Cada triunfo del piloto mexicano Sergio Pérez, a quien le siguen llamando con su apodo de infancia, “Checo”, es un recordatorio de una de las primeras ocurrencias fallidas de la aspirante (a) presidencial (a), la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien inició su gobierno con un falso desplante populista contra la celebración del Gran Premio en el autódromo de la CDMX.
En el año 2019 la gobernadora amagó con cancelar los compromisos oficiales para continuar con el espectáculo deportivo, con el manido pretexto de la austeridad del gasto, en cuyo altar se han sacrificado tantas cosas durante los años recientes. Pero todo fue una falsa actitud para controlar mejor a las firmas organizadoras.
Recordemos cómo se publicaba aquello (en el extranjero) en los primeros meses del gobierno actual:
“…La amenaza de que el Gran Premio de México de Fórmula 1 tuviera su última carrera este año (2019) llegó acompañada de la llegada del nuevo gobierno del país en diciembre pasado.
“Tanto el presidente, Andrés Manuel López Obrador, como la alcaldesa de la capital, Claudia Sheinbaum (también del partido Morena), habían anunciado que no aportarían dinero público para la carrera como medida de austeridad (El país)”.
Sin embargo, todo fue una “finta”. La derrama económica derivada de la carrera –la mejor organizada de todas donde la F1 hace grandes premios, más la promoción gratuita para la ciudad–, no podían ser desdeñadas (con el consecuente aprovechamiento fiscal) y fue posible entonces darles la vuelta a los argumentos.
Paralelamente, el “Checo” subía a esa cima de popularidad idolátrica a reservada a unos pocos elegidos y se coronaba en una edición del GPCDMX, la Cuarta Transformación dio a torcer ambos brazos y no sólo extendió el contrato con la firma de Carey (aunque Ecleston sea un poder oculto), sino apareció como niña con juguete nuevo cuando Pérez le regaló uno de sus cascos como expresión de agradecimiento por la ampliación del respaldo a la celebración de la carrera.
Es un deporte “fifí”; yo no voy a esas cosas, no me gustan, dijo en su momento la señora Sheinbaum en un insólito acceso de originalidad.
Pero fifí y todo, el gobierno de la ciudad no ceja en su afán de capitalizar en su favor al “Checo” Pérez, cuyo estorboso padre hasta es diputado por Morena y en uno de sus momentos delirantes, declaró su intención de convertirse en “corcholato” para la presidencia de la República.
“…El diputado de Morena, Antonio Pérez Garibay, padre del piloto Sergio “Checo” Pérez reiteró sus aspiraciones para contender por la presidencia en la elección de 2024.
“Hoy aquí en Acapulco he recibido una gran señal, voy a trabajar en todo el país, quiero ser presidente de México este 2024… (Proceso. Mar.22)”.
Pero más allá de los sueños canábicos del señor Pérez, cuyas robustas ambiciones jamás se verán coronadas, la 4T no halla como combinar el aprovechamiento de la “checomanía”, con sus estereotipos contra el ”clasismo” y el mundo fifí.
Ayer mismo, rapidito, rapidito, ya estaban las redes sociales con mensajes de felicitación al auriga veloz (Marceo al frente), y es de esperarse una mención elogiosa en la mañanera de hoy, como aquella del pasado mayo, cuando Pérez ganó la carrera más fifí de todos los Grandes Premios, el circuito de Mónaco, un principado mediterráneo de grandes similitudes con Salina Cruz, Oaxaca.
Pero el “Checo” bien vale una misa, como habría dicho Enrique IV de París, a pesar de haber tenido el mal gusto de alternar y tirarse a festejar en una alberca con Felipe Calderón, quien hace unos meses enviaba el siguiente mensaje:
“…agradezco enormemente al Presidente de la @FIA, Mohammed @Ben_Sulayem y al Consejo Mundial de Automovilismo su confianza al nombrarme Presidente de su Comisión de Medio Ambiente y Sustentabilidad. Pondré todo mi empeño en impulsar el compromiso ambiental de la Federación. @FIA” .