SERENDIPIA
Las certezas del debate
Podemos tener algunas certezas sobre el debate del próximo domingo. Las citaré en un orden de cosas que creo que puede tener una influencia importante en el voto de cada ciudadano.
En el orden en el que aparecen en las encuestas:
López Obrador no presentará propuestas específicas. Su discurso estará basado en los juicios (sumarios en algunos casos) que tiene sobre distintos asuntos (corrupción, seguridad, impunidad política y excesos de la clase política). Puede esperarse una réplica de sus discursos en las plazas del país, donde esas valoraciones le son muy aplaudidas por una audiencia de jóvenes, clase media, hombres entre 40 y 60 años, y muchos viejos. La diferencia estará en las intervenciones de los moderadores para cuestionar o hacer nuevas preguntas sobre asuntos que intenten eludir. Será la parte más resbalosa que AMLO enfrentará (sobreponerse a sí mismo en sus peores momentos). ¿Reiterará las andanadas que le soltó al presidente? (“Peña es el huachicolero mayor”). ¿Qué dirá cuándo le exijan detallar su idea de una amnistía para pacificar? AMLO evitará golpear al presidente directamente (citándolo), y reiterará que un pequeño grupo ha dirigido los destinos del país regido por intereses particulares, desde el Salinato. Quizá su recurso más valioso será la idea del fracaso del modelo neoliberal y el planteamiento de uno nuevo que rescate a los pobres y a la clase media.
Meade se esforzará por convencer a la audiencia de que el país exige soluciones viables y no ocurrencias. Atacará a López Obrador intentando exhibirlo como un político con ideas y formas autoritarias del pasado; al hacerlo, correrá el riesgo de que las respuestas de AMLO (los juicios sumarios), lo dejen mal parado. Sus tiempos se complicarán al tener que desviar sus ataques a Ricardo Anaya, para eliminarlo de la contienda. Tampoco presentará propuestas (la mayor parte de sus discursos citan el qué, pero no hay una elaboración en el cómo). Desde luego tendría que ser un debate de propuestas, pero el ciudadano promedio parece tener un razonamiento a la inversa: no le interesan tanto las propuestas (que al final suelen quedar inscritas en el muro de la desmemoria de los partidos y los presidentes), como ver a los candidatos para decidir quién se acerca más a la idea general que tiene del país, y cuál parece mejor plantado para intentar resolverlos.
Ricardo Anaya es una incógnita. Será importante su sagacidad para debatir, pero por primera vez enfrenta un escenario adverso de acusaciones de corrupción, plagio y lavado de dinero. El principal flanco débil es su vertiginoso ascenso a la zona VIP del poder, y los pactos y las traiciones que le reclaman sus antiguos aliados.
Mañana, el peligro que pueden representar los candidatos que aguardan en el sótano (Margarita Zavala y El Bronco) y la importancia del post debate, que tendrá lugar en redes sociales.