En su último día completo antes de volverse ex presidente, Barack Obama planeaba pasar todo el jueves en la Casa Blanca. Aunque las grandes decisiones y pronunciamientos ya quedaron atrás, él sigue a cargo hasta que Donald Trump juramente el viernes al mediodía.
La Casa Blanca dejó casi vacío el último día en la agenda del mandatario y él mismo dijo que aprovecharía el tiempo para despedirse de la casa donde vivió con su familia casi una década. Los únicos eventos públicos en su calendario eran el informe diario que recibe y su último almuerzo semanal con el vicepresidente Joe Biden.
En lo que podría ser su último acto como presidente, Obama planeaba anunciar una ronda final de perdones a prisioneros, después de haber otorgado cientos de conmutaciones de penas y perdones esta semana.
Las autoridades dijeron que la última ronda podría enfocarse en delincuentes no violentos presos por drogas que están purgando sentencias largas, un grupo poblacional que Obama ha buscado ayudar otorgándoles clemencia.
De hecho, la Casa Blanca de Obama ya está operando con personal esquelético. Sus colaboradores ya se han ido en las últimas semanas y para el miércoles en la noche solo quedaba un puñado, lo que creaba un ambiente escalofriantemente tranquilo en una Ala Oeste normalmente bulliciosa. Los que quedaban estaban empacando sus escritorios, entregando sus teléfonos y despidiéndose de sus colegas entre lágrimas.
En su última conferencia de prensa el miércoles, Obama buscó poner fin a su capítulo en la historia con una nota optimista. Dijo que a pesar de la derrota devastadora de su partido en las elecciones estaba confiado en el futuro de Estados Unidos.
“En mi interior, pienso que estaremos bien. Solo tenemos que luchar por ello y trabajar por ello, no darlo por sentado”.