DEL ZÓCALO A LOS PINOS
Dreamers: ofrecerles un regreso “a modo” es hacerle el juego a Trump
Los dreamers son jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos antes de cumplir los 16 años en busca del “sueño americano”, de ahí su nombre de dreamers –soñadores-. En agosto de 2012, el entonces presidente Barack Obama expidió una Orden Ejecutiva de Acción Diferida para los llegados en la Infancia –DACA por sus siglas en inglés- que les permitía estudiar, trabajar sin ser deportados, tener un número de seguro social, licencia de conducir entre otros beneficios. El martes, el xenófobo y racista Trump le puso fin al sueño. Sin el menor escrúpulo anunció a través de Jeff Sessions el fin del programa, que en especial beneficiaba a 690000 mexicanos, 28000 salvadoreños, 19792 guatemaltecos, 18262 hondureños, 9066 peruanos, 7361 brasileños, 6696 ecuatorianos, 6591 colombianos, por citar las comunidades latinas. Y vía un tuit llamó al Congreso a “hacer su trabajo” y legislar una solución para los cientos de miles de jóvenes que ahora quedan en estado total de indefensión, ya que al inscribirse en el DACA aportaron todos sus datos personales, familiares, de origen y ubicación en los Estados Unidos.
Las reacciones no se hicieron esperar. Miles se manifestaron frente a la Casa Blanca y en otros estados; el ex presidente Obama lamentó el hecho y con inusual lenguaje en su condición de par del loco racista que lo sucedió, en un comunicado fijó su posición “Una sombra se ha arrojado sobre algunos de nuestros mejores y más brillantes jóvenes. Apuntar a estos jóvenes es erróneo y es cruel” concluyó. Mark Zuckerberg escribió “Los dreamers no merecen vivir con miedo, es un día triste para EU”. Ya en el terreno de la acción, varios estados están preparando demandas contra tal decisión. El Fiscal General de Nueva York, Eric T Schneideman y el Gobernador Andrew Cuomo anunciaron una demanda multiestatal para proteger a los beneficiarios de la Acción Diferida; en un comunicado Cuomo sostuvo “El fin de esta política representa un asalto a los valores que construyeron este Estado y esta nación”. En el mismo sentido se pronunciaron medios de comunicación, líderes empresariales y religiosos, Alcaldes a lo largo y ancho del país, grupos de activistas, gobernadores y legisladores demócratas. También repudiaron la medida prestigiadas universidades y centros educativos.
Ayer mismo, un cable daba cuenta de la detención de nueve jóvenes de origen mexicano que organizaron un acto de desobediencia civil frente a la Torre Trump en Nueva York; el acto que bloqueó la Quinta Avenida fue convocado por el grupo civil “Cosecha”, al final se reportaron un total de 34 detenidos; por la tarde se sumaron 22 –detenidos- más, que pedían la liberación de los primeros; Saraí Bravo, joven de 24 años originaria de Puebla aseguró que la orden de Trump le costará su empleo como Ejecutiva de Cuenta en una empresa de Nueva York; sin arredrarse comentó que ahora su lucha estará enfocada a demostrar que “somos seres humanos, que hemos seguido las reglas para ser profesionales en este país. Hemos estudiado y hemos trabajado a fin de contribuir a la grandeza de este país al que llamamos nuestra casa”.
Mientras esta emergencia violatoria a los derechos humanos más elementales sucedía en torno a nuestros connacionales del otro lado del Río Bravo; los también nuestros, “viajeros frecuenta”, eran recibidos con pipa y guantes en la República de China, donde asistieron a uno de tantos “encuentros” en los que , lo único relevante son “la foto”, las viandas y el shopping. Por la mañana, el flamante embajador de México en Estados Unidos, Gerónimo Gutiérrez, muy quitado de la pena le dijo a Manuel Feregrino que “no esperaban redadas contra los indocumentados que llegaron de niños a los Estados Unidos”; por lo que se advierte el embajadorcito vive en Disneylandia; ya entrado en gastos y por no dejar argumentó que “harán todo lo que se pueda en el ámbito legislativo” –de allá- para impulsar una legislación en la materia”, lo cual suena a burla, siendo de todos conocido que los republicanos que controlan el Congreso, al día de hoy las dos Cámaras, durante más de 7 años se han opuesto y han bloqueado cualquier iniciativa que favorezca a los inmigrantes indocumentados; y ya para terminar puso a disposición los Consulados para “brindar información y asesoría”.
Ya en la tarde del martes, el presidente Peña Nieto, entre brindis y fotos lanzo vía tuit –si así se pegara lo bueno- un mensaje en que “lamentaba profundamente la cancelación del programa de Acción Diferida para los llegados en la infancia”; ofreció promover “una pronta solución”, sin dar fechas; y ya en el arrebato nacionalista dijo “México recibirá con los brazos abiertos a los jóvenes que regresen. El @GobMx les ofrecerá el mayor apoyo para integrarse plenamente al país”. Por supuesto no dijo a qué país, ¿el del mundo feliz de los Ruiz Esparza o el de los que mueren en socavones o se integran al crimen organizado por falta de opciones para vivir? En el mismo sentido –de Gerónimo y Peña Nieto- se pronunció el Canciller Luis Videgaray, la misma cantaleta, “promover acciones legislativas” –llamadas a misa-, “apoyo consular” –desde China con amor- y “puertas abiertas, bolsa de trabajo, empleos, revalidación de estudios y seguro popular” para los dreamers que quieran regresar.
En este contexto; lo que el Presidente Peña y el Canciller Videgaray, menos el tal Gerónimo, no entienden –o no les conviene entender- es que los dreamers no quieren regresar a México. No quieren un programa de la SEP que les revalide estudios y dar clases de inglés; o que la Secretaría del Trabajo les garantice un empleo precario, o que la Secretaría de Economía los ayude a poner un “negocito”.
Los dreamers quieren dar la lucha y que los consulados los apoyen en las batallas titánicas que van a librar. Ya entidades educativas como las Universidades de Harvard y Berkeley han postulado que defenderán con todos sus recursos y canales institucionales la permanencia de los dreamers que estudian en sus aulas. Reconocen un hecho incontrovertible: que son mujeres y hombres que tienen mucho que aportar al único país que conocen y que consideran –y es- ya suyo.
El ofrecerles un regreso “a modo” es hacerle el juego a Trump. El Presidente Peña y el Canciller Videgaray deben reconsiderar su estrategia. Hay que acompañar a los dreamers en su lucha por permanecer en Estados Unidos, cueste lo que cueste. Así sea la amistad del yerno.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?.