Liébano Sáenz
Las fechas invitan a los buenos deseos y al optimismo. Sin embargo, la realidad actual está marcada por la incertidumbre. Como siempre, conviven oportunidades y problemas que sería ingenuo desdeñar. En este contexto, importa mucho la actitud, el espíritu con el que se encare la realidad es decisivo y el fatalismo, es sin duda, la peor postura.
Ante el creciente descontento social, resulta natural atribuir al gobernante la responsabilidad de las dificultades existentes. Y es cierto: hay mucho que cuestionarle, criticarle y rechazarle. Sin embargo, parte de lo que ocurre no se explica solo desde el poder político, sino que tiene su origen en la sociedad, en particular a partir de las decisiones de quienes en ella concentran mayor influencia.
Un régimen se autorregula a partir de la corresponsabilidad, una actitud que, si en el pasado existió, hoy se ha debilitado notablemente. Esto no exime a quienes detentan el poder de decisión, es decir, a quien gobierna, sobre todo cuando concentra la mayoría legislativa y ejerce control sobre el funcionamiento de las instituciones públicas, incluidos los órganos autónomos, los poderes públicos y los distintos órdenes de gobierno.
Insisto, es indispensable mantener una postura positiva y razonada. No se trata de temeridad frente a la tempestad, sino de persistir, perseverar en lo que se cree y que es preciso defender. El tiempo, pese a sus accidentes, suele inclinarse a favor de lo mejor. Las dificultades actuales son estaciones de paso hacia un porvenir más prometedor, siempre que cada uno asuma la parte que le corresponde.
2025 fue un año de definiciones, muchas de ellas desastrosas. Sin embargo, aceptémoslo, ya son realidad y debemos actuar desde esas circunstancias. También hubo señales alentadoras. Tras el homicidio del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, la reacción de la sociedad del país obligó al gobierno federal a corregir su omisión. Algo similar ocurrió con la agresión a María Amparo Casar: la respuesta de un sector relevante de la opinión pública llevó al gobierno a abandonar una línea confrontativa con ella.
En 2026, buena parte de lo que ocurra deberá surgir de la sociedad. Solo por ello serán buenos tiempos.
