SERENDIPIA
Errores
El candidato que comete menos errores, gana una elección. En medio hay otros factores, pero ninguno comparable con la difícil empresa de no incurrir en pifias como un hoyo abierto al sol, porque develan un rostro ignorante, mesiánico, egocéntrico, envidioso, intolerante, mentiroso o farsante que permanece oculto detrás de la sonrisa congelada del político en campaña.
De Pifias está repleto el cementerio de los candidatos caídos. Hay algunas memorables como el “cállate chachalaca” de Andrés Manuel López Obrador al presidente Fox y otras que al paso del tiempo no parecen graves como en el momento en el que ocurrieron. Recuerdo a Howard Dean, quien en 2003, tras quedar en tercero en Iowa, dijo que iba por el resto del país y remató su advertencia con el rostro descompuesto y profiriendo gritos destemplados.
Ese exabrupto, que hoy parece una travesura de niño comparado con las locas andanzas del presidente Donald Trump, le costó a Dean la presidencia de los Estados Unidos. Para muchos, la frase “cállate chacalaca” en la campaña de 2006 tiró a Andrés Manuel López Obrador de la silla en la que ya se sentía.
En los últimos días de las precampañas, en los cuartos de guerra penden como símbolos de la ignominia los errores que cometieron los candidatos en este primer round de la elección presidencial. Pueden leerse como un recordatorio para evitar tropezar con la misma piedra o pueden desecharse y permanecer latentes, como una granada despojada de su candado.
En esta primera parte de la campaña, los errores cometidos por los candidatos dicen mucho más de lo que creemos. ¿Qué candidato ha cometido más errores y qué nos dicen estos yerros del efecto que tienen en los potenciales electores?
López Obrador es el rey de los entuertos. Es increíble su capacidad para meterse en problemas. Lo hizo al ofrecer una amnistía sin argumentos ni razonamientos y volvió a superarse a sí mismo cuando respondió iracundo a un artículo en el que Jesús Silva Herzog Márquez lo llamó oportunista y criticó que hubiera pasado del extremo purista a otro sin nervio ideológico ni criterio político para pactar alianzas. El error más significativo, el ofrecimiento de una amnistía, pese a todo no ha hecho bajar a AMLO en las preferencias electorales. Parece que de tanto golpearlo, sus enemigos lograron el efecto de blindarlo en el imaginario, contra sí mismo.
José Antonio Meade parece haber retomado el rumbo de su campaña tras una serie de errores, entre los más costosos sacarle al toro cuando le preguntaron si investigaría al presidente Peña, dilapidar su condición de candidato sin militancia para acercarse al grueso de los electores y echarse a cuestas la marca echa trizas del PRI, sin mencionar los días de su discurso de candidato pendenciero.
Ricardo Anaya es el candidato que menos errores visibles ha cometido. Su campaña parece un tour musical frívolo y sin ideas, pero sigue creciendo en las encuestas.