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Se metieron a un pantano

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
4 septiembre, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya
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El presidente Andrés Manuel López Obra­dor tiene una brújula muy extraviada en el tema de los derechos humanos. Aun­que tiene una preocupación auténtica por los miles de desaparecidos y las cientos de fosas clandestinas en amplias regiones del país, cuando se trata de aterrizar su interés a acciones de gobierno, no sabe qué hacer. Afirma que es­te tema es prioridad, pero los esfuerzos para en­frentar el problema los ha deshidratado y deja­do sin presupuesto. Pensaba incluso desapare­cer la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, en la última gui­llotina a la administración pública, que se evitó hasta que entendió lo que significaría en costo para su imagen en México y el mundo. Ha mos­trado gran ignorancia en este tema que lo llevó a cometer un error estratégico: abrirle la puerta a la ONU para intervenir en los asuntos internos del Poder Judicial.

López Obrador propuso reconocer la compe­tencia del Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de las Naciones Unidas “ante la magnitud de la crisis” –reconocimiento táci­to del fracaso de su política-, y el martes pasado el Senado, que vio la parte noble de la iniciativa presidencial, la aprobó por unanimidad. No hu­bo debate parlamentario, ni discusión en la opi­nión pública. Este cambio radical en una políti­ca de Estado, entró tan fácil como una daga en mantequilla. La crítica de los abogados se ahogó en la gritería de los asuntos públicos, y la moles­tia dentro de las Fuerzas Armadas, como siem­pre, es silenciosa. Potencialmente, le abrieron la puerta al diablo.

Ni el Presidente ni los senadores levanta ma­nos, tienen memoria. En 2012, el gobierno de Guatemala y la ONU crearon la Comisión In­ternacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) un órgano independiente que apoya­ría las instituciones de procuración y adminis­tración de justicia de esa nación centroamerica­na en la investigación de grupos paramilitares y clandestinos de seguridad. La Comisión estaba encabezada por el venezolano Iván Velásquez, y antes de que el gobierno guatemalteco se fiera cuenta, caminó por rutas paralelas y llevó a la in­vestigación de corrupción en el sistema aduane­ro, que produjo la detención del presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldet­ti, acusados de manejar una organización crimi­nal que cometió fraude de 20 millones de dóla­res en 2015. El juicio comenzó en marzo pasado.

En agosto de 2014, cuando esa Comisión ha­cía tambalear a las instituciones guatemalte­cas, uno de sus arquitectos, Michael Mörth, di­jo en una entrevista con la agencia rusa Novosti, que cuando fue concebida, “siempre la entendi­mos como un modelo que se (podía) expandir en América Latina o países donde no hay Esta­do de Derecho. No tengo ni la menor duda de que una CICIG sería muy útil en México y Honduras”.

Esta Comisión surgió de la ONU, pero siem­pre contó con la inspiración jurídica y el apoyo político del gobierno del demócrata Barack Oba­ma en Estados Unidos, y desde entonces se han registrado presiones contra el gobierno mexica­no. En 2015, José Miguel Vivanco, director pa­ra América Latina de Human Rights Watch, di­jo a propósito de un informe de la Comisión Na­cional de Derechos Humanos sobre Tanhuato, Michoacán, donde la Policía Federal incurrió en un abuso de fuerza que produjo una matanza de presuntos integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación: “Desafortunadamente, las atroci­dades cometidas por los agentes del Estado, ini­cialmente negadas por funcionarios del Gobier­no, que terminan en impunidad, se han conver­tido en un patrón. La evidencia de los asesinatos por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas continúan apilándose”. Desde hace aproxima­damente cinco años, abogados estadouniden­ses han ido construyendo un caso de genocidio en contra del ex presidente Enrique Peña Nieto y varios miembros de su gobierno, con la idea de llevarlos a la Corte Internacional de La Haya acu­sados de genocidio—un delito que no prescribe.

Abrirle la puerta López Obrador al Comité contra la Desaparición Forzada, no se va a parar en los miembros de la delincuencia organizada. Se investigará a la Policía Federal y a las Fuer­zas Armadas, pero no sólo del 1º de diciembre de 2018 hacia atrás, como debe pensar el Presidente, sino que se extenderá a la actualidad. En lo que va de su administración no han cesado los asesi­natos y las ejecuciones extrajudiciales por parte de autoridades, como probablemente tampoco las desapariciones. Por estar anclado ciegamen­te en el pasado, López Obrador no ve el presen­te y menos aún vislumbra al futuro.

Desde varios años, la preocupación en Esta­dos Unidos ha sido el respeto al Estado de Dere­cho, la certidumbre jurídica y la lucha contra la impunidad, que si bien eran puntos muy flacos en el gobierno de Peña Nieto, se han extendido en el de López Obrador. La aplicación del Estado de Derecho es selectiva –con una Suprema Corte cada vez más complaciente con el Ejecutivo-, no hay certidumbre jurídica –se ve todos los días- en las mañaneras, ni hay lucha contra la impunidad, porque la cruzada contra la corrupción, enmar­cada en la narrativa y las vendettas políticas, no significa elevar las barreras y los costos jurídicos para reducir la impunidad.

Que un organismo internacional venga a Mé­xico para realizar las funciones que ni la Fiscalía General, ni las áreas de derechos humanos den­tro del gobierno, ni la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, ni el Poder Judicial ha po­dido hacer y están rebasados, como admitió la Presidencia, puede parecer una gran iniciativa de López Obrador, pero es la claudicación del Es­tado en la administración y procuración de justi­cia. Es el primer paso para que haya un tribunal extraterritorial que juzgará a los criminales, a las fuerzas federales de seguridad y a funcionarios del gobierno, del pasado y del presente. No son diferentes los de antes y los de ahora, como cree López Obrador. Son iguales y de esa manera se­rán juzgados eventualmente y sentenciados. Ahí está Pérez Molina como ejemplo.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Etiquetas: ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADORDerechos HumanosSecretaria de Gobernacion

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