QUERETANIDAD
La Mariposa
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN
Todo cambia en Querétaro, menos La Mariposa, en donde aún puede verse y saborearse lo tradicional, se ufanan sus dueños Rosario y Pedro de la Vega Burgos, hijos de los fundadores. Nada le hacen el tiempo ni las migraciones a este icono de la queretanidad. Ya va a cumplir 77 años “y sigue volando”.
Sus ates, jamoncillos, duraznos prensados, jaletinas, roscas de piña, pan de queso y nieves endulzan a propios y extraños que también disfrutan las tortas, tostadas, enchiladas y todo lo de su carta tradicional, con la peculiaridad de nunca haber vendido alcohol, ni siquiera cerveza, “no va con nuestros alimentos” dice don Pedro, orgulloso.
Inaugurada el 15 de septiembre de 1940 por don José de la Vega Basaldúa y doña María Teresa Burgos Vizcaya, la dulcería, cafetería, nevería nació en 5 de mayo 2, el primero de sus cinco domicilios, porque en 1940 se instaló en Juárez 61, en 1945 pasó a Juárez 71, en 1958 a Juárez y 16 de septiembre –el más añorado por los nostálgicos- y a su actual refugio, en Ángela Peralta 7, desde 1975 cuando tuvieron que moverse por las obras de remodelación en la zona del Teatro de la República.
Tomaron el nombre de La Mariposa en honor de un pequeño establecimiento abierto en 1908 por el abuelo materno, José Trinidad Burgos, en la calles de Juárez, frente al jardín Zenea, en donde hoy está el Bancomer. Eso cuentan Rosario y Pedro de la Vega Burgos a PLAZA DE ARMAS, El Periódico de Querétaro, frente a un riquísimo café de la casa y un platito de dulces de colación, aquí donde “todo es sencillo y tradicional”, clave del éxito –creen ellos- del amplio reconocimiento local, nacional e internacional. No en balde todos los días viajan algunos de sus productos al interior o exterior de la República.
La Mariposa ha sido y es lugar de encuentro y de citas de las nuevas parejas, hoy hasta con nietos.
Personajes nacionales y locales han estado en sus mesas, en donde dicen, permanecen los mismos manteles y atienden las mismas meseras. La leyenda urbana le hace gracia a don Pedro. Los manteles se han actualizado, ya aparece el Estadio Corregidora, inaugurado en 1985. Y las antiguas empleadas, ya jubiladas, siguen viniendo pero sólo a saludar.
A la vitrina de Juárez y Madero, en donde hoy está una tienda de telas, aunque “dijeron que vendría una de las mejores tiendas de México”, iban todos los estudiantes de la UAQ, los maestros y el rector fundador Fernando Díaz Ramírez, que un día pidió permiso para poner ahí los avisos, porque los verían más que en la Universidad.
Presidentes, gobernadores, alcaldes, artistas, cantantes y toreros han degustado sus productos. Desde Miguel de la Madrid a Peña Nieto, de Juan C. Gorráez a Francisco Domínguez, incluidos Mariano Palacios que romanceó aquí con la ahora su esposa, Anita, cuya abuelita era gran amiga de la de los De la Vega, desde los ocho años. Tanto que el día anterior a su muerte le llamó a dola Ana para despedirse.
También recuerdan a Rafael Camacho Guzmán, el políglota le llama don Pedro, “porque le hablaba a cada queretano en su idioma”. Aquí nunca dijo una mala palabra, atestigua doña Rosario. Y celebran que le dejó a Querétaro el estadio, el auditorio y una ciudad bien conservada, “no como ahora, en donde hasta le están cambiando el estilo al paseo del Río Querétaro, para mal.
La Mariposa nunca le ha tenido miedo a la competencia. Las tortilleras, decía doña María Teresa, estaban en el mercado unas junto a las otras y todas vendían. Cada quien tiene su clientela.. Muchas cafeterías han surgido y desaparecido y ésta continúa, viendo con tristeza el fin de otros comercios, como la librería del Sagrado Corazón, últimamente, aunque les alienta la permanencia de la sombrerería La Popular o de la cenaduría de Blas, que han resistido el paso del tiempo.
Así, este lugar de la queretanidad abre diariamente de ocho de la mañana a las nueve y media de la noche. “Es que a es ahora soltaban al león en Querétaro”.
Y todo pasa afuera. Nació en 1940, la noche del grito, en plena segunda guerra mundial y continúa inmutable, mientras Donal Trump pleitea con México y los partidos se pelean el poder, rumbo al 2018, aquí se vive la paz de la buena cocina. Siendo el lugar favorito de los estudiantes, nunca ha habido un pleito.
Hoy, a punto de cumplir 77 años de la inauguración, Rosario y Pedro de la Vega Burgos le dan gracias a Dios y esperan les otorgue licencia para celebrar con gran fiesta, en 2020, los 80 años de su cafetería con sus clientes, personas de todas las edades, clases sociales y convicciones religiosas y políticas. Sus puertas están abiertas para todos. Entre los asiduos recuerdan además del rector Fernando Díaz, a don Roberto Ruiz Obregón, José Arana Morán, los doctores Nuñez Lara y Macedo, lo mismo que figuras como Javier Solís o José Mojica, Paco Gorráez El Cachorro, que se llevaba sus dulces cuando toreaba en España.
Todo lo registran y retienen Rosario y Pedro, dos de los tres sobrevivientes del grupo de ocho hermanos: Francisca, que es monja y los fallecidos, Jesús, José, Tere, Lupe y María de la Luz. Rosario tiene 82 años y Pedro 91. “Mamá murió de 95, sintiéndose de 15” cuenta ella, integrante de la cuarta generación de La Mariposa.
¿Cuál es el secreto de La Mariposa? les preguntamos, haciendo la analogía con la fórmula de la Coca Cola y la receta de un pollo frito.
-Son los mismos ingredientes. La diferencia está en el cómo hacerlo, advierte don Pedro. Nuestros dulces y las nieves, todo, lo hacemos con leche bronca, como antes.
Por eso el Querétaro tradicional vive aquí.
Todo cambia, La Mariposa no.