La residencia en donde pernocta el general Álvaro Obregón es considerada la más elegante de la ciudad, mosaicos árabes son los tapices, muebles que una vez ocuparon quienes habitaban este recinto del marquesado del Villar del Águila dejaron todo tal cual como si se hubiera parado el tiempo, finas lozas de oropel, una cava que guarda aún algunos licores ¡El general Obregón no dio perdón! Fueron bebidas en la noche de llegada, camas, sábanas y colchas que, podridas por el desuso, cuartos que apestan a humedad ¡Pero la casa está intacta! Así le gustó al caudillo de Sonora.
Álvaro Obregón autodenominó a su facción constitucionalista como Ejército de Operaciones, algo así como un propio y bien sostenido sistema de barbarie, salvajismo, sin moral ni respeto ¡Por el uniforme vale por mucho la pena! Asesinos implacables, sin piedad sus prisioneros son llevados al cadalso ¡No hay juicio! Es por demás la facción que Carranza admira y odia a la misma vez.
Cree profundamente en una Patria Libre, claro a su manera, una patria sometida al mando de los generales, es el mayor promulgador de una Carta Magna pero que el poder lo mantengan quienes lucharon por conseguirla, a pesar de que Carranza lo tiene en control ¡Hace muchas semanas que la sed del Tigre de Siquisivá Sonora no sede! La remembranza de sus capitanes y generales de mayor confianza le dan razón de tratar de justificar sus avenencias, más de la mitad de los hombres que custodian esta pequeña ciudad pertenece a sus brigadas: Batallón de Sonora, bajo las órdenes inmediatas de su jefe C. teniente coronel Jesús M. Padilla, el 200 Batallón de Sonora, bajo las órdenes de su comandante accidental teniente coronel José Amarillas; Benjamín G. Hill – que por cierto se quedó a vivir en la ciudad retirándose un poco a la hacienda por Tequisquiapan con la 1a. División del Noroeste, entre otros.
Todos ellos estuvieron en el sitio a Celaya para quitarle el mando a Pancho Villa de la pequeña ciudad industrial, aunque las verdaderas hostilidades fueron a un costado, el sorpresivo ataque a la posición de Obregón por parte de Villa permitió que se reordenara y lo venciera el quince de abril de 1915, donde por cierto el propio Obregón cuenta la anécdota de la pérdida de su brazo:
-… una vez sentí al clamor del fuego en la trinchera de mi Octavo batallón de Sonora, los perros villistas comenzaron la artillería con sus Mauser´s y Winchesters que seguramente robaron a los pinches gringos, observo a un simple mozalbete que seguramente no rebasaba los catorce años ¡Cuando de su uniforme sacó una botella con pólvora y lo que parecía municiones! Le prendió la cabeza a la pequeña botella y nos la aventó ¡Nuestras ametralladoras Maxim que trajimos de Alemania comenzaron a vomitar balas al resguardo villista! Cañoneamos con nuestros dragones Krupp toda la guarnición lateral y destrozamos cuerpos ¡Vencimos!
Al caminar dentro de la artillería uno de los mozalbetes de Villa disparó su Winchester con tanto tino ¡Que le dio a la botella con pólvora que habían aventado! ¡Explotó de tal forma que la onda de choque nos tumbó ¡Mis hombres pensaron que había muerto! Me gritaban ¡Su brazo! Yo no les entendía – ¡Rompe a carcajadas! Continuó – ¡Yo levantaba el brazo para indicarles de la próxima metralla villista, pero todos se me quedaban viendo! ¡Su brazo! Me volvieron a decir ¡Cuándo me doy cuenta que no lo traía! ¡Vaya descuido! ¿Dónde quedó? Pensaba yo, así que ni tardo ¡Di la orden!
