El lunes pasado Plaza de Armas en su bella sección aQROpolis me hizo el favor de publicar una crónica sobre la cultura totonaca y el emblemático pueblo de Papantla y el 12 de octubre se conmemoró el Día de la Raza, el Descubrimiento de América, Día de la Hispanidad o de la Diversidad Cultural, en fin, una fecha que para los americanos sigue en controversia a 532 años de ese evento al que se le ha descalificado por múltiples razones y sin razones.
En el artículo sobre Papantla, la palabra uey tlatoani provocó controversia: si se trataba de un dedazo y algunos comentarios que me hicieron llegar. En realidad, No se trata de un error de dedo sino que la confusión es lógica y aceptable dado que el idioma náhuatl, azteca, o mexicano, como se llama a esa lengua que se extendió por todo el centro del territorio de lo que Paul Kirchhoff llamó Mesoamérica en 1943, es una lengua nacional con reconocimiento constitucional, es conocida y practicada por alrededor de un millón y medio de habitantes y representa el 25% de quienes hablan una lengua indígena, además de que se habla en varios países de Centroamérica, pero la mayoría mestiza no lo conoce.
Desde hace muchos años he tenido interés por entender y hablar esta lengua que considero de gran importancia histórica para México y por eso la he estudiado donde he tenido oportunidad de hacerlo. Me gustan sus sonidos y los orígenes de sus vocablos siempre en relación con la cosmovisión de nuestros ancestros mexicas, fundadores de nuestra mexicanidad junto a nuestros orígenes españoles.
El error primordial de la palabra ueytlatoani en el artículo publicado el pasado lunes es que aparece separada. Ueyi es una palabra de gran significado social y cultural para la lengua nauatl (sin h y sin acento) porque significa antiguo, viejo, mayor. Así, por ejemplo, ueynana o ueytata son abuela o abuelo; ueyi es el que es grande, en conocimientos como en edad o en experiencia. Para la cultura nauatl, el tlatoani es el que habla, el que tiene la palabra, el que guía: de ahí su importancia simbólica. Por eso deseo hacer estas aclaraciones dado que el nauatl es una lengua aglutinante, esto es, algunas de sus palabras se componen de dos o más vocablos que le dan un nuevo significado.
Cabe mencionar en esta oportunidad, que las diferentes variantes de un idioma se califican como variantes dialectales de un idioma o lengua, y no como se ha considerado que las lenguas indígenas son dialectos, en un afán de ponerlas en un nivel inferior y de menospreciar a esas lenguas especialmente del centro y sur de México, y que poseen todas las estructuras lingüísticas que asisten a todos los idiomas que aún existen en el mundo, tiene una literatura, poesía y relatos que ha sido recogidos a lo largo de estos siglos de contacto con Occidente; se les considera dialectos en un rasgo clasista o racista que subsiste en nuestra sociedad que se cura en salud cada vez que puede hacerlo, haciendo trabajo asistencial en comunidades indígenas pero regateando el precio de cualquier trabajo artesanal que se ofrezca en el mercado o en la calle y en cambio, se compran cualquier chuchería importada de China sin regatear la calidad y el precio.
La lengua materna nos confiere una identidad frente al otro, es lo que nos distingue desde nuestras primeras fases de socialización; es nuestra primera herramienta de comunicación e identificación con una o varias culturas pues el aprendizaje de una lengua secundaria también permite el conocimiento de otras cosmovisiones ajenas a la nuestra. Aprender otro idioma nos permite el conocimiento, respeto y tolerancia hacia lo ajeno, hacia otras razas, hacia otras naciones. Conocer las lenguas originarias permitiría erradicar poco a poco las formas excluyentes que han sido características de los mestizos hacia los indígenas en la mayoría de los países de América donde la palabra indio ha sido y es significada como un insulto.
El castellano tiene tantas variantes o dialectos como los que se hablan en todo el orbe dado el rol que tuvo el imperio español a partir del siglo XVI hasta el XIX. El español que hablamos en México, es el dialecto mexicano como el argentino en Argentina, de manera que, debemos tener presente que en nuestro dialecto tenemos muchísimas palabras cuyo origen está en el nauatl: tomate, chocolate, aguacate, mole, tamal, huipil, y miles más que componen ya un cuerpo lexicográfico muy amplio que se encuentran recopilados en diccionarios de americanistas.
Entre sus características, el nauatl no tiene acento o tilde y todas sus palabras son graves o llanas en su pronunciación; es una de las lenguas de más fácil acceso en el mundo contemporáneo; es un idioma dulce en sus sonidos como el sonido tl o el de la x; tiene además en su haber, ser una de las lenguas indígenas más estudiada a la par del maya del cual, actualmente existe una cátedra que se imparte en Rusia. Ojalá existieran en todas las universidades, las facilidades para estudiar cualquiera de las lenguas originarias que sobreviven difícilmente en México, esto es, que el acceso a cursos de lenguas originarias para su preservación, fuera gratuito en todas las instituciones educativas.
Miralles, en Hernán Cortés. Inventor de México. (2001) revela que en el tiempo en que los cortesianos permanecieron enclaustrados en el palacio de Axayacatl que se encontraba frente al del ueytlatoani Moctezuma, el metelinense aprendió la lengua nauatl. En la convivencia que duró alrededor de dos años y en parte por los temores del conquistador, aprendió a lengua en que Marina, su intérprete-traductora se comunicaba con el tlatoani. Cortés hablaba nauatl con el tlatoani con quien llegó a tener una buena relación, no exenta de desconfianza presente en ambos protagonistas de nuestra Historia.
Cuando comenzó la organización política y económica de la nueva formación social que sería la Nueva España, Cortés jamás emitió edicto que prohibiera el uso libre de las lenguas originarias. La prohibición de que se hablaran las lenguas indígenas no vino de los españoles sino de los gobiernos posrevolucionarios pues deseaban la “integración” de las comunidades indígenas en un estado nacional.
Así, la educación vasconceliana le dio gran importancia a la cultura europea por encima del conocimiento de los pueblos indígenas; es un recuerdo recurrente de los ancianos y abuelos de comunidades originarias que se les prohibiera el uso de su lengua y obligarlos a veces por la fuerza a aprender el “castilla”; ese fue el comienzo de la desaparición y extinción de más de cien lenguas de alrededor de trescientas y de las cuales sólo sobreviven 68 en nuestro país.
Durante la fase de la Conquista, las lenguas originarias se siguieron usando libremente en las Repúblicas de Indios y aun en la Colonia como se puede constatar por el conocimiento que personajes como Juana de Asbaje, Sor Juana Inés de la Cruz tenía del nauatl que había aprendido de su nana indígena; el cura Hidalgo hablaba otomí y mazahua dado que eran lenguas francas en localidades de Guanajuato de donde era originario.
Para desgracia nuestra y de las culturas de nuestro país, muchas lenguas desaparecieron y muchas más han sido acalladas por considerarlas un distintivo de identidad con todo lo indígena que tiene connotaciones humillantes para las comunidades y personas indígenas, adjudicaciones que tienen que desaparecer por ser falsas, humillantes y lesivas a la dignidad de las personas que por obra de la Constitución tienen derechos y reconocimiento como lenguas nacionales. Somos la mayoría mestiza quienes tendríamos responsabilidad en aprender y conocer alguna de las lenguas cercanas de nuestras localidades. Me gustaría que fuéramos un país donde se hablara una lengua indígena a la par del castellano como se observa en Paraguay donde todos hablan el guaraní y el español desde el presidente hasta el último ciudadano.