Presumen en redes sociales carnita asada del gobernador de Querétaro con amigos en su rancho y en pleno pico de la cuarentena
SERGIO A. VENEGAS RAMÍREZ
Son los parrilleros favoritos del grupo en el poder. Acuden a sus casas y ranchos para preparar comidas para cuantos sea necesario: diez, veinte, cien, doscientos invitados. Son –o eran- de todas las confianzas del gobernador Francisco Domínguez Servién.
No era la primera vez que acudían a calentar las parrillas del rancho –o granja, como le dice Domínguez- Cruz de Mayo, en Huimilpan, Querétaro.
Pero sí fue la primera vez que Manuel Mercado Portillo lo hizo público en sus redes sociales.
Tres fotos de la comilona que incluyó selectos cortes de res, tuétanos, volcanes, salsas y chiles, bastaron para que se desatara la polémica en redes sociales.
Y no era para menos: las imágenes muestran a los expertos parrilleros junto con Pancho Domínguez en el imponente rancho que hace veinte años comprendía apenas unas cuentas hectáreas y hoy tiene vastas tierras y tecnología de punta para la cría de puercos y borregos.
En pleno pico por la pandemia de coronavirus que cobró 24 horas antes la vida de 16 queretanos, el sábado y al pie de una Virgen de Guadalupe tallada en piedra, se apreciaba al mandatario queretano posando para la foto. Al fondo, una gran pérgola donde se observaban sillas, mesas y otras personas. Y mucho, mucho pasto y zonas arboladas.
La vida de lujos exhibida en redes sociales por una imprudencia del banquetero favorito, que poco después la quitó de redes.
Pero el daño estaba hecho. Algunos periodistas como Miguel Ángel Álvarez (Expreso Querétaro) y David A. Jiménez (Presencia Universitaria) viralizaron las imágenes que indignaron a la mayoría de los ciudadanos.
Inmediatamente después, Domínguez Servién intentó un control de daños y desde sus redes sociales explico: “Algunos fines de semana me toca ir a trabajar a la granja para revisar la producción, junto a mi hermano; ayer aprovechamos para apoyar a un negocio local y comer junto a algunos trabajadores. No fue una reunión social ni numerosa”.
Pero las críticas crecían.
Luego vino el tuit del alcalde Luis Bernardo Nava Guerrero:
“Las reuniones y fiestas, aunque sea con familiares y amigos cercanos, no están permitidas. En Querétaro, el número de contagios continúa en números críticos, por favor tómalo con seriedad y responsabilidad. Cuida tu salud y cuida a los tuyos. #QuédateEnCasa”.
Minutos después, la publicación del alcalde panista también fue borrada.
Se les vino el mundo encima.
Y es que mientras comerciantes del Centro Histórico y otras zonas piden que se les permitan abrir con todos los controles sanitarios, los restauranteros presagian la muerte del 30% de las empresas del ramo y el gobierno cierra cantinas y restaurantes en lugares como La Playa de Mompaní, Pancho Domínguez se pasaba por el arco del triunfo sus propias recomendaciones y hacía reunión en su rancho.
Es más, se dio tiempo de grabarle un video a la esposa del parrillero, que vende alfajores “deliciosos” Es, dijo, “una mujer luchona”.
Pero no. El gobernador ha dicho que los negocios no esenciales, tendrán que esperar.
Lo inexplicable es que Pancho Domínguez, que se victimizó por su supuesto contagio de COVID-19, al que en teoría ya es inmune, se muestre insensible a la crisis por la que atraviesan cientos de miles de queretanos que diariamente –ellos sí- arriesgan la vida al salir a las calles para ganarse el sustento familiar.
La foto queda para el registro de las contradiciones del sexenio: Mientras Querétaro tiene ya 1 mil 290 casos confirmados de COVID-19 y 166 defunciones, el gobernador de camisa Polo color de rosa y jeans de mezcilla rotos, sostiene con una pinza dos tuétanos, flaqueado por sus cuates que muestran sendos fileros.
Eso sí, traían puestos los cubreboscas.