¡Búsquenlo cabrones! …Nadie lo encontraba ¡Sigan buscando cabrones! Después de un rato no aparecía ¡Cuando decidí reconocerme como soy! Que aviento una moneda de oro que me había dado el ladino de mi capitán Miguel Padilla para unas viejas en Celaya que le habíamos bajado a Villa de sus rieleras, la moneda al estar al aire ni siquiera venía de regreso ¡Cuando mi brazo cortado hizo por agarrarla! Y así lo encontramos… – se parte de risa-
– ¡No es posible tal hazaña mi general! – Ríe el coronel José Amarillas, mientras incrédulo saborea otro de los rones que le habían invitado Obregón – ¡Pinche general usted está bueno para las historias! – Pero calla, esto no termina ahí – continuó el general- mis hombres me llevaron con el doctor, el muy méndigo terminó por hacerme las suturas, ahora sí amputar todo el brazo – mientras les enseña su muñón, aun riendo continuaba- vaya a saber que chingados pensó el doctorcito ese que guardó mi brazo en formol ¡Aquí lo traigo! – les enseñó un frasco de cristal con su brazo dentro que sacó de entre las botellas de ron- ¡Saluden cabrones! – seguía riendo ¡Todos rieron ante la sorpresa!
¡Los coroneles gozan cada que platica el general sus andanzas en Celaya! Orgulloso no solo de su hazaña sino de que venció a Villa con la fuerza tal que casi disemina el ejército del Centauro del Norte, prosiguió- Miren cabrones a fuerza de brigadas y mandos ¡Villa me peló los dientes! Y a mi jefe supremo del ejército constitucionalista mi general Venustiano Carranza – se levantaron e hicieron el saludo marcial- le voy a ser leal ¡Hasta ser presidente de la república! Esta nueva posición, que emerge de la Constitución que está por votarse y que si mi general no se pone trucha ¡Le bajo también a su Regina hermosa! Digna flor de este jardín queretano ¡Agarro parejo! – todos soltaron las carcajadas.
Un soldado de postales hace de presencia, saluda al general Obregón y le entrega un telegrama de la ciudad de México:
“… Señor General Obregón, trenes han llegado con sus tropas, trenes blindados con ametralladoras están listos. A la orden… Cmte. Lorenzo Muñoz…”
El soldado hizo por despedirse cuando Obregón le entregó otro postal – ¡Entrega esto al general Venustiano Carranza! En la propia mano, es la información de los detenidos del disturbio de los trabajadores de la textilería de los Cayetano Rubio ¡Es importante que se lo entregues en este preciso momento! Uno de mis hombres te escoltará para que pases los filtros sin problema ¡Vamos cabrón muévete! – Salió corriendo el joven soldado con uno de los coroneles.
La ciudad al observar que algunos diputados llegaron con escoltas, escuadrones, personal de seguridad propia y algunos piquetes de soldados de civil ¡Se mandó poner retenes en diferentes puntos estratégicos de la pequeña ciudad, por la vía de Calzada de Belén se hizo el primero para quienes ingresan de los barrios próximos a la rivera del río, sabedores que la ciudad hierve de soldados y escoltas ¡Todos los hombres portan armas! Las mujeres solo salen a las compras del día y son regresadas de inmediato por los retenes.
Carranza dio la orden de que los templos y parroquias dejen de dar las misas por todo el tiempo que dure el constituyente, los curas no podrán asistir a ninguna de las mesas de trabajo, los jacobinos lidereados por el periodista Heriberto Jara y Francisco Múgica hacen filtros para que ninguno de los huertistas ingresen a las sesiones armando todo un zafarrancho a la hora de acreditar a los diputados ¡Cualquier amague de enfrentamiento durante las mesas de trabajo se reflejaba a las afueras, en las calles, con las facciones de los que se están enemistando!
Los jacobinos tienen la obligación de que el proyecto de Constitución se adecúe a una reforma agraria, obrera, que se instituyan los derechos laborales con las jornadas de horas y salarios dignos, que se respete la facción laica y gratuita ¡Dejando por completo fuera cualquier posición religiosa! Esa es su encomienda ¡Por supuesto no deseaban la participación de diputados conservadores en la carta magna! El clero quedó fuera de facto en la ciudad más católica del país ¡Un derecho social! Gritan los jacobinos en las tribunas.
