreola con la participación de su comité, en el cual figuraban los hermanos Salvador y Pedro Septién, Hugo Terán, Jesús Galván, Jaime Murúa, Alejandro Maldonado Franco, Rogelio Garfias Ruiz, Antonio Jaramillo, Manuel Suárez Muñoz, Elisa Urbiola Basaldúa, Gloria Montes y Jesús Figueroa.
Era el mero día del santo del gobernador, que tenía fiesta en su casa de Juárez y Arteaga, hasta donde llegaron los huelguistas para fumar la pipa de la paz.
Ahí se produjo el famoso episodio de la corbata.
Héctor Pastrana le dijo a Gorráez que en toda solución de un conflicto se hace algo simbólico para celebrar. “Y surgió lo de cortarnos todos las corbatas. Hernández Palma consiguió unas tijeras y ¡zas!”
¡El fistol no!, los contuvo el gobernador, porque me lo acaba de regalar mi esposa.
-Yo me quedé con las corbatas, revela Arreola, pero cometí el error de entregarlas en la rectoría y desaparecieron.
Esa historia juvenil repercutiría muchos años después en la vida de Álvaro, que en 1976 quiso ser rector de su Universidad y no pudo, a pesar de tener mayoría.
-Calzada no me dejó. Decía que yo cerraría la Universidad si no me aprobaba el presupuesto. Eso me lo contó el licenciado Ramírez Álvarez, rector saliente. Que a cambio, el gobernador me enviaría a la Sorbona a estudiar la historia de la civilización francesa.
Y añade
-Que Antonio no tenía gallo, pero surgió Enrique Rabell y nosotros negociamos que entrara Mariano Amaya como secretario general. Mariano es muy inteligente, pero es más tozudo que inteligente. Álvaro siguió al frente de la Escuela de Bachilleres, de la que fue cuatro veces director y en una de esas simultáneamente –hoy impensable- ¡jefe de la Policía Judicial!
Él lo matiza: Era agente del Ministerio Público adscrito a la Policía Judicial.
Tiempo después, en el gobierno de Mariano Palacios, sería rector… de la Universidad Tecnológica, nueva opción que él propuso para responder a los tiempos modernos de la industrialización.
-Se lo planteé al secretario de Cultura, Juan Antonio Isla, y me pidió que lo documentara muy bien, porque al gobernador le gustaba que le llevaran soluciones, no problemas. Los convenció, la fundaron y él la dirigió en sus primeros años.
Éste es Álvaro Arreola, el líder del movimiento de la autonomía universitaria en 1958, miembro distinguido de la queretanidad a pesar de haber nacido –“un robusto bebé”- en Xicoténcatl, Tamaulipas, en 1934. “Soy más queretano que cualquiera”.
MÁS QUERETANO QUE CUALQUIERA
Llegó a esta ciudad en 1940, porque a su padre, telegrafista de Ferrocarriles Nacionales, le propusieron cambiarlo a San Luis Potosí o Querétaro, y por fortuna escogió la segunda opción, a recomendación de su esposa. “Mientras más lejos del norte, mejor” sentenció ella.
Alvarito tenía 6 años y como era muy buen estudiante las escuelas lo pedían como ejemplo para los otros alumnos, bromea, explicando así que haya estado en media docena de planteles, desde la Andrés Balvanera al militarizado Instituto Velasco, pasando por la Nicolás Campa, Vicente Rivapalacio, Arteaga y hasta el Instituto Queretano.
Y va de cuento.
Peleonero fue. Boxeador, “El Estudiante”. Campeón nacional de atletismo en 4×400. Voleibolista y basquetbolista. Sigue haciendo deportes propios de su edad, calistenia. Se levanta a las seis de la mañana todos los días y nada tres veces por semana en el Club Campestre, en donde ha sido parte del paisaje por décadas.
Está orgulloso de su ciudad, que fue la tercera del reino, recuerda, antes de señalar que hoy tiene todos los beneficios y dificultades de capital importante. El Centro está imposible y también la contaminación y la inseguridad galopante. No es el Querétaro que yo conocí. De serenatas en el Jardín (él le sigue diciendo Obregón) con la banda de Aurelio Rivas, hoy dirigida por Aurelio Olvera.
Es otro Querétaro. Aquél, refiere nostálgico, era el de La Mariposa y el Salón del Valle, con la cafetería del Gran Hotel, para los turistas.
Y él, es el mismo. Dedicado a la educación en Querétaro, sólo que ahora escribiéndola, desde los jesuitas, el clero secular, el estado y la autonomía, de la que fue promotor.
La política no le interesó, a pesar de haber sido invitado varias veces, cuando el PRI era la aplanadora.
-Me ponían como condición dejar la Universidad y no acepté, porque la Universidad es mi vida y a ella y a Querétaro le debo todo lo que tengo. Lo del gobierno es por seis años y luego salen apestados y perseguidos. Esa es la historia de la política. La de historia la UAQ, como hace 60 años, sigue siendo la defensa de la autonomía frente a un gobierno que interviene a través del presupuesto. “Pleito eterno, porque es el único medio de control del estado”.