En los últimos tiempos ha tomado fuerza un movimiento de carácter mundial cuyo fin primordial es el repudio a la violencia contra las mujeres. Movimiento por demás auténtico, necesario y justo porque durante siglos algunos hombres han maltratado, humillado, golpeado y asesinado a miles de mujeres por todo el mundo, y los efectos perniciosos no terminan ahí donde el asesino mató a su esposa, novia o amante, o no terminan cuando el padre dejó de golpear a la madre porque se volvió viejo, sino que los traumas sicológicos que quedan en los hijos son para siempre: personalidad de evasión, complejo de inferioridad, sensación de insignificancia, vergüenza de sí mismo y dificultades severas para socializar, son los problemas que se observan en los hijos o hijas que se criaron en un matrimonio donde hubo un macho golpeador.
Por ello es que se vuelve urgente apoyar desde las instituciones oficiales, centros de trabajo, escuelas y universidades, este movimiento que busca terminar con los crímenes que se cometen contra algunas mujeres y lograr que el feminicida, el violador o el acosador, pague sus crímenes con castigos ejemplares.
No obstante, como todo lo que es producto del pensar y el actuar humano, conforme pasa el tiempo los estudiosos se han dado cuenta que este movimiento también tiene sus aristas difíciles y han empezado a surgir algunos problemas. He aquí algunos de ellos.
En primer lugar, si bien en las ciudades y colonias periféricas el movimiento ha echado raíces y las mujeres han logrado organizarse exitosamente tanto para hacer visible la violencia contra ellas, como para exigir se legisle con el fin de imponer castigos severos a los agresores, en los pueblos y comunidades más alejadas donde vive la gente pobre con escasa información y preparación las cosas siguen igual o tal vez hasta peor, y es probable que así seguirán por mucho tiempo pues siguen existiendo hombres borrachos y agresores que continúan golpeando a sus parejas por el hecho de que -tal y como lo señalan quienes defienden la tesis de que el sexo y el rol que hombres y mujeres juegan en la sociedad es determinado por una sociedad patriarcal que oprime a las mujeres-, toda su vida es lo único que han visto hacer a sus mayores y ellos lo reproducen de manera normal. Esto no justifica el hecho, pero lo explica y señala la urgencia de que la educación basada en el respeto a los derechos de las mujeres debe llevarse también a esos lugares donde los usos y costumbres prevalecen incluso a veces sobre la ley positiva.
En segundo lugar, al abordar el problema de la violencia contra las mujeres hay una tendencia errónea a cometer dos falacias lógicas denominadas “de composición” y “generalización apresurada”, la primera consiste en atribuir la cualidad o el defecto de las partes al todo, por ejemplo, afirmar que porque se han encontrado culpables de violación a dos integrantes del equipo de futbol “Real Mandil”, todos los jugadores del Real Mandil son violadores, lo cual es inválido. Es lo mismo con la generalización apresurada, donde se realiza una inducción que retoma muy pocos casos para establecer un principio general, por ejemplo, que porque tres estudiantes de la Secundaria “Héroes de Papel” ganaron primer lugar en la Olimpiada Nacional de Matemáticas, se afirme que todos los estudiantes de esa secundaria son excelentes para las matemáticas. Esta misma falacia la cometen las personas que sin mayor análisis lógico o científico afirman que “todos los hombres son violadores”, o que “todos los hombres son feminicidas”, etc., lo cual no sólo es incorrecto, sino incluso falso.
Al respecto, la famosa abogada española Yobana Carril dice lo siguiente: “A todas estas personas que llevan estos días defendiendo esto de ‘el violador eres tú´ a todo lo largo y ancho de este Planeta, tengo que decirles algo muy sencillo: yo no sé a quién se refieren ustedes con ese ´Tú´, pero les puedo asegurar que ninguno de los hombres que yo conozco: amigos, compañeros de trabajo, mi padre, mi suegro, mi marido, mi hijo, mis cuñados, a ninguno de estos, les representa, por lo cual, me gustaría que se abstuviesen de generalizar, ¿saben? Porque lo que están haciendo ustedes es aquello que critican: sí, que se generalice, no sé a quién se refieren con ese ´Tú´, pero desde luego, a los hombres que yo conozco no, ¡Les digo que NO!, no voy a decir nada más, porque he aprendido a lo largo de estos años que, hablar, para determinadas personas es lo mismo que no hablar. Pero sí quería decirlo, no podía permitir quedarme callada mientras a los hombres, a los que yo conozco, se les tacha de violadores o posibles violadores, ¿saben? ¡Me niego! ¡No, no, me da la gana! Muchísimas gracias por escucharme, y ojalá más gente se sume también, a decir, que ese ´Tú´, no puede englobar a los hombres en general”, (ver en https//youtu.be/dBEKfcoomOY).
En tercer lugar, tanto en España como en Argentina y en Chile, el problema de los suicidios y linchamientos por acusaciones falsas se han incrementado de tal manera que está convirtiéndose en un verdadero problema, pues algunas mujeres han utilizado el poder de acusación o bien para vengarse de alguien o bien como ocurre en España, para obtener beneficios con la Ley contra la Violencia de Género, -la cual allá parece referirse a los problemas de violencia que se dan exclusivamente entre parejas-, tanto más cuando de manera errónea, algunas mujeres piden o hasta exigen que debe creérseles ciegamente, sin más, cuando una mujer acusa a un hombre, revirtiendo así la carga de la prueba y al mismo tiempo, violentando flagrantemente un principio jurídico elemental llamado presunción de inocencia. Así se expresa la feminista argentina Liliana Hendel: “Al revés de lo que sucede habitualmente que cualquier ciudadano o ciudadana es inocente hasta en tanto no se demuestre lo contrario, yo creo que en las situaciones de violencia de género, por la dimensión del problema debe invertirse la carga de la prueba, es decir: si yo digo que él es culpable, él es culpable hasta que demuestre su inocencia” (ver en https//youtu.be/ILGP4YIE9mo).
Y así se expresa el Psicólogo canadiense Jordan Peterson: “Si crees que la tradición de leyes occidentales o sus variantes es fundamentalmente una manifestación de la ´tiranía patriarcal´, entonces también puedes creer que la presunción de inocencia es un complot patriarcal, y si crees eso te puedes mover de un sistema que usa la preponderancia de la evidencia, a un sistema donde automáticamente crees al que acusa, entonces, bueno, ¡Venga! ¡Adelante!. Y si no crees que el poder de acusación se puede utilizar de manera maliciosa, entonces tus ojos no están muy abiertos y no has vivido mucho”, (ver en https: //youtu.be/ILGP4YIE9mo).
Es un tema muy complicado que debe abordarse intentando hasta donde sea posible ser objetivo, poniendo sobre la mesa los detalles de los casos y no creer que todo marcha bien.
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