Este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) elegirá a un nuevo Director General. Entre los candidatos para sustituir a la francesa Audrey Azoulay se encuentra la diplomática mexicana Gabriela Ramos, quien desde 2020 ocupa el cargo de Directora General Adjunta para las Ciencias Sociales y Humanas de dicha organización.
Es una excelente noticia que el gobierno mexicano haya respaldado su candidatura, ya que representa el regreso de la diplomacia mexicana al más alto nivel de las relaciones multilaterales, ámbito en el que nuestro país ha gozado de un amplio prestigio histórico.
Existen cuatro razones que hacen de esta elección un momento trascendental para México:
1.- El mundo multilateral. La diplomacia mexicana está llena de momentos de valor y congruencia con la defensa de justicia y equidad internacional, principalmente a través de sus posiciones en organismos internacionales -en la ONU, OEA y la Liga de las Naciones-, o de iniciativas colectivas como ocurrió en los años 1970 y 1980 ante los conflictos en Centroamérica. En particular, en la UNESCO dejó una huella profunda el ilustre diplomático mexicano Jaime Torres Bodet quien, como segundo Director General de la Unesco, entre 1948 y 1952, se distinguió por promover la alfabetización, la participación de mujeres en la educación y la justicia social para preservar la paz.
2.- Los retos de México y la UNESCO. Hay una clara alineación entre los desafíos que vive México y la UNESCO: la lucha contra el tráfico de bienes culturales, la regulación de la inteligencia artificial o el acceso a la tecnología para miles de millones de jóvenes, especialmente mujeres. En voz de la embajadora Aureny Aguirre, quien lideró la delegación de México en la sesión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO en que se propuso la candidatura de Ramos: “Destacamos las acciones orientadas a erradicar la violencia de género, a reducir la brecha digital, y lograr la plena inclusión de las niñas, jóvenes y mujeres en la ciencia y la tecnología.”
3.- El liderazgo femenino mexicano. La candidatura de Ramos reforzará la conversación internacional sobre la prominencia de las mujeres en diversos aspectos de la vida de México. La elección de Claudia Sheinbaum como presidenta ya ha detonado conversaciones positivas en el mundo sobre nuestro país. Sheinbaum es, después de la Primer Ministra de Canadá, Kim Campbell, en 1993, la única mujer en ocupar el poder ejecutivo de un país de Norte América. El ascenso de mujeres se puede observar en el gabinete presidencial, los gobiernos estatales, la Suprema Corte de Justicia, en el mundo de la cultura y el arte y, aunque en menor medida, en liderazgos empresariales.
4.- Mujeres diplomáticas. Gaby Ramos formó parte del servicio exterior mexicano entre 1986 y 2006 y ocupó posiciones directivas en la Secretaría de Relaciones Exteriores y es un buen ejemplo del gran talento que existe en la diplomacia mexicana. Actualmente, dos mujeres ocupan cargos de subsecretaría en la Cancillería, la embajadora María Teresa Mercado y Raquel Serur, quienes se han distinguido por su defensa del derecho de asilo —principio emblemático de la política exterior mexicana—, a tal grado que fueron declaradas personas non gratas por los gobiernos de Bolivia y Ecuador, respectivamente. Como ellas y Aguirre, en el servicio exterior mexicano hay cientos de mujeres trabajando todos los días con ahínco en la Cancillería, embajadas y consulados y merecen un reconocimiento mucho mayor al que actualmente reciben.
Es un gran acierto que la presidenta Claudia Sheinbaum y el canciller Juan Ramón de la Fuente hayan respaldado la candidatura de Gabriela Ramos ante la UNESCO, y que estén impulsando todos los esfuerzos para lograr su elección en octubre como Directora General. México tiene una candidata capaz no solo de poner en alto el nombre del país, sino también de materializar las palabras que Jaime Torres Bodet pronunció en 1950: “el hombre de la calle no debe ignorar que la Unesco existe y que la Unesco piensa en él. […] sus angustias, sus inquietudes y sus deseos son la mejor justificación de nuestra existencia”.
La elección de Gabriela Ramos sería una señal de que México está dispuesto a asumir un liderazgo más activo en favor de la justicia social, la equidad de género y la construcción de paz a través de la cultura, la ciencia y el conocimiento.