En Querétaro, aunque el recorrido aun es largo, se están sentando las bases de un futuro más verde y eficiente en la gestión del agua. Con proyectos pioneros como el saneamiento alternativo del río Querétaro, que busca proteger la salud pública y posibilitar el reúso del agua en riego, industria o construcción; el Sistema “Batán, Agua para Todos”, que pretende dotar a la zona metropolitana de agua potable por los próximos 20 años, mediante la purificación reutilización de las aguas correctamente tratadas; o la implementación de inteligencia artificial para la detección temprana de fugas para su atención oportuna, y con ello reducir volúmenes importantes en pérdidas; el estado se coloca a la vanguardia en el manejo sustentable del recurso hídrico.
Sin embargo, en este contexto de avances significativos, surge un sector primordial que requiere nuestra atención urgente: la agricultura. Representando uno de los mayores consumidores de agua, principalmente extraída de pozos, la adopción de prácticas de economía circular en el sector agrícola no es solo un paso lógico, sino una necesidad urgente.
Para el año 2020, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) comunica que en Querétaro se cuenta con 1,200 millones de metros cúbicos (Mm3) de agua para uso agrícola, reflejando la gran demanda hídrica de este sector. Sin embargo, con una eficiencia de riego estimada entre el 40% y el 60%, es evidente que una gran cantidad de este vital recurso no se utiliza de manera óptima y se desperdicia. Este escenario no solo subraya la urgencia de mejorar la eficiencia en el uso del agua en la agricultura, sino también de repensar nuestras prácticas agrícolas bajo el prisma de la economía circular.
La economía circular en la agricultura va más allá de optimizar el riego; se trata de cerrar el ciclo del agua mediante la reutilización de aguas residuales tratadas, la implementación de sistemas de riego inteligentes que ajustan el suministro de agua a las necesidades reales de los cultivos, y la adopción de técnicas agrícolas que mejoren la retención de agua en el suelo. Además, al integrar la producción agrícola dentro de un sistema circular, podemos reducir la dependencia de extracciones de agua nuevas y limitar la necesidad de trasvases, alineándonos más con la naturaleza y sus ciclos.
Por otro lado, vale la pena voltear a ver estrategias complementarias como la asignación de tarifas al agua de pozo para su uso en riego, que puede fomentar el uso racional y eficiente de este recurso. La experiencia de California en este sentido ofrece una perspectiva valiosa para Querétaro, especialmente en un momento en que la eficiencia en el uso del agua se ha convertido en una prioridad crítica.
La implementación de tarifas al agua de pozo ha demostrado ser una estrategia eficaz en California para reducir el consumo de agua en el sector agrícola, aumentar la productividad de los cultivos y fomentar la sostenibilidad ambiental. Los agricultores, al enfrentarse a los costos directos por el agua que utilizan, buscan optimizar cada gota, lo que no solo disminuye los costos de producción, sino que también mejora el rendimiento de las cosechas. Además, esta estrategia contribuye a una distribución más equitativa del agua, asegurando un acceso más justo al recurso para todos los usuarios.
Para que Querétaro pueda replicar el éxito de California, es imprescindible acompañar la asignación de tarifas con medidas de apoyo que garanticen la adopción efectiva de prácticas de riego eficiente. Esto incluye la capacitación y asistencia técnica para los agricultores, inversiones en infraestructura de almacenamiento y distribución de agua, y la creación de un marco regulatorio que respalde tarifas justas y promueva la eficiencia hídrica. Solo mediante un enfoque integral, que combine la tarificación del agua con el apoyo activo al sector agrícola, Querétaro puede asegurar un futuro en el que la economía circular y la sostenibilidad ambiental vayan de la mano.
La transición hacia la economía circular en la agricultura de Querétaro no es solo una respuesta a la escasez de agua; es una oportunidad para fortalecer la resiliencia de nuestro sector agrícola, promover la sostenibilidad y apoyar el bienestar de las futuras generaciones. Al mirar hacia los logros en la gestión del agua en otros ámbitos, es claro que el momento de llevar estas innovaciones al campo es ahora. Querétaro tiene la oportunidad de liderar este cambio, mostrando al mundo que es posible cultivar el futuro en armonía con nuestro planeta.