Contar con una estructura formal en las empresas evita que los problemas familiares la afecten y hasta la destruyan, refirió Ramón Martínez, experto de la Escuela Bancaria y Comercial (EBC).
Entre el 60 y 70 por ciento de las empresas que pasan de la primera a la segunda generación son exitosas, pero sólo entre 20 y 30 por ciento son exitosas cuando transitan de la segunda a la tercera generación, resaltó.
Hacer formal el negocio también permite un crecimiento y desarrollo, al tiempo que las decisiones no se contraponen.
“Hay una estructura independiente que separa la relación familiar de la relación corporativa de la empresa y que le permite crecer y desarrollarse”, afirmó Martínez.
Así que es posible hacer modelos sostenibles en el tiempo y que sean rentables.
“Entonces cuando se institucionaliza la empresa tienes una estructura que respalda el modelo de sostenibilidad del negocio, que no sólo sea rentable sino que perdure a lo largo del tiempo y la institucionalización de las empresas familiares las consolida”, detalló.
Así, dijo, es posible mantener los valores y misión de la empresa, más allá de los intereses familiares.
La principal herramienta para lograr esa institucionalización es la existencia de un gobierno corporativo, el cual consiste en definir roles y responsabilidades de la familia dentro de la organización, acompañado de asesores y consejeros que son independientes de la empresa.
También es benéfico identificar capacidades y competencias de los familiares e involucrarlos a temprana edad para aportar lo aprendido en la universidad.
Y la incorporación a cúpulas empresariales es otra herramienta para conocer lo que pasa en el mercado y hacia dónde va, agregó.