SERENDIPIA
AMLO, Cárdenas y la izquierda
En los días siguientes a su aplastante victoria en las elecciones del 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador convocó los primeros encuentros con los miembros de su gabinete en el salón D’Luz, un viejo testigo de las antiguas glorias de la oposición perredista.
Mientras el equipo debatía los planes del próximo gobierno de 8 de la mañana a 8:30 de la noche, al atardecer una cumbia empezó a sonar en el salón de junto: “Carmen, se me perdió la Cadenita”.
Un mes después de que lograra una victoria histórica por los votos que recibió –más de 30 millones– y por lo que significa que nunca antes un líder opositor hubiera vencido al poderoso sistema político, algunas certezas y dudas comienzan a dibujarse alrededor del futuro de Morena y a la forma y el fondo del ejercicio de gobernar que AMLO indudablemente imprimirá tanto al partido como a las estructuras de gobierno.
Hace unos días el historiador de EU John Womack declaraba para Sin embargo que con López Obrador ganó la izquierda del PRI y no la izquierda histórica. Puede uno estar o no de acuerdo, pero abre un debate necesario y postergado desde hace tiempo.
Womack ve el triunfo de López Obrador como una izquierda que surgió del PRI y de otros partidos. No una izquierda histórica. No es la izquierda de Valentín Campa, comunista, en los años 50 y los 60. Tampoco la izquierda ideológica que dio algunas de las más importantes batallas y debates en el Congreso, antes y después del gobierno de Salinas.
Entre los miembros sobresalientes de esa estirpe debemos recordar a mentes brillantes como Arnaldo Córdova, uno de los 17 integrantes de la bancada del PSUM en la legislatura 1982-1985, lo mismo que a otros compañeros en el grupo Los Mapaches y después en el PRD, como José Woldenberg, Rolando Cordera, Adolfo Sánchez Rebolledo y Pablo Pascual Moncayo.
Es claro que López Obrador no proviene de ese río ideológico y que su compleja identidad política puede situarse más cerca de la izquierda priísta en personajes como los ex gobernadores Tomás Garrido (antes de la fundación del PNR), de su antiguo maestro Enrique González Pedrero e incluso de figuras como Víctor Cervera Pacheco, el dos veces gobernador de Yucatán que, como AMLO, se formó políticamente en el campo y en las calles, en la cercanía con la gente.
López Obrador es una decantación de esa izquierda priísta y de las luchas de la izquierda comunista, socialista o marxista que se fue apagando conforme morían sus personajes más representativos y esa izquierda histórica se desdibujaba a la par de la consolidación del bipartidismo PRI-PAN en los últimos 30 años.
En este debate vale preguntarse sobre la responsabilidad de personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, que en distintos modos escamoteó su reconocimiento a la lucha política de AMLO y perdió la posibilidad de erigirse como el hombre necesario para reactivar a esa izquierda histórica.