Los recientes acontecimientos en la zona caliente de Michoacán, escenario de todas las desgracias sin límite ni control, parecen una vez más arrancadas del almanaque de la violencia crónica de un estado donde El Estado (nacional) ha probado su fracaso. Su permanente fracaso.
En Michoacán se han ensayado todos los posibles recursos del gobierno federal y todos han naufragado. De los gobiernos estatales, ni siquiera hablar.
Coludidos, involucrados, ineptos e incapaces. Todos han sido así desde Lázaro Cárdenas Batel bajo cuya administración se inauguró la presencia castrense en las hasta ahora fracasadas labores de seguridad pública.
Esta información es del fin de semana:
“ (Exc.o.l.) Durante el primer semestre del presente año, la organización civil “Causa en Común” registró 111 eventos clasificados como atrocidades en el estado de Michoacán, registrados en medios de comunicación.
“En su informe “Galería del Horror: Atrocidades y eventos de alto impacto, enero-junio de 2023”, esta organización detectó que la tortura ocupó el primer lugar en la comisión y registro por medios informativos de la entidad, con 31 casos, en ese periodo.
“Causa en Común” explicó que, para la elaboración del documento, atrocidad se define como “el uso intencional de la fuerza física para causar muerte, laceración o maltrato extremo; para causar la muerte de un alto número de personas; para causar la muerte de personas vulnerables o de interés político, y/o para provocar terror”.
“Michoacán… se ubica entre los primeros diez lugares con más atrocidades detectadas…
“Luego de la tortura, los actos violentos contra la autoridad, fue la segunda atrocidad más cometida en el primer semestre del presente año, con 29 casos.
“En la entidad gobernada por el morenista Ramírez Bedolla, en este periodo se reportaron 13 masacres, considerados como el asesinato de tres personas o más en un solo hecho; 12 casos de fosas clandestinas, y 7 casos de mutilación, descuartizamiento y destrucción de cadáveres.
“También se reportaron seis casos de calcinamiento; cuatro asesinatos de funcionarios y actores de relevancia en materia de seguridad, y otros cuatro casos de asesinatos de mujeres con crueldad extrema…”
Y así, el fin de semana en la Tierra caliente se registraron otros delitos: quemas, bloqueos, toma de carreteras, todo derivado de la extorsión, fuente principal de ingresos de la delincuencia después del narcotráfico.
Decir, en Michoacán han fracasado todos, resulta impreciso. Sólo hay un fracaso: el Estado nacional.
Hace dos años Franco Coppola, nuncio papal, penetró en la zona de Aguililla donde no se atrevía a entrar ni el Ejército.
“En Italia sabemos –dijo– que la mafia florece donde el Estado no está”.
Con el sibilino lenguaje de la SMI, Coppola no describió el envés del tejido: donde el Estado o está o donde el Estado se hace cómplice pasivo o activo del desorden y la anarquía. O cuando es incompetente o cuando no entiende, como parece ser el caso reciente.
Ante los bloqueos el jefe del Ejecutivo (y el Estado), ha dicho:
“Lo de Michoacán ya se está atendiendo, fue un acto, pues también, más que nada publicitario, propagandístico. Tomas, quemas de vehículos, dos incendios en Oxxos y ya, básicamente… afortunadamente nada en cuanto a violencia y pérdida de vidas humanas”,
Muy pronto será septiembre. Vendrán las fiestas y todos recordaremos, si vamos a Morelia, la granada a la mitad del grito cuando Leonel Godoy era gobernador y sucesor de Lázaro Cárdenas (PRD, ambos) , quien pactó con Felipe Calderón la entrada del Ejército a Michoacán.
En la misma tierra donde Enrique Peña Nieto regularizó a los grupos de autodefensa y la misma entidad donde “en los cinco meses de la actual administración de Alfredo Ramírez Bedolla, (Morena), se registraron 684 víctimas de homicidio doloso. Eso significa 136.8 personas asesinadas por mes, 4.56 por día o una cada 5.2 horas” (SE).
Pero menos mal, todo es pura publicidad.