Hay una sentencia latina que dice: Parva scintilla magnum scitavit incendium, una chispa pequeña desató un gran incendio. Eso es lo que puede pasar en Ucrania este invierno. Son numerosos los factores que están echando leña a esa posibilidad. Curiosamente el frío puede ser la chispa que incendie la hoguera ucraniana. Me explico.
Existe la posibilidad real de que cuanto más crudo sea el invierno europeo, al inicio del 2022, Rusia aproveche el frío para adentrarse en los territorios en disputa al Este de Ucrania, el Donbás. No sólo se dispararían los precios del gas, ya muy altos en estos momentos en Europa, sino que no habría gas. Rusia ha dejado de producir y está consumiendo las reservas de gas que van a Europa. O se pone en operación el nuevo gasoducto Nord Stream 2, o escalará el conflicto y escaseará el gas y los precios se dispararán a las nubes.
Por un lado, se ha obstaculizado el arranque del gasoducto del consorcio ruso Gasprom, Nord Stream 2, que con la llegada del nuevo canciller alemán Olaf Scholz, se debería acelerar para garantizar a Alemania el suministro de gas por el Báltico. Polonia, Ucrania, Estados Unidos y Gran Bretaña presionan porque se detenga esta vía de suministro, que es de vital importancia estratégica y económica para Rusia y Alemania. Si se desata el conflicto bélico en Ucrania, Rusia cierra la llave del ducto ucraniano, Bielorrusia el que pasa por su territorio y Europa se queda sin gas. ¿Resistirán los europeos el frío invernal sin gas?
Por otro lado, Ucrania ve el peligro de que se cierre el ducto que pasa a través de su territorio si Rusia pone en operación el Nord Stream 2, dejando de percibir más de dos mil millones de euros, por derechos e impuestos. De ahí que esté calentando el asunto del Donbás para asegurar la intervención de la OTAN y de Estados Unidos, que pugnan porque los europeos les compren el gas licuado que este país suministra a precios mucho más altos, alegando que Rusia usará el Nord Stream 2 como arma geopolítica para someter a Europa (el gas de Rusia es arma y el de Estados Unidos es negocio).
Esta situación tiene muy molestos a los alemanes, que han accedido, en la época de Merkel, a someter la certificación del ducto a las autoridades comunitarias. Polonia, que se ha rebelado contra estas autoridades comunitarias, ahora les exige que frenen el Nord Stream 2 y amenaza militarmente a Bielorrusia por dos mil migrantes del medio oriente que intentan penetrar a suelo comunitario en su frontera. ¿Cederá el nuevo canciller alemán?
Ante estos hechos, Rusia ha movilizado cerca de 200 mil efectivos militares en su propia frontera cerca del Donbás y ha apostado los poderosos S400 en la frontera bielorrusa.
Ucrania ha dejado de tomar en cuenta los acuerdos de Minsk II (2015), que prohíben que fuerzas ajenas al acuerdo intervengan en él, al solicitar el presidente de Ucrania, Zelenski, a la OTAN que intervenga en la región del Donbás. Estados Unidos, que nada tiene qué hacer en esta región, ha adoptado acciones provocadoras, en gran medida derivadas de la necesidad de Biden de relanzar su imagen ante el mundo después de la catastrófica salida de Afganistán.
En Europa se están acumulando situaciones que llegan a límites peligrosos, por un lado, han cedido a las presiones estadounidenses para detener la puesta en marcha del Nordstream 2, Polonia es uno de los más interesados para que se detenga esta vía de suministro, y está provocando un conflicto con Bielorrusia, aliado de Moscú. En Alemania se da el cambio de la conservadora Merkel por el aún incierto nuevo canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz. Francia apoya a Alemania contra Estados Unidos, molesta por el acuerdo AUKUS que le tumbó la venta de submarinos.
