SERENDIPIA
A los presidentes se les recuerda por dos extremos: el legado que representan una o dos obras que logran trascender en el tiempo, y los errores y excesos cometidos en el gobierno.
A Salinas se le recuerda por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que 25 años después sigue siendo una pieza fundamental en la economía nacional –pese al magro crecimiento de dos por ciento en promedio en la etapa neoliberal–, y por la corrupción asociada a su hermano Raúl, el rey de los moches y las transferencias en millones de dólares a bancos del extranjero.
Bajo el gobierno de Calderón se registró la inflación más baja de la historia, un récord de reservas internacionales y una deuda pública estable.
Pero esos logros económicos –una devaluación de 30 por ciento comparada con la que rebasó 200 por ciento en el mandato de Zedillo– fueron borrados por la guerra que Calderón declaró al narcotráfico y la violencia que detonó y produjo más de 100 mil muertos en su gobierno.
Peña, el último de los presidentes del régimen priísta, es recordado por la corrupción inaudita que auspició su gobierno. El abandono de una parte de la industria petrolera y el desastre que tiene a Petróleos Mexicanos en la lona, se lo debemos a él.
El turno es del presidente Andrés Manuel López Obrador. Desea pasar a la historia como uno de los grandes presidentes, sobre la base de algunas obras: el tren maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía.
Las tres obras se mantienen fieles al proyecto original del Presidente, a pesar de algunas alertas tempranas. La refinería de Dos Bocas es un acierto. Es necesaria para aumentar la producción de combustibles, pero tiene un talón de Aquiles geográfico.
En Tabasco está cerca el petróleo, pero el punto de venta, el Valle de México, está a cientos de kilómetros, lo que hará necesario emplear cabotaje a Tuxpan para sustituir las importaciones y bombearlo a la refinería de Azcapotzalco, o hacer un poliducto en Pajaritos o Dos Bocas para enviar los productos. Puede salir más caro el caldo que las albondigas. El tren maya enfrenta la resistencia de una parte de los pueblos indígenas de la región y notables cuestionamientos al daño ecológico que podría causar en comunidades, ecosistemas y zonas ecológicas.
Sin duda la iniciativa más frágil del gobierno obradorista es el aeropuerto de Santa Lucía.
Los aeropuertos se construyen de arriba hacia abajo y no a la inversa”, sostienen los expertos en aeronáutica al explicar que para decidir la ubicación de una terminal aérea siempre se parte de las condiciones de seguridad.
La poderosa Asociación de Transporte Aéreo Internacional declaró hace unos días que no es posible que trabajen de manera simultánea los aeropuertos de Toluca, Ciudad de México y Santa Lucía, por razones de seguridad.
¿El Presidente sostendrá Santa Lucía a pesar de las evidencias que advierten un riesgo a la seguridad de los usuarios?