“Cuando muere un amigo, se muere parte de Dios”
El veinticuatro de octubre de este otoño del tercer milenio que recorre el tiempo, a las 6. A.m. aproximadamente, voló alto, Alberto Ángel El Cuervo- Alberto Bustillos Alamilla. Cantor, pintor, autor de cuentos, canciones, artículos periodísticos, productor y conductor de “El nido del Cuervo”, programa radiofónico y visual; pedagogo del canto y la poesía, promotor y difusor de la “Canción Tradicional”, Químico farmacobiólogo, Lic. en Psicología, AMIGO.
Todo final tiene un principio, mi amistad con El Cuervo tiene cinco décadas. En 1973; el Sindicato de Telegrafistas realizó una fiesta por el Día del Telegrafistas, a la cual asistí como “ejecutivo V” -ve y trae, ve y lleva- labor que desempeñaba al lado del director, de la empresa Editorial de mayor importancia en el mercado de la música del espectáculo y que era invitado de lujo. En medio de los brindis, una voz engolada anuncio como platillo fuerte del sarao, la actuación de Alberto Ángel, ganador del Festiva OTI 1972, con “Yo no voy la guerra” de Roberto Cantoral. Al tercer tema musical de la presentación se fue la energía eléctrica; el cantor con excelente afinación, cuadratura y potencia, sin la ayuda del equipo de sonido, continuó cautivando a los presentes, que poco a poco fueron imponiendo el silencio para sentir el canto. Comenté con Augusto Monsalve, cabeza de la editora musical lo impresionado que me encontraba por esa muestra de Bel Canto, realizada por un cantor con físico de jugador de futbol americano. Días después la dirección de la empresa, avisó que en el festejo, al final, Alberto le había solicitado una cita ya que deseaba cambiar de género musical, entonces lo canalizó conmigo; una mañana la recepcionista avisó de su presencia; en la ante oficina que compartía con el músico, arreglista, director de orquesta, ejecutante de piano, productor uruguayo” Pocho “Pérez, lo encontré con una guitarra Yamaha de cuerdas metálicas; contó que estaba cansado de la superficialidad baladista; que no se imaginaba de ídolo de adolescentes; pregunte ¿hacia dónde encaminaba su canto? Contestó cantando: “Carta a don Emiliano” obra músico literaria ganadora del Festival de la Canción Universitaria 1972, que había realizado su final, en el Foro Abierto de la Casa del Lago, donde tuve la fortuna de ser jurado. La misiva músico-popular le cuenta a Zapata: que a muchos años de su asesinato la vida del campesino se encuentra con la misma problemática para la sobrevivencia y en el puente musical, en forma de letanía dice: “De ti Emiliano Zapata/ de ti se van a acordar… “segunda sorpresa, mi duda fue razonable, ¿dónde la aprendiste? En el Festival de la Canción Universitaria fue su respuesta. La empatía resulto natural y cristalina.
