Ante los crecientes desafíos que enfrenta Querétaro en torno al agua, desde la vasta Sierra Gorda, y la zona semidesértica del estado, hasta nuestra vibrante zona metropolitana, resalta una realidad apremiante: la sostenibilidad de nuestro recurso más vital requiere más que políticas y tecnología; demanda la voz y el compromiso de cada queretano. Como presidenta del Consejo Consultivo del Agua, reconozco que la clave para afrontar este reto no solo reside en la gestión y la innovación, sino que recae fuertemente en la participación ciudadana y la educación ambiental. Estamos en un punto de inflexión donde la escasez de agua, la contaminación y la ineficiencia en su uso nos llama a unirnos, reeducarnos y actuar por un futuro hídrico sostenible.
En la “Agenda Azul” enfatizamos la importancia crucial de fomentar una cultura del agua que se adapte a la dinámica diversa de nuestro estado. Desde la riqueza natural de la Sierra Gorda, con las denominadas reservas de agua por la CONAGUA, hasta el árido semidesierto y nuestra creciente zona metropolitana, cada región posee realidades hídricas únicas que requieren enfoques específicos, y de una educación y sensibilización adaptada.
La integración de aportaciones científicas y ciudadanas es fundamental. La ciencia nos proporciona el conocimiento necesario para entender los desafíos y las soluciones posibles, mientras que la participación ciudadana garantiza que estas soluciones sean relevantes, aceptadas y sostenidas por las comunidades. La educación ambiental juega un papel trascendental en ello, proporcionando a los ciudadanos el conocimiento y las herramientas para contribuir activamente a la conservación de las fuentes de agua y al uso eficiente del vital líquido.
Iniciativas que promueven el uso eficiente del agua, desde la recolección de aguas pluviales en nuestras casas y colonias, hasta prácticas agrícolas sostenibles en el campo, son esenciales. Pero igualmente importante es el fomento de la participación comunitaria en la gestión del agua, creando plataformas para que los ciudadanos aporten, aprendan y se comprometan con el manejo sostenible del agua; ya que sin participación no hay compromiso. Deslindarnos de nuestra responsabilidad como ciudadanos y depositar la totalidad del peso en los tomadores de decisiones no solo es insostenible, sino que también nos aleja de la solución a los retos que enfrentamos.
El llamado a la acción es claro y urgente. La sostenibilidad hídrica de Querétaro depende de una relación transformada con el agua, una que abrace el ciclo hidrológico en su totalidad y reconozca el papel indispensable de cada sector de la sociedad. Desde el urbano al rural, desde el agrícola al industrial, cada uno de nosotros tiene un papel vital en este tejido hídrico que sostiene la vida y el desarrollo del nuestro estado.
La sostenibilidad hídrica en Querétaro depende de este compromiso compartido, donde la participación activa se convierte en el motor de cambio hacia prácticas más sostenibles y conscientes. Al integrarnos plenamente en este proceso, no solo ejercemos nuestro derecho como ciudadanos, sino que también asumimos la responsabilidad que tenemos con las futuras generaciones, asegurando que el agua sea preservada y gestionada con el cuidado y la diligencia que merece. Hagamos que la voz del agua sea la voz de todos.