Mauricio Angel
Aunque la vecindad del Chavo se presenta como casa del programa número uno de la televisión humorística, en un corte de la filmación uno de los actores, vestido de marinero, desinfla los cachetes y se queja de los guiones de Roberto Gómez Bolaños.
En su opinión, están viejos, gastados y quiere otra narrativa, pero no visualiza que toda la vida de Chespirito estuvo dedicada a finar su estilo de comedia que lo llevó a marcar Latinoamérica entera.
Esa será parte de la historia que contará la bioserie Chespirito: Sin Querer Queriendo, que se estrena el 5 de junio en Max, enfocada en seguir al humorista tanto en los estudios de filmación como en un plano personal.
Con la autobiografía del actor como guía y el cuidado de sus hijos en la producción, el equipo adelantó que los ocho episodios presentarán una versión muy digna del creador de personajes como El Chavo del Ocho y El Chapulín Colorado.
“Tenía una capacidad muy especial, muy singular, para identificar un humor que la gente recibió de muy buena manera. Nadie era capaz de ver lo que él estaba haciendo, quizá ni él mismo mientras lo construía.
“Es un hilo fino que contiene la serie, tiene que ver con el título, algo que él logró quizá sin darse cuenta. Empezó a los 40 años para perseguir un sueño”, resaltó el director líder
Rodrigo Santos, en una pausa de la filmación en marzo de 2024, a la que asistió GENTE.
Durante la semana ocho del rodaje, donde se grabó la escena descrita al principio, los actores estaban caracterizados como los simpáticos habitantes de la vecindad, en sets que imitaban los de la televisión de los 70.
El trabajo para la serie fue en dos vías: seguir al escritor desde su infancia hasta que logra desarrollar sus ideas frente a la cámara, y recrear escenas protagonizadas por sus personajes, como el Doctor Chapatín, para mirar lo que había detrás de ellas.
“El humor es una herramienta de empatía y conexión. Una cosa que Roberto hacía muy bien era entender que todo lo que nos distingue uno del otro nos suma. Él usaba el humor para distinguir al gordo del flaco, al alto del chaparro.
“Incluso usaba sus propias inseguridades a favor de este humor para conectar con alguien. El humor definitivamente viene de un lugar de amor y por lo tanto genera comprensión”, valoró Pablo Cruz, quien interpreta a Gómez Bolaños.
El proceso de casting, contaron los actores, fue exhaustivo y en algunos casos tomó dos años desde la primera audición hasta que fueron confirmados, pero incluso durante el rodaje se mantenían en aprendizaje.
Un día Cruz tuvo una crisis creativa. Sentía que estaban haciendo muchas escenas muy rápido y no tenía tiempo para encontrar las emociones correctas, pero luego entendió que probablemente el propio Chespirito vivía aquello y se sintió más conectado.
Sin Querer Queriendo es anunciada como serie biográfica, pero ante temas espinosos, como la desaprobación que hubo durante la filmación por parte de otros implicados, como Florinda Meza, la producción recalca que es una ficción.
Aquello se nota en los nombres de algunos de los protagonistas. Bárbara López interpreta a Doña Florinda y a la actriz que le da vida, Margarita Ruiz, no la nombran como Meza; Juan Lecanda es Quico y Marcos Barragán, no Carlos Villagrán.
En casos como el de Arturo Barba, quien hace de Rubén Aguirre y Profesor Jirafales, hubo oportunidad de consultar su autobiografía, pero el elenco remarcó que la importancia de sus roles está en función de cómo sumaron a la vida de Gómez Bolaños.
“Marcos Barragán sí tiene partes dramáticas, esta dualidad entre el gran bufón o el gran payaso, la caricatura que eran los personajes de la serie, comparado con él como ser humano.
“Es una ficción, está dramatizada con fines narrativos para estas plataformas. ¿Qué tanta justicia (hace a las personas reales)? Bueno, yo creo que mucha”, opinó Lecanda, quien imita a Quico desde niño y ahora al ex presidente estadounidense Joe Biden.
Dos mujeres resaltan en la historia de Roberto Gómez Bolaños contada en la bioserie Chespirito: Sin Querer Queriendo: su madre, Elsa Bolaños (Karina Gidi), y su primera esposa, Graciela Fernández (Paulina Dávila).
Al no ser personajes tan públicos, las actrices que las interpretan tuvieron libertad para crearlas y dimensionar los roles que jugaron en su vida.
Gidi, quien describe los libretos como caldo de pollo, considera a la madre del creativo su fan, pero también alguien que lo animaba poco para que no repitiera los pasos de su padre.
Mientras, Dávila concibe a Fernández como uno de sus mayores pilares.
“Para que Roberto pudiera hacer todo lo que hizo, debía tener una compañera que sostuviera el otro lado de su vida, el hogar, sus hijos. Fueron un equipo, ella era su fan número uno, quien más creía en él en sus inicios.
“Recibí cartas de sus hijas donde me contaban cómo era su mamá. Ha sido un proceso muy emotivo y muy íntimo también de conocer a Graciela a través de la memoria de sus hijos. Y mientras la interpreto, me ha acercado a un lado de mi feminidad”, describió Dávila.