Inició la tarea, una producción discográfica el objetivo, surgieron los primeros temas para el nuevo repertorio, la oportunidad de convivir de Roberto Cárdenas Bernardi, Alberto Ángel, MARM los dotó de naturalidad: “La primera”; “Coplas por mi familia”, música de Cárdenas-textos míos-,” Y sin embargo niña mía te amo”, con música de Alberto, otro texto de mi autoría, formaron parte del catálogo; la presencia del músico, ejecutante de la flauta, “mi carnal”, Arturo Cipriano, amplió la calidad del sonido de la propuesta. Canciones distintas llenas de autenticidad y de imaginación. Encontrar un nombre artístico al proyecto de un cantor mexicano lejano al “hit” de moda; cantores con nombres de “Águila”, “Gavilán” saturan la cartelera de cantantes que con esos sobrenombres afianzan su mexicanidad. Bustillos Alamilla, tenia la costumbre de guardarse los bolígrafos, lo bromeaba, diciéndole que era muestra de cleptomanía; por lo tanto, el nombre artístico fue resultado lógico al considerar que, a diferencia de las Águilas siempre acosadas, que cada vez tiene menor número como especie por culpa del hombre, El Cuervo sigue presente en cielos y tierra nuestra, como el canto de Alberto Ángel
Siempre recuerdo la audición que programó el Director de la empresa con destacados participantes del canto latinoamericano para que escucharan la propuesta; con afecto entro los convocados recuerdo a Roberto Darwin, Uruguay, Hugo Silva, Chile; Roberto D´Nacimento, Brasil, Lucho González Perú; Lucho Neves Perú, entre otros; como la reunión cantora tenía aire de expresión estética sincera, decidí llevar a la reunión, Tequila Jalisciense y cigarros de tabaco silvestre, envueltos en hoja de maíz; repartí los caballitos y los paquetes de cigarros que se vendían en el estado de Jalisco; recuerdo que uno de los participantes prendió uno con cara de felicidad, al inhalar el humo lo único que exclamó fue: Ramos esto es pin.. tabaco; la carcajada colectiva retiró los rastros de solemnidad que flotaba en el ambiente. El disco se publicó en EMI Capitol, bajó la producción de Rafael González, las giras llegaron, las presentaciones surgieron en forma lenta; El Cuervo decidió estudiar Psicología en la UAM; continuar su preparación literaria asistiendo a Talleres impartidos por autores respetables; una tarde-noche al final de los setentas; se apareció en casa con un sombrero de charro, explicó que había encontrado en la Canción Tradicional Mexicana el camino, lo escuché con atención y comenté que el la expresión musical “ ranchera” necesitaba un “ranchero culto”.
Medio siglo ha pasado; en ese especio compartimos escenarios de la república mexicana; La Feria del Libro de Hermosillo, El festival Inter zona de Tijuana; Las jornadas Ley y Domínguez de Mocorito, El Palacio municipal de Culiacán, el Teatro de la República; Plaza de Armas, la Casona de Felipe Luna, entre otros espacios de Querétaro; el jardín Centenario de Coyoacán; el Festival Agustín Lara en el Teatro Clavijero del puerto de Veracruz, el Teatro de Tlacotalpan, el Teatro fe estado en Jalapa; realizamos una producción discográfica con la Banda Hermanos Rubio con Fundación ANJOR; Sala Chopin de la ciudad de México; colaboró en La Voz del norte; los sitios webs de información cultural: “Todas las voces”; “Las voces” ; grabamos a algunos cantores noveles que tomaban clases en su taller de Canción Tradicional; con corridos, canciones románticas, poemas, amistad recorrimos ciudades y noches de bohemia. La mañana del martes veintidós se cerró el libro físico de nuestro afecto; ese que permite citar el verso argentino: “De mi familia no respondo porque Dios me la mando, de mis amigos ¡sí! Porqué eso los escojo yo.”
La tarde lluviosa acompañó mis pasos rumbo a la funeraria donde se llevaban a cabo los servicios luctuosos; estar con mi amigo me impulsaban a una cita donde no quería llegar; como toda despedida de cantor, se hicieron presentes lo compañeros y alumnos con los que compartió horarios y destino, llegue con mi compañera Lourdes, hace más de 48 años que compartimos la vida, nuestro encuentro sucedió en una cantada el Foro del Ágora capitalino del Cuervo. En silencio contemplé su cadáver, abrazamos a Marita la hoy viuda, a Maricela su hija; tomamos asiento en medio del duelo y los recuerdos; a la noche siguiente el horno crematorio lo esperaba. Defender, promover, impulsar, interpretar, investigar a la canción popular, fue su oficio y obsesión, buscar en los rincones de la creación del ingenio popular cantable, su dedicación plena de constancia y compromiso con la autenticidad del canto, lo ejerció lo vivió hasta sus últimos alientos en brazos de Marita. A mi me deja un hueco en los sentimientos, una sensación de pena, de las que nacen, las que se curan con canciones. Voló alto el Cuervo, su canto se queda para siempre: que así sea.