Carranza jamás tuvo a bien un estado laico porque sabe que la iglesia católica en México tiene buenos quehaceres en la educación y formación moral, no pretende un cambio brusco, siendo quien dirige el proyecto de constitución desea un tiempo gradual y paso a paso, una estabilidad porque sabe que si la carta magna es radical ¡Habrá un encuentro con la iglesia mexicana de proporciones bíblicas! Ya se observa en la ciudad que los queretanos le mientan la madre a cualquier uniformado carrancista ¡El separo del ayuntamiento ya reboza de infracciones administrativas! Al ser capital provisional de la república con los poderes de la unión ¡Hay toque de queda a partir de comienzo de noche para todos los habitantes de la ciudad! Más no para los constitucionalistas.
Tienda de sombreros La Popular.
El general Carranza ya ha dado por costumbre en las tardes bajar a la pequeña ciudad de violáceos atardeceres, de la mano de su amada Regina ¡Luce de gala su hermosura por todo el paseo vespertino! Como una flor perfumada rocía de su mirada a todo el paseante, el general que le lleva varios años ¡Luce como un jovial coronel de andanzas! Su comitiva de acompañamiento también hace por el paseo, sabedores que su labor es el cuidado y seguridad de la pareja – ¡Cuiden más a la señorita Regina que a mí! – les ordena.
El negocio de sombreros luce un ardid que jamás ha visto la ciudad ¡Todos desean traer un sombrero como el de Don Venustiano Carranza! El famoso llamado “cuatro pedradas” que se tenían que mandar hacer de forma artesanal por los barrios de la Merced en la ciudad de México, así que el propietario de la tienda de sombreros, por cierto, la única en toda la ciudad, no da abasto por la llegada de los diputados al constituyente, leales a Carranza que desean traer uno igual, se corre la voz por toda la ciudad de que quien lo trae ¡Es invitado a desayunar a su casa!
¡Ingresaron a la tienda!
-Señores muy buenas tardes – todos se asombran- ando buscando dos sombreros de cuatro piedras, que me dijeron me los podían vender ustedes, deseo hacer un pedido más y espero tenerlos si es posible para el próximo viernes – el encargado de la tienda, un señor muy avispado hizo de pronto por llamar a su esposa – ¡Vieja ven corre! Te tengo una sorpresa – Rauda y aun limpiándose en su delantal las manos ¡Hace por poner unos ojos de plato! al ver a quien en Querétaro se le considera presidente de la República.
-Aquí mi señora señor presidente… -nervioso habla- deseaba conocerle de manera personal, ha hecho por mucho en acercarse a la casa de usted… suya… ¡Ah caray! – continúa nervioso- solo ha visto a la señorita Regina – quien al escuchar su nombre alza la vista para ponerles atención- ¡Que gusto conocerle mi señora! Pues aquí estoy ¡Dígame! ¿En qué un humilde servidor puede ayudarle? – Mire señor presidente – envalentonada la señora se animó- Hace por el toque de queda una vez se meta el sol, se han dejado de regar por el ayuntamiento los árboles y jardines que embellecen la ciudad, los mercados los están abriendo tarde ¡No hay misas! Usted viene a hacer una constitución ¡Pero válgame el señor! Nos están cerrando los comercios después de la comida Ah ¡Pero no sea sus cantinas y lupanares de borrachales! Esos tienen permiso de no cerrar –
Carranza la observa con detenimiento y atención, uno de sus coroneles anota lo que la señora dice, así que con toda la calma y tranquilidad le dice a su coronel José Amarillo:
– ¡Ni en sus mejores años mi coronel me ha dado un parte de la situación con tanta exactitud que esta mi muy respetable señora! ¿Anotó todo? – ¡Sí general! – contestó. Mire lindísima señora – mientras se levanta su sombrero en señal de respeto- quiero decirle que muchas de las inclemencias que usted me comunica ¡No son de mi autoría! Ustedes tienen un presidente municipal en funciones, quien debe ser el autor de estos sucesos que le afectan de manera cercana, mire respetadísima señora, en lo que su servidor es responsable es en el toque de queda ¡Ahí sí no podemos hacer nada! En lo demás me ocuparé de forma pronta para que, en el tiempo cercano, de ser posible ¡Ya! Se reapertura la vida de todos los días ¡No deseamos causarles molestias más! En lo de las misas mi señora usted me puede ayudar ¿Qué le parece que nos sentamos con sus amigas de la vela perpetua y cofradías del santo rosario? Para que me den la mejor manera de lograr hacer que los señores curas ¡No denosté nuestra constitución! Que, de ser posible, un grupo de mujeres de su importancia logren este cometido ¿Me ayudaría con eso linda señora?