Bielorrusia amenaza con cortar el paso del gas ruso a Europa y lo mismo podría hacer Rusia sobre los gasoductos que transitan por Ucrania hacia Europa. Ante esta situación el frío invierno que está iniciando juega un papel estratégico superlativo, pues puede significar el timing para que Rusia decida tomar el Donbás y asegurar territorios estratégicos para que Ucrania se vea imposibilitada de ser asistida por ejércitos extranjeros. Esta sería la nueva línea roja que no permitirá Rusia a Ucrania pasar.
Sólo hay que recordar que el problema de los mísiles en Cuba, en 1962, se originó por la instalación en Turquía de parte de Estados Unidos de mísiles que apuntaban a Moscú. Ahora Putin ha calculado que la instalación de los más modernos mísiles estadounidenses en Ucrania sería una amenaza no tolerable para Moscú. En siete minutos podrían destruir esta ciudad, de ahí la gravedad para Moscú de la situación ucraniana. La apuesta rusa es mucho mayor, que la estadounidense, por tratarse de la seguridad inmediata de su territorio.
Cualquier error o falta de cálculo puede llevar a una conflagración mayor. Putin ha acercado mísiles nucleares a la frontera bielorrusa y tiene los S500 listos.
Estados Unidos y Gran Bretaña han mandado militares a la región, los países de la OTAN han movilizado tropas significativas a la región fronteriza de Rusia, en Polonia, países bálticos, en Georgia y, por supuesto en Ucrania. Estados Unidos y Gran Bretaña han desafiado a Rusia en el Mar Negro. Los ejercicios militares de los dos últimos años aplican la táctica de no reconocer lo que hacen y magnificar lo que hace el contrario. Para la prensa occidental es Rusia la que está provocando el conflicto.
La respuesta rusa es muy diversificada: ciberataques, exhibición pública de la capacidad de destruir satélites, despliegue de tropas, apoyo de la inteligencia. El soft power ruso ha sido más eficaz que el norteamericano, grupos de agentes especializados han logrado posicionar a este país, en varias regiones de Asia, África y Latinoamérica, superando a Estados Unidos en la venta de armamento, el caso de Turquía es emblemático, prefirió comprar los S400 rusos a otro tipo de mísiles estadounidenses. Los rusos han logrado mayor presencia geográfica sin los enormes gastos de las bases norteamericanas.
La reciente video-llamada entre Biden y Putin no parece haber frenado el impulso bélico de ninguna de las partes. Al contrario, ni siquiera se ganó tiempo, el invierno ya entró y el gas escasea. Este fin de semana ha alanzado un nuevo record el precio del gas en España.
¿Es provocación de Putin o también de Biden? ¿Es sólo presión psicológica de Putin o amenaza real? ¿Se trata sólo de la necesidad de los líderes Putin y Biden, o existe también debilidad de los liderazgos ucraniano, polaco, alemán, francés e inglés? Lo cierto es que los juegos de guerra son reales y pueden transformarse en fuegos de guerra.
El camino de las sanciones no parece ser el efectivo, el costo para Rusia es mucho más alto si se llega a instalar armamento sofisticado en Ucrania. Es la línea roja que Estados Unidos está dispuesto a pasar por alto y Moscú sostendrá con todas sus fuerzas. Éste es el peligro real.
¿Estará dispuesta Europa a embarcarse en un conflicto contra Rusia después de que Estados Unidos evidenció su desinterés por sus socios de la OTAN durante la retirada de Afganistán, con el riego, ahora, de quedarse sin gas? ¿Se pondrán de lado de Polonia y de Ucrania, o de Alemania y Francia?
La chispa puede ser cualquier incidente: naval, aéreo, fronterizo, una declaración irresponsable de parte de Ucrania o Polonia, un accidente en cualquier tramo del gasoducto ucraniano puede encender una guerra cuya magnitud nadie puede prever. El frío puede ser un gran incentivo para que las tropas rusas penetren en el Donbás, ganando un tiempo muy importante, ante cualquier ayuda probable de otros países a Ucrania. Eso dice la historia ¿Irían las tropas de la OTAN del calor de Afganistán al frío invernal de Ucrania? ¿Usted qué opina?