Nunca perdonaré a Agamenón la muerte de mi hija Ifigenia, otorgada en sacrificio. No pido gracia por asesinarlo después de aquella afrenta. Menos, después de saber que él —padre de escasa intuición para entender una madre—, prefería hijos hombres y no la vida de nuestras hijas, Ifigenia y Electra, a las que trató con desdén, y que yo amé. No importa que me digan asesina en la historia de la tragedia griega. Algún día se escribirá de otra forma el sentir y existir de las mujeres. No pido clemencia ni reivindicación.
Lo maté porque ofreció su hija a los dioses. Él es el primer criminal: yo vengué ese crimen. Las leyes no estarán de mi parte; no tuve otra forma de venganza. No me arrepiento. Los mitos entorno a mi me tienen sin cuidado. Lo volvería a hacer. Alguien en otro tiempo me juzgará con ojos menos severos, estoy segura. Quizá un día, cuando las mujeres reclamen derechos: igualdad. Un día, cuando las mujeres levanten un pañuelo morado, de esperanza, de libertad, sin ataduras a esos necios hombres que juzgan al parecer desde su sexo.
Ayer fui una tragedia griega y hoy soy reivindicada por el dramaturgo moderno Kambanelis en el libro Carta a Orestes (en traducción portentosa de Selma Ancira). Me dijeron que una actriz —Margarita Sanz—, me encarnó. Que el publico del Palacio de Minería se estremeció con mis palabras mediante su voz. No sé qué impresión les haya dado a los varones allí presentes, pero me dijeron que la ovación a la actriz fue un aplauso que conmovió al más reacio a entender que el de las mujeres no es una lucha perdida. Que la lucha sigue y que el eco de mi nombre será vengado; ojalá sin necesidad de más crímenes: descanso en paz…
(Me resistía ir a la feria del libro en Minería —siento que me ahogo en el edificio, con tanto éxito que ya me suena a fracaso—, pero me llevó la necesidad de tres títulos como el de Kambanelis, publicado por la Universidad Veracruzana. Otro: La obra del CUT, de Luis Mario Moncada y Martha Rodríguez Mega, de la UNAM—¡un “Drama Documental”! Y el tercero, Teatro Náhuatl, de Miguel León Portilla, de Colegio Nacional.El teatro,leído,es mejor que un pésimo montaje. Sin teatro, la vida no vale nada).
Mujeres: ¡Viva el 8 de marzo!