¡El sombrerero interrumpió! – Señor presidente si mi señora se va a sus reuniones ¿Quién me hará de comer? ¿Quién velará por mis hijos? – el presidente viendo a la mujer le dijo: – ¿Ve usted señora cómo no es asunto de un servidor resolver todo? Así me sucede con mis diputados constituyentes ¡Unos quieren una ley que le quite el dinero a los ricos! ¡Otros quieren que la ley diga cómo hacerse ricos! Pero ninguno me da un proyecto escrito con los beneficios para que esto suceda ¡Muchos se fijan en el problema! Pero pocos propondrán soluciones, ande pues señora haga lo que quedamos y no deje de atender a su señor esposo ¡Será doble esfuerzo! Pero seguro valdrá la pena.
¡Ya la chusma de interés se ha reunido a las afueras de la tienda de sombreros La Popular! En la calle de San Juan Bautista, esa que da desde el puente viejo en la rivera del río ¡Hasta la alameda! Ahora ya bien numerada, un remolino de personas se hace tan solo por saludar al presidente de México – ¡Viva el señor presidente! – unos gritan – ¡Viva la constitución! – dicen otros. Carranza solo hace por saludar y sonreír, mientras trata de pasar apretujado por las personas que tratan de tocarle y lanzarle vítores.
¡Hurra! – otros gritan.
Al seguir caminando, sin dejar de saludar, llegaron a la tienda que se dedica a traer productos y marcas de la Ciudad de México La Concordia, del ya fallecido Don Desiderio Reséndiz, era uno de los mejores comerciantes de la ciudad, su hijo y viuda hacen un gran esfuerzo por no cerrar la tienda que tanto amo su esposo, entraron Carranza y Regina:
– ¡Tía que gusto saludarte! – dijo Regina a la señora Reséndiz ¡Quien con mueca de estar molesta le recibió el beso! – ¡Hay hija desearía decirte lo mismo! Pero no puedo ¡Andar del brazo de un hombre casado no son nuestras costumbres! – ¡Carranza tosió! – Si tu madre te viera estaría muy molesta – ¡Sí, pero mi madre no está aquí! Así que no le muevas a ese tema, dime ¿Podemos comprar algunas cosas que me están haciendo falta? – le decía Regina a su tía mientras observa los perfumes del mostrador – ¡Ay hija mira ya vamos a cerrar! Fíjate que no tengo ya cambio porque hicimos el corte, qué te parece que te das una vuelta ¿El año que entra? – sarcástica le contestó- Llévate a tu viejito a la casa, no le vaya a dar un aire ¡Ahora la gran señora del presidente! Mira hija, una vez que se entere la esposa va a venir a sacarte de las greñas de esa casa ¡Luego no digas que no te lo advertí! Anda ya sácate que vamos a cerrar, a ver si en un rato que tengas ¡Te vas a confesar con el padrecito! – los sacó de la tienda a empujones y les cerró las puertas en sus espaldas.
Regina y Carranza salieron de la gran tienda, ella molesta él apenado, les han hecho morder la “tradición queretana”
Continuará…