Federico Arreola
En lo personal me cae bien Ricardo Monreal. Por su inteligencia y aun por su cultura, es un político bastante agradable. Tiene muchas virtudes y un gran defecto: estalla si las cosas no son como él las quiere. En ocasiones el método tan infantil de hacer berrinche le ha funcionado, como cuando se enojó con el presidente Ernesto Zedillo y abandonó el PRI para buscar la gubernatura de Zacatecas como candidato del PRD. Le salió muy bien, ya que contra todos los pronósticos aplastó al priismo. Sin duda, buena parte del mérito por aquella victoria fue de Monreal, pero no la habría conseguido sin el apoyo, la organización, la estrategia y la capacidad de operación electoral del entonces dirigente perredista, Andrés Manuel López Obrador.
Desde entonces, todo lo que ha hecho Monreal ha sido posible gracias a AMLO. Ha sido legislador tres veces, pero no ha ganado ninguna elección para estar en ninguna de las dos cámaras. Dos veces senador, en 2006 y 2018, ambas por lista nacional, o sea, recibió los cargos gracias a la popularidad de Andrés Manuel en dos elecciones presidenciales. Fue diputado federal entre 2012 y 2015 sin haber recibido ni un solo voto: es decir, llegó por la famosa representación proporcional. No ignoro que sí ganó una elección, la de 2015 en la entonces delegación Cuauhtémoc en la Ciudad de México, pero evidentemente lo hizo gracias a la aceptación de López Obrador en la capital mexicana, donde Monreal es bastante menos conocido y mucho menos apreciado que en Zacatecas.
Desde que dejó el gobierno de Zacatecas los éxitos de Ricardo Monreal han sido posibles porque así lo ha querido AMLO. Insisto, de 2018 a la fecha dos veces senador, una diputado y una delegado. De cuatro cargos, tres regalados o de representación proporcional. Solo una elección ganada en un territorio que no es el suyo (Monreal tiene fuerza en Zacatecas, y nada más): todos sabemos que en la Ciudad de México el personaje verdaderamente querido es Andrés Manuel.
Los cargos que AMLO le regaló convencieron a Monreal de que tenía fuerza de sobra para imponerse en la encuesta de Morena previa a la elección de 2018 en la capital del país. No ganó. Lo derrotó, y con facilidad, Claudia Sheinbaum. Ricardo otra vez hizo un gran berrinche y amenazó con irse al PRI o al PAN o a una suma de partidos de derecha para enfrentarse a Claudia. Pero no come lumbre Monri el Indomable —así lo bautizaron algunos luchadores de medio pelo—. Entonces, se disciplinó cuando Andrés Manuel le ofreció ir al Senado. Seguramente Andrés le dijo: “O te vas al Senado o te vas a mi rancho (La Chingada), escoge”. El berrinche se acabó. Qué bueno que así haya sido, ya que resulta clarísimo que no tiene problemas emocionales serios, sino que solo es un político chantajista que conoce los límites de su rebeldía. De ninguna manera está enfermo de lo que en psiquiatría se llama trastorno explosivo intermitente. Sabe controlarse, pues, al menos frente a AMLO, quien ha domado repetidas veces al Indomable.
Ahora Monri el Indomable se puso la máscara de luchador y, con la ayuda de fiel compañero Alejandro El Robin Rojas Díaz Durán, anda fintando con irse a la oposición. No acepta Monreal su situación en las encuestas: muy lejos de la líder, Claudia Sheinbaum, y del segundo lugar, Marcelo Ebrard; su pelea es con Adán Augusto López para eludir el sótano de la clasificación. Asi las cosas, cuentan quienes todo lo saben que Monri ha dialogado con Dante Delgado, de Movimiento Ciudadano. Y algún pacto debe haber hecho con el Alejandro Alito Moreno —otro fiero político al que Layda Sansores domó con suma facilidad—, ya que el dirigente del PRI ha abierto la puerta a Monreal.
En el PAN no hay posibilidades de que se le entregue la candidatura a Ricardo Monreal, ni a la presidencia ni a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Sobran hombres y mujeres en el panismo con perfiles más adecuados para el partido de la derecha y, sin duda, con mejores números en las encuestas que Monri el Indomable.
Entonces, si Ricardo Monreal acepta ir como candidato del partido de Dante Delgado —quien no está a favor de las alianzas en 2024—, solo quitará votos a la oposición y hará más fácil la victoria de Morena. Lo mismo aplica si se va al PRI o a una improbable coalición PRI-MC.
Igual esa es la estrategia de Monreal: ayudar a Morena y a AMLO dividiendo a la oposición, proyecto en el que estaría encantado de participar Alito Moreno, para ver si ya Layda lo deja en paz. Si de eso se trata, felicidades: AMLO y el candidato o candidata del morenismo estarán en deuda con Monri el Indomable y ya le pagarán. En política los favores se pagan y don Ricardo Monreal es experto en cobrar.