Elena Chávez es una periodista que escribió un libro polémico “El Rey del Cash” con un subtítulo “El saqueo oculto del presidente y su equipo cercano”. La autora fue pareja de César Yáñez durante 18 años, el ‘hermano’ de Andrés López Obrador. Elena escribe “su verdad, su historia: una catarsis hacia la libertad”. Y pone al descubierto los raudales de dinero en efectivo que recibía el hoy presidente durante sus campañas; raudales que caían en manos de su secretario particular, el ingeniero Alejandro Esquer. Hubo muchos personajes que contribuyeron a la causa de Amlo: Marcelo Ebrard cuyo secretario de finanzas era Mario Delgado; Octavio Romero, hoy director de PEMEX, que como oficial Mayor de López siendo Jefe de gobierno, despojaba de un porcentaje de sus salarios a los empleados, al igual que la inefable Delfina Gómez, incluso Manuel Bartlett Díaz. Como lo asevera Anabel, la prologuista de Elena, López es calculador, malagradecido y soberbio.
Elena le sirvió a su pareja para monitorear los medios, pero era aquello tan fastidioso que afectó su salud emocional. Julio Scherer Ibarra tuvo la idea de crear la fundación “Honestidad Valiente” y al final del día resultó un fraude. El cash era la fórmula perfecta para evitar impuestos. La corrupción perfecta. Y de ella se alimentó López Obrador y de paso toda su familia.
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Es interesante observar cómo un hombre que emerge de un pasado que desprecia y educado bajo sus reglas, se considere distinto. Y si es distinto en cierto modo: presa de odio y resentimiento. Su derrota en el 2006 lo condujo a la locura de considerarse el presidente legítimo. Fue patético.
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Anabel Hernández, el libro de Chávez construye una crónica nítida y sin concesiones: no hay Mesías ni salvador de la Patria. Sólo un hombre altanero y desconfiado que se ha creído aquello de una cuarta transformación que nadie sabe lo que es.
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Pero continuando con el testimonio de Elena, fueron tan sufridos esos años al lado de César Yáñez –un hombre fanatizado por Amlo– que tuvo que acudir al psicólogo para recuperar la autoestima. Amén que, después de esa separación, le dio un giro a su vida y se ocupó de proteger los derechos de los animales. De ese modo se libró de un hombre que apenas llegaba a casa para cambiar la ropa y volver de inmediato a la campaña del “Licenciado”, quién se dio a la tarea, una vez presidente, de atraer a todos los “cansados” y oportunistas: Germán Martínez, ex líder de Acción Nacional; Napoleón Gómez Urrutia, ex líder de los mineros que residía en Canadá.
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Elena Chávez nunca dejó de ser crítica de lo que ocurría en su entorno. Siempre vio en AMLO “un alma perdida en acciones perversas”. Un cínico que cuando se le preguntó sobre el libro de Chávez en una de sus “mañaneras”, se alzó de hombros y, aparentemente, despreocupado, respondió que faltaban muchos libros más que hablarían de él, pues que sus “adversarios” eran incontables. Y es verdad dado que su discurso maniqueo –están conmigo o están contra mí– ha dividido las conciencias como nadie.
De no haber publicado Elena Chávez su testimonio –que por cierto nadie ha refutado– muchos mexicanos nos seguiríamos preguntando cómo financió el macuspano sus campañas. Ahora lo sabemos. Y no le creemos nada. Ni su mantra: “no mentir, no robar, no engañar”. Gracias, Elena por esas valiosas revelaciones.